Por Alejandra Ojeda Garnero

El juicio por la muerte de Franco Casco sigue su curso al dar comienzo a la etapa de testigos ofrecidos por las defensas de los 19 policías procesados por desaparición forzada, muerte y tortura del joven de Florencio Varela cuyo cuerpo fue hallado 24 días después de haber abandonado la casa de sus familiares en Empalme Graneros. El debate fue presidido por el tribunal integrado por los jueces Otmar Paulucci, Ricardo Vázquez y Eduardo Martínez, quienes deberán determinar, en base a las pruebas, la responsabilidad de los acusados.

La defensora oficial Susana Brindisi se desempeña en su cargo desde el año 2014 en el Servicio Público Provincial de Defensa Penal. En el año 2014 respondía a las órdenes del defensor regional Gustavo Franceschetti y su colega Lucía Masneri hacía lo propio bajo las directivas del entonces Defensor Provincial Gabriel Ganon.

En el marco de la causa Franco Casco, cuando aún se investigaba como búsqueda de paradero, el defensor provincial Gabriel Ganon envió a las dos defensoras a realizar una visita a la comisaría séptima con el fin de verificar si un llamado que había recibido Ramón Casco, sobre la presencia de Franco en esa comisaría, era cierto y les pidió también hablar con los internos que se encontraban alojados en el penal de la dependencia.

Sobre esa visita, dieron testimonio ambas defensoras, y respondieron preguntas de los abogados defensores en la audiencia que se desarrolló este jueves en los tribunales federales de Oroño al 900, donde Conclusión sigue siendo el único medio presente.

La entrevista que solicitó el defensor Gabriel Ganon se realizó el 28 de octubre de 2014, cuando aun no había aparecido el cuerpo de Franco Casco y se había iniciado una investigación por búsqueda de paradero. Al día siguiente, Ganon presentaría un habeas corpus en favor de Franco Casco, donde se citó al personal de la comisaría, que compareció a las dos audiencias.

Ante la consulta del defensor Paul Krupnik, la testigo dijo: «Me he hecho presente en la comisaria séptima a requerimiento de Defensoría provincial, junto con la doctora Lucia Masneri, no recuerdo exactamente la fecha, pero fue el día anterior a interponer, la Defensoría provincial, la denuncia de habeas corpus a favor de Franco Casco. La directiva vino del doctor Gabriel Ganon, para que me haga presente porque yo estaba de turno para ir a esa comisaría, para ver si se encontraba Franco Casco»

El defensor provincial Gabriel Ganon pidió puntualmente: «Cuando me requiere la presentación en la comisaría séptima era para ver si se encontraba Franco Casco y averiguáramos algo, hiciéramos una visita dentro de la comisaria. Esa fue nuestra función. Nos presentamos con Lucía Masneri, no estaba Franco, recorrimos la comisaria, hablamos con los internos que estaban alojados y no hemos recabado ningún dato de interés para informar al defensor general, y lo que hemos hecho lo trasladamos al conocimiento de doctor Gabriel Ganon que al otro día interpuso la denuncia de habeas corpus, ahí terminó mi asistencia frente al tema», ya que la denuncia fue tramitada por Ganon y litigada por Franceschetti.

El defensor Krupnik profundizó sobre las entrevistas que realizaron las defensoras a los internos que estaban alojados en la comisaría séptima aquel 28 de octubre de 2014, «recuerdo que las entrevistas se hicieron dentro de los lugares donde estaban alojados, en sus celdas», la defensora les consultó a través de la reja si habían visto a Franco Casco y «nos dijeron que no, que no le habían visto la cara, pero sí lo habían visto en el noticiero».

Las entrevistas «se tomaron informalmente, y la información se la pasamos al doctor Ganon, hicimos unas anotaciones con la doctora Masneri de lo que fue el resultado de la visita y eso se volcó al escrito de habeas corpus», dijo la testigo.

Al llegar a la comisaría séptima se encontraron con personal de la secretaría de Derechos Humanos «pero estaban afuera», y manifestó «no puedo precisar los nombres porque no los recuerdo».

El defensor quiso saber si algún detenido, durante aquella entrevista, le manifestó haber sido golpeado, la respuesta fue categórica: «No». Pero en el caso que hubiese ocurrido, «la defensoría provincial y regional en esas cuestiones tiene que llevar adelante indicando la situación a la superioridad, pero la verdad, no».

Luego de hacer las entrevistas a los detenidos, «nos quedamos tomando unas notas y la doctora Lucía Masneri le llevó personalmente la información al doctor Ganon».

