Por Guido Brunet

Mauro se despierta, se prepara un café con leche, desayuna, le dice feliz Día de la Mujer a su esposa y se va a trabajar a la comisaría de Fighiera donde cumplía funciones como agente de Policía. “Todos los días cuando se iba me decía ‘te saludo porque no sé si voy a volver’, pero yo nunca lo creí. Yo pensaba que esto nunca me iba a pasar a mí. Pero me pasó”, narra Betiana Coronel, la hoy viuda de Mansilla.

Al finalizar su turno en Fighiera, el suboficial Mansilla se dirige a Corrientes al 400, donde hacía adicionales. Es que este mes necesitaban el dinero más que otras veces debido a que Betiana había perdido su trabajo. “Me dijo ‘te voy a tener que dejar una foto porque no me vas a ver en todo el mes’… y pasó esto”, esboza Betiana sentada y con una pared a sus espaldas repleta de fotos de Mauro y la hija de ambos de casi tres años.

Mauro Matías Mansilla además de policía era periodista deportivo. Había estudiado la carrera, pero años después, en 2009, decidió unirse a la fuerza con el objetivo de desenvolverse en un futuro en el área de Prensa de la Policía de Santa Fe. Pero se enamoró de la profesión. “Lo llevaba en el alma. La vocación de servicio era más fuerte que él”, cuenta con orgullo Betiana.

A eso de las 17, el soboficial Mansilla llamó a su mujer desde donde hacía adicionales. “¿Vas a pasar por acá?”, le preguntó. Una hora después, el agente Mansilla respondiendo a la solicitud de dos personas, salió a correr a un ladrón por calle Corrientes. Luego, al cabo de unos minutos, el teléfono de Betiana volvió a sonar. Esta vez del otro lado estaba la compañera de Mauro para avisarle que su esposo había tenido un “percance” y que estaba en el Heca. “Se me cayó el mundo”, describe la esposa. “Yo sabía que si había ido al Heca era porque algo grave había pasado. Me tomé un taxi y fui y era como que no llegaba nunca”, recuerda Betiana. «Él pensaba que le podía pasar algo así, uno es consciente, pero no está preparado para eso. Cuando lo fui a ver me hablaba la doctora, pero yo tenía fe de que pudiera salir de ésta».

Proyectos inconclusos

Detrás de su uniforme hay sueños y proyectos que fueron cortados. Su sueño era ser periodista de automovilismo, deporte del que era fanático. Incluso en sus ratos libres se dedicaba a escribir en una página de internet sobre automóviles. “Se desvivía por la Fórmula 1. Junto con Central eran sus dos pasiones”, señala Betiana. “Tiene como cinco grupos de WhatsApp sobre autos”, cuenta su mujer para graficar el grado de fanatismo que tenía por ese deporte.

El sueño de él era ir a una carrera de Fórmula 1. Y como a nuestra hija le gustan los aviones, quería llevarnos a Brasil en avión a la carrera, pero no llegó”. A Mauro también le encantaba viajar. Junto con Betiana iban a ir este domingo a visitar a unos familiares fuera de Rosario y para Semana Santa, los Mansilla querían viajar a Buenos Aires para llevar a la nena al zoológico.

Una casa más amplia y hasta agrandar la familia estaban en la cabeza de Mauro y Betiana. Hasta ahora no habían podido tener otro hijo porque, a raíz del cáncer que sufre ella, los médicos dijeron que debían esperar unos años.

A pesar de todos los planes que tenían para el futuro, Betiana dice: “Teníamos un montón de proyectos de sueños que por esta gente no se pueden concretar. Pero el principal proyecto de él era hacernos felices, que no nos faltara nada. Nos daba todos los gustos. Él estaba todo el tiempo  para nosotros, lo que le importaba era que estuviéramos siempre contentos. Trataba de hacernos felices de la forma que él podía. Y este tipo arruinó una familia completa. A ellos no les importa nada. No les importa que cada policía o cada persona que matan tengan una esposa e hijos detrás”.

El asesino

El sindicado por la fiscalía como responsable de la muerte de Mansilla es un presidiario que estaba prófugo desde julio de 2015. Ricardo Albertengo había sido condenado a 37 años de cárcel en total por asesinato, robo y toma de rehenes en diferentes negocios y clínicas médicas  – esto último durante salidas transitorias en 2009-. Pero en 2015 volvió a repetir su accionar. En una salida transitoria aprovechó y no volvió a la cárcel. Sobre esta situación, Betiana dice simplemente: “La verdad me da mucha impotencia. Acá valen mucho los derechos humanos para los ladrones, ¿y mis derechos? Yo también soy un ser humano”.

Betiana Coronel dice que varios funcionarios se comunicaron con ella luego del trágico suceso que cambió su vida. “Vinieron a mi casa y fueron al velorio. El gobernador no me llamó, pero el ministro de seguridad sí. Se comunicó mucha gente, aunque si me preguntas nombre por nombre no me acuerdo. Me tomé una pastilla, me dormí y después fui directamente al sepelio”, revela la mujer del policía.

En 2013 Mansilla le escribió una carta al entonces gobernador Antonio Bonfatti solicitándole que mejore el salario de la Policía. El mensaje hoy emerge como un vaticinio de su propia historia: «… quien le escribe, como el resto de todos los compañeros, somos policía las 24 horas, no policía de tercio. Las estadísticas indican que mueren más policías en servicio adicional o de civil que en servicio de guardia y eso tiene que ver con la actitud heroica que tenemos cada policía cuando aún estamos de civil o con nuestras familias«, le escribió Mansilla, quien falleció por ser policía las 24 horas.

¿De qué forma se sigue?

¿Cómo se hace para seguir adelante después de un hecho tan trágico y teniendo que sobrellevar una grave enfermedad? “Es difícil, pero hay que ir día a día. Yo soy fuerte y me voy a poner de pie por él. El día que me dijeron que tenía cáncer le pregunté a Mauro, ¿por qué me toca a mí? Y él me dijo que las pruebas Dios se las pone a las guerreras y vos sos mi guerrera, me dijo. La fuerza me la da mi hija, para seguir para adelante y lucharla. Yo voy a seguir, me voy a poner fuerte y voy a seguir por él y por la nena”, manifestó la mujer del oficial asesinado.

“Ojalá que esto sirva para cambiar algo porque tuvo mucha trascendencia lo de Mauro. Esperemos que se haga Justicia. Se lo despidió como se lo merece, como un héroe. Porque él amaba lo que hacía, lo llevaba en la sangre.  Estoy orgullosa de mi marido”, cierra Betiana mientras se levanta y recibe a amigos que llegan a acompañarla.

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