Por: Alejandra Ojeda Garnero – Fotos: Salvador Hamoui

La carrera profesional de Carlos Varela no tuvo altibajos, todo lo contrario, siempre fue en constante ascenso. A medida que el mapa delictivo se transformaba en la ciudad de Rosario, también el trabajo de los abogados penalistas se fue modificando de acuerdo a las necesidades de sus clientes y de la propia subsistencia.

Todo comenzó con pequeños casos de delitos menores, pasando por robos, piratas del asfalto, golpes a bancos y a blindados hasta llegar a las megacausas por narcotráfico. Siempre cuestionado por defender a los acusados, el abogado local más famoso afirma en el diálogo mano a mano con Conclusión que trata de ser cada vez mejor persona y no puede ni quiere explicarles a todos quien es.

Además, asegura que su camino como profesional se dio por una serie de casualidades que él nunca buscó, sino que llegaron por recomendaciones de otros clientes. Y para graficarlo cuenta algunas anécdotas que lo llevaron directamente a la exposición pública y a acumular cada vez más rechazo por parte de algunos de sus colegas y de gran parte de la sociedad que repudia este tipo de hechos violentos y que causan tanta irritación.

Varela- Penalista

En los inicios “ya me había empezado a ir bien, pero cuando digo bien quiero hacer una aclaración, y esto lo aprendí de mi viejo. El que no cree en la suerte es un soberbio. Porque el 70 por ciento es suerte, el 20 por ciento levantarte todos los días a las 8 de la mañana, por lo menos y el resto capacidad para aprovechar la suerte, eso me enseñó mi viejo”.

Después de varias causas con resultados favorables para sus defendidos, Varela continuó su camino ascendente y entre esa cantidad de clientes que llegaban a su estudio se encontraba “un chico que se llamaba Marcelo Sosa, que no tenía ningún parentesco con el otro de la primera causa, que estaba vinculado a la hinchada de Central, todo esto pasó en menos de un año, entre 1994 o 1995 aproximadamente”.

Es en este momento en el que “se produce un quiebre, comienzo a defender a la barra de Central, al núcleo de la hinchada y tomo una causa muy grande. Comienzo a defender primero a Sergio Enriotti, a Andrés ‘Pillín’ Bracamonte, a Daniel Paz, a Juan Carlos ‘Chapero’ Bustos y a los hijos de éste, ‘Los Chaperitos’, es decir,  a las cinco facciones de la barra de Rosario Central”.

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Más tarde, en un hecho resonante que fue mencionado en todos los medios de la ciudad por involucrar a dirigentes del club de Arroyito “a Enriotti lo mata la mujer (tras soportar años de maltrato), aparecen unos cheques en la casa que habían sido librados por el escribano (Víctor) Vesco (presidente del club Rosario Central, en ese entonces, hoy fallecido), y termina en una causa por extorsión. La comisión del club no tuvo mejor idea para justificar la entrega de esos cheques que decir que se los habían sacado por coacción de la barra brava. Se termina negociando de algún modo con todos, porque era mentira lo que decía la comisión en aquel momento y terminan recuperando la libertad todos”.

Después de los momentos convulsionados que atravesaron los protagonistas de la hinchada de Rosario Central, la configuración de las distintas facciones se fue acomodando y con “Enriotti muerto, Chapero padre se retira y quedan al frente de los grupos Pillín, Daniel Paz y los Chaperitos, tres facciones peleadas entre sí. La historia cuenta que el que prevalece es Andrés Bracamonte, a quien conozco desde chiquito. Esto lo cuento porque el futbol magnifica todo de una manera exponencial. Por ejemplo una pelea en el medio del bulevar Oroño o en barrio Las Flores no es nada, pero si le ponés a uno la casaca de Central y al otro una de Newell’s, sale en la tapa de todos los diarios, algo que yo no había advertido en ese momento”.

En ese momento de la carrera “no advertí el tema de los medios, porque no había tanta vigencia de las crónicas policiales, no se le daba tanta relevancia. Y yo caigo en un momento justo, por eso hablo de la suerte. Las crónicas policiales empiezan a tener prevalencia en todos los medios, en las radios, en la televisión y fundamentalmente en los medios gráficos”.

“La noticia en aquellos tiempos pasaba por el fútbol, en las cuestiones penales derivadas de los conflictos entre barras”.

Varela- Penalista

Para Varela, la mayoría de las cosas se dan por el factor suerte, así considera que “todas estas circunstancias hicieron que me contratara la barra de Newell’s. Ahí me empecé a dar cuenta que era raro, por la mirada de los colegas. Estuve dos o tres años creyendo que el que se recibía de abogado y hacía penal, salía en los diarios o que era común que tomara causas. Pero los colegas me empiezan a mirar mal, pasaron tres años hasta que me empiezo a dar cuenta de eso. Hasta que salgo en una nota y me meten una denuncia en el Tribunal de Ética por publicidad encubierta, porque suponían que yo les pagaba a los medios para salir en televisión.  Una cosa totalmente absurda, la mires como la mires. Además es obvio que Juancito mató a Pedro, es obvio que van a buscar al abogado de Juancito. Lo mismo que pasa ahora pero con una diferencia sustancial”.

