En un procedimiento abreviado homologado el pasado viernes, Diego Roberto Traico, uno de los 9 imputados en el mes de julio por la ola de estafas telefónicas que despojó de joyas y ahorros a una gran cantidad de ciudadanos engañados, fue condenado a tres años de prisión condicional y una reparación económica de 2 millones de pesos.

El rol de Diego Roberto Traico era ponerle la voz a las estafas, haciéndose pasar por familiares o amigos de las personas a las que llamaba incansablemente desde el «bunker» en el que operaba la banda. El fiscal Mariano Ríos Artacho de la Unidad de Investigación y Juicio lo imputó por pertenecer a una asociación con permanencia en el tiempo destinada a cometer delitos de manera organizada y por siete hechos de estafa consumada en grado de coautor.

Los delitos

El procedimiento abreviado firmado por Fiscalía y defensa es por siete delitos probados:

-En fecha 20/06/20 a las 12.30, en 3 de Febrero al 500 de San Lorenzo:  la víctima, una mujer de 81 años, entregó la suma $35.000 y gran cantidad de alhajas.
-En fecha 06/05/20 a las 15, en Boulevard Oroño al 900 de Rosario: la víctima, una mujer de 83 años,  entrega la suma de 70.ooo dólares.
-En fechas 13/05/20 y 14/05/20/20 en España 1100 de Rosario:  la víctima una mujer de 83 años entrega las sumas  67.000 dólares y 23.000 pesos.
-En fecha 30/05/20 y 01/06/20 a las 12.30hs en España al 1100 de Rosario: la víctima, una mujer de 94 años, entrega la suma de 50.000 pesos.
-En fecha 01/06/20 a las 12, en Pasaje Álvarez 1500 de Rosario: la víctima, un hombre de 91 años, entrega las sumas de  100.000 dólares y 120.000 pesos.
-En fecha 04/06/20 a las 11.30, en Paysandú 600 de Rosario: la víctima, un hombre de 83 años, entrega la suma de 4mil dólares.

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El cumplimiento de la pena será condicional y se impusieron reglas de conducta: obligación de constituir domicilio, el que no podrá mudar sin previo aviso a la autoridad de control; obligación de someterse al Servicio de Control y Asistencia Pospenitenciario; la prohibición absoluta de acercamiento y contacto por cualquier medio con las víctimas de los presentes; la prohibición de cometer nuevos delitos y la prohibición de consumir estupefacientes y de abusar de bebidas alcohólicas.

Modus Operandi

Los delitos fueron cometidos bajo la modalidad conocida vulgarmente como «cuento del tío», constitutivos del delito de estafas reiteradas, tanto tentadas y consumadas, además de hechos de extorsión, comúnmente denominados “secuestros virtuales”. Dichas voluntades implicaron la asunción de roles intercambiables entre sus miembros, que van desde la planificación, el suministro de logística a través de la provisión de implementos de comunicación, lugares físicos para la realización de los llamados y vehículos, la puesta en escena engañosa y extorsiva propiamente dicha y la recolección del botín.

Según pudieron establecer los investigadores, los hechos se inician con un llamado al teléfono fijo de la víctima, obtenido al azar de páginas web como “páginas amarillas”, proveniente de un celular al que le colocan un chip SIM con una línea prepaga de las firmas Movistar, Claro y/o Telecom Personal, registrada con datos falsos.

Una persona del sexo femenino o masculino, que se hace pasar por un familiar (sobrino, hijo, entre otros) le refiere que en breve se producirá un cambió en los billetes en circulación, o bien que se realizará un nuevo corralito, provocando que la víctima entregue su dinero a una tercera persona que se identifica como contador y se presenta en inmediaciones de su domicilio para retirar el dinero, el cual luego sería devuelto, una vez realizada la operación.

En otras ocasiones, con voz llorosa, se hace pasar por un ser querido en peligro, tras lo cual otra persona toma la conversación y se encarga de pactar el supuesto rescate y el lugar preciso de la vía pública (volquete, árbol, macetero, etc.) en donde se coacciona a la víctima a dejar la suma de dinero y/o joyas dentro de una bolsa, la que es recogida inmediatamente por parte de los imputados.

Esta comunicación, mayoritariamente, ocurre entre la media mañana y finales de la tarde, con el fin aprovecharse del horario de actividad de los bancos, además del flujo de gente en la ciudad a fin de pasar desapercibidos al presentarse en el domicilio de la víctima. Por la forma engañosa y la difusión que ha tenido esta práctica, las víctimas son predominantemente personas de avanzada edad.

En el transcurso de la conversación, la primera persona dialoga con la víctima haciéndole creer que es un familiar con quien mantiene diálogos banales y luego le indica que tome los billetes, los cuente y los preparare para que los retire el contador , a fin de evitar que los mismos pierdan valor. Al llegar a esta etapa ,y paralelamente, una segunda persona se comunica con los supuestos contadores que luego se presentarán en el domicilio de la víctima a fin de retirar el botín.

Generalmente, es la propia víctima quien revela el nombre del familiar, dato que se traslada a los supuestos contadores, a quienes además les indican el nombre que deben pronunciar.