La muerte del fiscal Alberto Nisman sigue dando qué hablar ya que aún no se han determinado las causas de su deceso y mientras unos creen que fue asesinato, otros sostienen que se trató de un suicido.

En ese marco, desde la fiscalía de Viviana Fein, quien tiene a su cargo la causa, investigadores confirmaron datos claves para la pesquisa. Por un lado descartan la idea de que el cadáver de Nisman haya estado arrodillado, como sostuvo la querella, y sostienen que el fiscal estaba de pie frente al espejo del baño cuando estalló el disparo que acabó con su vida.

Como consecuencia del impacto, la cabeza hizo un movimiento brusco, conocido en la jerga médica como «latigazo» y permaneció de pie sólo unos segundos hasta caer al piso y trabar la puerta.

Según determinaron los expertos en criminalística oficiales y por la defensa del empleado informático Diego Lagomarsino, el cuerpo de Nisman «penduló después del latigazo del disparo» y sangrando por nariz y boca cayó hacia atrás, hasta quedar extendido paralelo a la bañera, con las piernas estiradas y la cabeza trabando la puerta.

Para determinar esta secuencia de la muerte, los expertos tomaron, entre otras, referencia de las manchas de sangre que quedaron en el lavabo. Son manchas de goteo en altura, lo que descarta que Nisman hubiera estado arrodillado, tal como sostuvo la querella que había ocurrido su muerte. Y es sangre proveniente de nariz y boca simultáneamente. Esas manchas tienen un recorrido: comienzan en la bacha, se extienden sobre una manija y se prolongan en la toalla en el piso. Para los investigadores, es la prueba que indica que el cuerpo cayó hacia atrás.

Con todo, en la Fiscalía de Viviana Fein se refuerza la posición que alude a que sería «imposible» una eventual modificación de la posición de los brazos del cadáver del ex titular de la UFI Amia.

Los informes que maneja la representante del ministerio público señalan que cuando el médico José Carrera Mendoza dijo haber observado los brazos en una posición diferente el cuerpo habían transcurrido al menos 12 horas desde el fallecimiento, por lo que la rigidez cadavérica hubiera impedido mover las extremidades.

Para que ello se hubiese producido debería registrarse fractura de huesos o alteraciones en la masa muscular que no fueron registradas en la autopsia por los expertos que practicaron de la necropsia.

Los pesquisas también evaluaron el tiempo que señala la hipótesis de la querellante jueza federal de San Isidro Sandra Arroyo Salgado en que se podría haber movido el cadáver, mientras que la madre de Nisman, Sara Garfunkel, dijo que estaba sentada en la cama de la habitación principal sin perder de vista la puerta de acceso al baño y aseguró que nadie entró ni salió de allí.

Las fuentes detallaron, además, que el perito Daniel Salcedo, también contratado por la madre de las hijas de Nisman, declaró que no se afectaron los patrones de sangre hallados en el baño, lo que también descarta la presencia de una segunda persona en el interior del lugar en el que fue hallado el cadáver con un balazo en la cabeza.