Con cierto grado de ingenuidad, en los comienzos no advertía que su exposición mediática causaba malestar en el ambiente judicial, pero “ahora que lo miro a la distancia fui muy ingenuo en ese terreno particularmente. Esa causa en el Tribunal de Ética se extendió por un año hasta que fui absuelto. Yo creo que fue por celos, porque yo pasé a ser más conocido que otro colega que hacía quince años que estaba en la profesión”.

“Fue en ese momento que los colegas también empiezan a advertir que la repercusión mediática tiene mucho que ver en la definición de una causa. A mí esto me pasó de forma natural, no lo busqué. Y mis colegas empezaron a replicar eso. En ese terreno fui un precursor, sin saberlo. Como Colón, que descubrió América pensando que estaba haciendo otra cosa”.

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Luego el mapa delictivo de la ciudad fue mutando y allí “empezaron a aparecer más causas y me empiezan a vincular con las de narcotráfico. Y por qué hay otros abogados que no toman causas de narcotráfico, no las toman por casualidad. Y los anteriores no las habían tomado. Esto me lo hizo saber una clienta, madre de una víctima, que un abogado viejo le decía a ella, ‘Carlos Varela agarra causas de narcotráfico, yo tengo 30 años de profesión y nunca agarre causas de narcotráfico’”.

“Esta mujer, que ya murió, me dijo una cosa que fue una revelación para mí y que es verdad. Me dijo, ‘sabés porqué no agarraban causas de narcotráfico, Varela, porque no había’. Porque el narcotráfico irrumpió en el escenario, en la Argentina y fundamentalmente en Rosario hace diez años. Las causas grandes de narcotráfico aparecen en el 2005 o 2006”.

En decir que “esa posibilidad de optar por sí o por no, no existía antes del 2005, como fecha tentativa lo digo. Existe ahora, y los que antes eran defendidos por esos abogados viejos en delitos contra la propiedad son los que terminaron en gran medida, porque migraron, hacia lo que es el delito del narcotráfico”.

“Porque antes, el que comercializaba drogas no era visto como un delincuente, ni siquiera en el propio ambiente delictual. En el ambiente delictual, el tipo que vendía droga era execrado en las propias cárceles. El que era acusado de narcotráfico y caía en una cárcel en el año 2002 era un gil. Era el último eslabón, sacando el violador que están en cárceles especiales, de lo que es el nivel jerárquico que hay en todas las cárceles. Al punto tal que a ese tipo, porque ellos suponían que no era violento, y no lo era, le sacaban plata, le hacían comprar televisores, zapatillas y le hacían llevar drogas a las cárceles”.

Varela- Penalista

“Por ejemplo: supongamos que roban 2 millones de pesos de un blindado. Primero hay que robar un blindado, donde hay tipos armados adentro y que saben usar las armas, con lo cual o podés morir o tenés que matar, y si matás es perpetua. Es decir si matás el robo deja de ser robo calificado para convertirse en perpetua porque estás cometiendo un asesinato para facilitar otro delito que es el robo. Terminás robando 2 millones de pesos, necesitás 8 tipos para atacar un blindado, más el datero y demás, no menos de 10 personas en total. Terminás llevándote 200 o 250 mil pesos cada uno, porque algunos se llevan más y otros menos. Pero son aproximadamente 10 mil dólares, no es tanta plata”.

Entonces, ¿qué pasa con la droga? “La droga lo que tiene no es la plata. A mí me costó mucho tratar de hacer entender, porque tenía una imposibilidad descriptiva para hacerme entender en esto. Pero, robar un blindado o un banco, 3 o 4 millones de pesos es un golpe, lo pegás, los chicos se van con la plata, con las chicas, contratan locas, se compran autos y se quedaron sin plata. Tienen que esperar otras seis u ocho meses para ver quiénes son los que sobrevivieron al ataque, que la investigación no se joda, porque con la tecnología también es un problema porque te enganchan con los teléfonos celulares por todos lados”.

“Entonces decís, la droga cuánto es. La droga es la misma plata o menos. La diferencia está en el flujo de dinero”, explica.

