Por Alejandra Ojeda Garnero y Florencia Vizzi. Enviadas especiales a Rufino.

La ciudad de Rufino ya no es la misma. Se observa en toda su fisonomía. Los vecinos de la ciudad lo demuestran en sus rostros tristes, en sus ojos  vidriosos. No pueden contener el dolor que provoca la partida temprana de una niña querida por todos.

La imagen de Chiara y el pedido de justicia. Foto: F. Vizzi

La imagen de Chiara y el pedido de justicia. Foto: F. Vizzi

Pero sobre todo no pueden comprender lo aberrante del hecho. La violencia extrema ejercida sobre una joven embarazada e indefensa. Toda la comunidad está consternada, nadie puede explicar con palabras por qué un muchacho de 16 años  mató a su novia de 14, embarazada, de una forma tan violenta.

Rufino es  una ciudad de no más de veinte mil habitantes, ubicada en el extremo sudoeste de la provincia de Santa Fe. Los vecinos son amables, serviciales, accesibles, hasta podría decirse confianzudos. Abren la puerta sin preguntar quien se encuentra del otro lado.

“Nunca pasó algo así en esta ciudad, nos conocemos todos, es inexplicable” coinciden la mayoría de los habitantes.

Todo gira en torno a la plaza, frente a ella se encuentra la parroquia Santísima Trinidad donde, tanto Chiara como su mamá Verónica participaban activamente de todas las actividades religiosas y solidarias.

La ciudad tiene calles anchas donde transitan pocos autos y los vecinos desarrollan su vida con total tranquilidad, donde el comercio es la principal actividad.

Los hechos de inseguridad son aislados. “En otra época dormíamos con la puerta sin llave, hoy no se puede. Pero no se compara con otros lugares” manifiestan varios lugareños.

“Acá nos conocemos todos. A los chicos los vimos crecer”, expresaron algunos vecinos que aún no logran salir de su asombro por el fatal desenlace.

Chiara vivía en una casa como  cualquier otra, unas fuertes rejas negras franquean el paso al garaje que luego da ingreso a la vivienda. A media cuadra se encuentra la estación de Bomberos de Rufino.

La casa de Chiara. Foto: F.Vizzi

La casa de Chiara. Foto: F.Vizzi

La misma desde donde se organizaron cuadrillas para rastrillar la ciudad cuando se supo que Chiara había desaparecido. Los vecinos guiados por los Bomberos se organizaron para buscar en toda la ciudad y alrededores para dar con la chica.

Buscaron en cada rincón, amigos, vecinos, familiares, todos se movilizaron para ubicarla. Pero, pese a la rapidez de la búsqueda no lograron encontrarla con vida.

El homicida ya había cometido el asesinato apenas la conctactó, luego de pasar a buscarla por la casa de una amiga, pasada la medianoche del sábado. No hubo nada que hacer.

La adolescente de 14 años ya había sido asesinada brutalmente, con golpes de puño en la cara y en el cráneo, “estaba desfigurada” contaron tímidamente algunos conocidos.

Nunca hubo señales ni advertencias que hicieran sospechar sobre algún tipo de maltrato propinado por el novio hacia la chica. No hubo señales de alerta, el chico era muy callado. Todos los conocidos y amigas de Chiara coincidieron en que él “nunca la maltrató, ni siquiera verbalmente».

La solidaridad en la ciudad es un estandarte, se realizan diversas actividades en las cuales participaba Chiara, “será por eso que la gente se movilizó tan rápido, todos la conocían”, afirmaron algunos allegados de la familia.

El jueves pasado había cumplido 14 años, lo había festejado en su casa con un pequeño grupo de amigas. Tenía muchos proyectos y en un segundo todo se desvaneció.

Alejandra Gonzalez, directora del colegio. Foto: F. Vizzi

La escuela Nuestra Señora de la Misericordia  tampoco es la misma luego de la desaparición física de Chiara, ella asistía a tercer año del nivel secundario. Sus compañeros no son los mismos luego de ésta pérdida. “Los chicos necesitan procesar tanto dolor, tuvimos que hablar sobre el tema. Ellos necesitaban sacar ese  dolor” apuntó la directora, Alejandra González.

La escuela permaneció cerrada durante el día del sepelio pero fue difícil retomar la actividad escolar, los rostros de los alumnos demuestran la tristeza que los atraviesa.

Todos uniformados formaron un cordón de despedida el martes cuando el féretro hizo su paso por la puerta del colegio para luego llegar a su morada final en el cementerio local. La comunidad educativa le rindió homenaje a la adolescente y le dieron el último adiós.

Todos los habitantes de la ciudad despidieron a Chiara y en las calles se escucha una sola frase: “nadie es igual después de esto”.