Este miércoles, en audiencia en el Centro de Justicia Penal de Rosario, el juez Hernán Postma otorgó salidas laborales a Guillermo Píccolo, referente barrial de República de la Sexta que fue detenido en una protesta frente a la Municipalidad de Rosario el pasado 14 de noviembre en medio de una fuerte represión.
Guillermo Píccolo es docente en el Instituto Polítécnico de Rosario y además da clases de ajedrez en el Centro Comunitario de República de la Sexta donde milita desde hace años. Este miércoles, la defensora de Píccolo, Matilde Bruera solicitó el permiso para que Píccolo pueda asistir al colegio a desempeñar sus tareas como docente. En cuanto a los talleres de ajedrez, y en virtud de una orden de restricción que pesa sobre dirigente para que no pueda acercarse al barrio, se le concedió la posiblidad de dictarlos también en el colegio. Como garantes de estas salidas figuran el hermano de Guillermo, Jorge Hernán Píccolo y su madre, Gloria Eva Liñan.
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En la audiencia realizada el 16 de noviembre Iván Enriquez y Nicolás Foppiani imputaron a Guillermo Darío Piccolo de 42 años los delitos de entorpecimiento del transporte por tierra, daño calificado, lesiones, atentado contra la autoridad agravado por ser ejecutado a mano armada en una reunión de mas de tres personas y por poner manos en la autoridad en concurso real y desobediencia de orden judicial. Y le dictaron 44 días de prisión preventiva, que Píccolo cumple actualmente en el penal de Piñero.
En tanto, desde las más diversas organizaciones políticas y sociales siguen reclamando por la libertad de Guillermo a quien consideran un «preso político».
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En ese sentido, se expidió el diputado provincial Carlos Del Frade: “Lo que queda claro es que queda preso por querer darle un petitorio a la intendenta y por no quedarse callado frente a un negocio que va por encima de la necesidad de mucha gente”.
El conflicto en la Sexta es de larga data. El problema, como telón de fondo, son las obras del Plan Abre que obligaron al desalojo de los vecinos del barrio. Un grupo de ellos se niegan a irse de la zona y reclaman además, que se respete el Centro Comunitario del barrio, cuyo destino era ser demolido.