“Si el narcotráfico fuera llevar un cargamento de 20 kilos y me gano un palo verde para tres o cuatro meses, no es nada. Pero no es eso, porque vos un palo verde se te gasta, te compraste una casa, te fuiste a la timba, etcétera, se te gasta. Pero cuando vos tenés, quizás menos cantidad de guita, pero permanentemente, eso atraviesa toda defensa, jurídica, de seguridad, de inteligencia, política, de todo tipo. Porque no te pueden parar. Y ¿cuál es el problema? A eso tenés que sumarle otro problema, otra característica, que es el tema de las organizaciones, cuando hablan de organizaciones”

Varela- Penalista

“Porque vos podés tener por un lado los tipos violentos, armados ilícitamente, violentos porque no le tienen miedo al uso de la violencia, los ladrones de blindados, pero no tenés el flujo, el tipo es peligroso pero hasta cierto punto. Por otro lado, tenés a este otro tipo que era un comerciante, que tiene la lógica de un comerciante, la misma lógica que tiene el tipo que vende ropa, que no piensa siquiera que es un delincuente, sino que vende un producto que es ilegal, pero no cree que es un delincuente y no es violento. Al punto tal que este tipo necesita más de las veces de los violentos para que le protejan el territorio. Cuando éstos (los violentos) se dan cuenta que el negocio no es protegerlos sino correrlos y quedarse con el negocio, se producen armas ilegales, tipos violentos, flujo de plata y el flujo de plata se transforma en una organización cuando lo dejás permanecer”.

Varela se encarga de derribar el mito que existe en la sociedad sobre la necesidad de las organizaciones de contar con abogados para funcionar y asegura que “es mentira que necesitan abogados, porque cuando estos tipos alguna vez caen y los agarran, están muertos en términos jurídicos. Primero porque hay tres o cuatro cuestiones que son concurrentes, una es porque hay una voluntad política de hacerlos caer, porque esa voluntad política define un trabajo de inteligencia de un año antes de la detención y porque ese año de investigación de inteligencia que le hacen al tipo, hace que cuando lo traigan detenido para indagarlo el tipo tiene cuarenta pruebas en contra, irrefutables, videos, interceptaciones telefónicas, secuestro de droga. No sale”, entonces es en ese momento que necesita del abogado.

“Y hay algo más importante que no es cierto, los grupos organizados no necesitan de abogados para poder funcionar. Pero es algo de lo que la gente no se da cuenta”.

“Por ejemplo, yo no me daba cuenta que el flujo de la plata es lo que cambia la secuencia del mapa delictivo de todo el país. Todo lo otro no es, pero el flujo de la plata se da por corrupción no por cuestiones particulares. El flujo de plata solo puede existir si hay corrupción en el Estado, si no, no hay flujo de plata”, explica.

“Puede ser que vendas veinte kilos de droga y se acabó, la próxima vez que vendas te agarraron. Pero para poder vender cien veces veinte kilos de droga es porque noventa y nueve veces coimeaste. Y no sólo a la policía, hay toda una red. Y cuando ves que la droga que se secuestra en los operativos es el diez por ciento de lo que se vende ahí tenés los números”.

“La droga que se secuestra se destruye. Hay muchos policías que son corruptos totalmente y hay muchos que trabajan bien. Yo no tengo aversión con la policía, al contrario, los veo a veces heroicos. Hay muchos que son honestos, que laburan, que ganan dos mangos con cincuenta y que muchas veces se tienen que aguantar las cabronadas de los políticos que se tienen que jugar la vida por una vieja que le sacan una cartera. Y que después tiene como paga que ante la menor metida de gamba lo primero que hace el político es sacarle todo el apoyo y lo dejan solo y lo pasan a disponibilidad. El trabajo policial en un setenta u ochenta por ciento es de gente honesta. Lo que pasa que a veces basta con una sola manzana podrida para que el olor se sienta en todos lados”.

El ejercicio de la profesión, específicamente de los abogados penalistas, sufrió varias modificaciones, en principio por las mutaciones en el campo delictivo y a la vez por la entrada en vigencia del nuevo sistema de persecución penal. De este modo, para Varela “el nuevo Código Procesal Penal trae aparejada una cuestión, porque hay una afectación enorme en el ejercicio de la profesión. Esto lo discutimos en un grupo de veinte abogados, del cual yo formo parte».

“El sistema con esa laxitud de la posibilidad de no caer preso y que va a ser una denuncia de un delito complejo frente al Ministerio Público de la Acusación y esos delitos sofisticados que requieren mayor caudal probatorio, mayor análisis no determina la detención de la persona denunciada, trae aparejado también dos cuestiones que son muy burdas y no tanto”.

“Primero, si te viene a contratar la víctima para que se haga la denuncia y procure que el tipo recupere parte del patrimonio que le fue sustraído o por el cual fue estafado, cuando ve esa falta de resultado, los tipos no pagan. Y por otro lado, cuando se habla del Sistema Procesal, que las penas se bajaron, del dos por uno y se dice que todo favorece al abogado penalista, es un error. Lo que favorece al abogado penalista es el endurecimiento de la pena, porque el cliente paga solamente por la violencia, por la violencia física legal que ejerce el estado. Si el cliente advierte que no va a ir preso y que pase lo que pase lo paga con una condena de ejecución condicional como hacés para que te pague. No te paga”.

