Este viernes, en el Centro de Justicia Penal de Rosario tres jóvenes fueron condenados a prisión perpetua y un cuarto recibió 13 años de prisión por su participación en dos feroces ataques a balazos que acabaron con la vida de tres personas.

Empalme Graneros

El 22 de diciembre de 2017, ocho balas impactaron contra el cuerpo de Roberto Godoy, que se encontraba en la puerta de su casa, en el corazón de Empalme Graneros, junto a dos de sus hijos más pequeños. El auto desde el que partieron los plomos iba con las ventanillas bajas y, a pesar de que salió de vuelo por calle Olivé, le dio tiempo a la mujer de Godoy de reconocer a quienes iban adentro: gente relacionada a un búnker en  La Cerámica que, desde que se habían mudado al barrio los obligaban a vender drogas.

«Yo vendía drogas desde hace mucho tiempo. Nos obligaban a vender para Graciela, que tiene un búnker en el barrio La Cerámica. Hace cinco meses no quisimos saber nada más y ahora me mataron a mi marido», contó a todos los que quisieran escuchar Virgina, la mujer de Roberto Godoy. Dos semanas antes del fatal desenlace, les habían baleado el frente de la casa y les habían dejado una nota que decía: “Volvé a vender para nosotros porque te matamos a un familiar”.

Por el acribillamiento de Roberto Godoy, fueron condenados Walter Sebastián Contreras, por el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego agravado por el concurso premeditado de mas de tres personas, y Roberto Medina, por homicidio agravado por uso de arma de fuego y calificado por el concurso premeditado de mas de tres personas en calidad de participe primario.

La Cerámica

Otro de los crímenes juzgados en este juicio fue el ocurrido el 29 de marzo de 2018 y también involucra a Walter Contreras, quien fue acusado de disparar a mansalva, desde un auto, en el que también iban Milton Ferreyra y Alan Acosta, contra Leandro Sarantonelli, Carlos Gálvez y Valeria Gálvez, produciendo el fallecimiento de los dos primeros para luego darse a la fuga en el vehículo mencionado.

Pasadas las 22 de aquel viernes fatídico, Leandro Zarandonelli, de 28 años, y Carlos Gálvez, de 30, estaban en la vereda, con un grupo de amigos, en la puerta de una casa ubicada en Medrano al 2700.

Fue entonces cuando dos autos pasaron por esa cuadra, con la música fuerte y las ventanillas bajas, y rociaron de balas el lugar donde estaba el grupo. Zarandonelli falleció en el lugar y Gálvez murió días después tras una dura agonía.

Uno de los testimonios cruciales en este caso, fue el de la hermana de Carlos Gálvez, quien también resultó durante el ataque. Según su relato, esa noche ella estaba en su casa y se cruzó hasta la de su hermano, que queda enfrente, en Medrano y Siripo. Mientras charlaban en la puerta se sumó Leandor Sarantonelli yse pusieron a tomar una gaseosa. 

La joven contó que vieron avanzar un auto color gris por calle Siripo, hacia Medrano. «Tenían las ventanillas bajas y pasaron por adelante nuestro, bien cerquita y ahí empezaron a disparar». En su declaración, consta que primero vio como Leandro se agarraba el cuello y que, al darse vuelta, encontró a su hermano tendido en el piso. 

A pesar de la pesadilla que estaba viviendo, pudo ver e identificar quienes iban en el auto, y señaló a Alan Acosta al volante, Milton Ferreyra en el asiento del acompañante y Walter Sebastián Contreras en el asiento trasero, junto a otro dos. «Los que tiraban eran Alan, Milton y Sebastián», dijo a los fiscales. 

Al igual que Contreras, Ferreyra y Acosta fueron condenados a prisión perpetua por este crímenes. Además, a Acosta se le atribuyeron hechos de robo que también fueron considerados en la pena final.