Varela desnuda los entretelones del devenir de la Justicia y asegura que si “le decís al cliente, ‘mirá hermano te van a indagar, no sé si te voy a sacar, vas a perder toda la que te choreaste y vas a quedar expuesto con tu foto publicada en todos los medios, porque no es lo mismo la foto de un tipo que va a declarar en libertad, que la foto de un tipo que sale esposado o por lo menos no tiene el mismo impacto en las noticias’. A este tipo sí se le puede cobrar como corresponde. Por eso digo que hasta en eso afecta el ejercicio de la profesión”.

Es decir “esa afirmación que se hace de la gente que no conoce el ‘ambiente artístico’ del derecho de que el nuevo sistema (penal) favorece al abogado, en cuanto a la aplicación de la pena, o la ley del dos por uno, por ejemplo, no favorece al abogado. En lo que es la vida en relación, lo que favorece al abogado es que el cliente eventual tenga ‘respeto o miedo de lo que le puede pasar’, porque si no, no paga, pero eso el común de la gente no lo capta”.

“Pero decir esto es transformarse en un reverendo hijo de puta también, es quedarse en el centro de la escena, ya no tenés defensores, es decir, por un lado te putean porque cuando vos sacás a los acusados pero cuando decís esto te va a putear también el acusado. Pero no por eso deja de ser cierto”.

Existen delitos que causan más irritación social y son los que mayor repercusión tienen en los medios de comunicación, pero existe otro tipo de delito que también son repudiables pero la sociedad no los capta, en gran parte porque los medios no los trasmiten y en menor medida porque no se perciben de manera tan directa como son los delitos contra la propiedad. Con este panorama Varela explica que “en las causas grandes pasa esto, el que te viene a contratar no consigue recuperar la guita o satisfacer sus necesidades de venganza jurídica. Y al que defendés, tengo varias causas de esas, por ejemplo un empresario que lo acusan de haber hecho una defraudación de siete millones de pesos, vino el primer día y me dijo ‘dejamelo ver, voy a ver qué hago’ y el tipo pasó una semana, quince días y nada. Octubre de 2014, no pasó nada, no lo citaron nunca. Me pagó cien pesos y no me pagó nunca más y me dijo: ‘Vamos a ver, vamos a esperar’”.

“Esto lo recalco como algo que no es cierto la presunción popular de creer que ese sistema para favorecer a los clientes favorece al abogado, no favorece a nadie”, en especial a las víctimas.

La vida profesional lo vinculó con las causas más complejas y resonantes del ambiente delictivo. Por ese motivo, su reputación, como profesional y como persona, en varias ocasiones se vio afectada por la mirada despectiva de una sociedad que repudia las causas en las que defiende a los acusados. Pero, ¿qué piensa Varela sobre esos delitos?

“Hay algo que me costó, que tiene estrecha relación con ser de pueblo. En el pueblo (Rufino) nos conocemos todos y cuando hablan mal de vos te hincha las pelotas; es más, si hablaste mal de alguien te tocan el timbre y ahí te tenés que defender”.

Con la llegada a Rosario en sus primeros años de juventud asegura que “uno va contaminándose por la propia vida que uno va llevando. Pero al principio me afectaba mucho la mirada de los terceros, esa mirada de ‘este tipo defiende a todos los delincuentes’. Trato de ser buena persona. Y esto me ponía siempre a la defensiva, como tratando de explicar eso. Después me di cuenta de una cosa: a veces son explicaciones que me hago a mí mismo y a veces me autoconvenzo. O no sé si es un placebo (risas)».

Muchas personas tienen conductas despreciables y repudiadas por la sociedad que generan opiniones diversas y en muchos casos condenatorias, sin conocer en realidad profundamente a esa persona, pero según Varela el problema surge “cuando te hacés conocido, antes te conocían diez amigos de toda la vida que saben quién sos, después por cuestiones laborales te conocen sesenta o setenta personas y cuando te hacés conocido, se suman a la lista cinco mil más. Pero esos diez siguen siendo los mismos no es que aumenta porcentualmente la cantidad de amigos, no, te quedaste con esos diez y resulta que los otros cuatro mil novecientos noventa no son amigos tuyos y te conocen por algo que vos hacés que justo es algo que genera irritación social con lo cual no podés pretender que te quieran. Porque la gente no tiene tiempo de conocerte ni vos tenés ni tiempo ni ganas de hacerte conocido y explicarle a todo el mundo quién sos”.