En los casos de personas detenidas que manifiesten sufrir apremios ilegales «se hace una planilla y se eleva a la superioridad», pero en este caso no se hicieron, porque no existieron denuncias.

A su turno el defensor Rodrigo Mazzuchini le consultó si una de las improntas que le dio el defensor Gabriel Ganon al Servicio público de la Defensa era combatir la violencia institucional «con esa expresión no recuerdo», dijo la testigo, y agregó «en realidad los defensores públicos tenemos que prestar atención cuando existen casos de violencia institucional y como lo he dicho estamos atentos incluso en las imputativas o cautelares en el provincial, si una persona manifiesta haber sido golpeada, por el personal ya sea de traslado, de la comisaria en algún lugar o armado de causa nosotros elevamos la planilla pero sobre todo esa denuncia es trasladada en audiencia y puesta en conocimiento del juez, siempre y cuando así lo desee el asistido».

Según se desprende del testimonio de la defensora Brindisi, el día que entrevistó a los detenidos de la séptima, aquel 28 de octubre de 2014 ningún interno manifestó haber sufrido violencia institucional, pero el defensor Mazzuchini fue más allá y quiso saber si en algún otro momento de ese año recibió alguna otra denuncia sobre el tema, pero la defensora expresó que «no me acuerdo, si existe tiene que estar la planilla hecha», y debiera estar en el sistema del Servicio Público Provincial de Defensa Penal.

El defensor oficial Martín Gesino consultó sobre el comportamiento del personal policial cuando llegaron a la comisaría para realizar la consulta sobre la supuesta presencia de Franco Casco en el lugar. «No recuerdo, pero no hemos tenido ningún tipo de limitación para movernos dentro la comisaría. Hicimos las entrevistas detrás de las rejas».

«La defensora Masneri trabajaba en la Defensoría provincial y yo en la Regional, ella estaba en contacto directo con Gabriel Ganon, yo estaba más directo con el doctor Gustavo Franceschetti», aclaró la testigo.

La defensora Antonela Travesaro le consultó a la testigo si en el caso de tener que defender algún empleado policial hubiese tenido algún tipo de impedimento o tenía alguna normativa que se lo impedía, la abogada afirmó que «no, hemos tenido gente defendiendo, en el 2014, para asistir a los empleados policiales que no tuvieran recursos y no nombraran defensor de confianza. No se le podría prohibir». «He defendido policías en juicio, también por violencia institucional», aclaró.

En octubre de 2014 tenía un contrato con la secretaria de transformación del sistema penal del ministerio de Justicia, ejercía funciones en la Defensoría provincial, en el SPPDP. «Mayormente me desempeñaba en inspecciones de comisarías y cárceles, algunas entrevistas, el incipiente inicio del registro de torturas de la defensoría pública, redacción de informes, dependía directamente del defensor provincial el doctor Ganon». respondió ante la consulta del defensor Paul Krupnik.

En el mismo sentido que su colega, la defensora Lucía Masneri indicó que el 28 de octubre del 2014 se presentó en la comisaría séptima a pedido de defensor provincial Gabriel Ganon, porque «en ese momento a los familiares e Franco Casco les habían dicho que habían vuelto a ver a Franco en la comisaria y nos indicó que vayamos a ver si estaba o si los otros detenidos lo habían visto. Recorrimos la comisaria, hablamos con los internos, con el comisario, nos mostró el libro de libertades, no estaba en la comisaria», relató.

En la entrevista «informal» con los detenidos «a través de la reja, en los dos penales donde se encontraban todos juntos», las abogadas se «identificaron como personal de la Defensoría», dijo Masneri, a la vez que señaló que «alguien nos llevó por las instalaciones de la dependencia, pero no recuerdo quien».

En relación a la supuesta presencia de Franco Casco en la comisaría, Masneri indicó que los detenidos «dijeron que no habían estado en esa fecha y que no se podía ver el lugar pero que lo habían visto en la tele». Además, no mencionaron si habían sido golpeados por personal policial, ya que «el objetivo de la visita no era ese» aclaró la defensora oficial, al tiempo que aseguró que si hubiese algún caso «se notifica a su defensor», pero «no recuerdo si hicimos alguna notificación». En tanto, mientras se realizaban las entrevistas, «el personal policial estaban lejos, nos veían, pero no escuchaban» Finalmente, al terminar el informe de trabajo en la comisaría séptima lo reportó «al doctor Ganon en forma personal».

El defensor oficial Martín Gesino le consultó sobre el origen de la orden impartida por Ganon para visitar la comisaría séptima. La abogada indicó que «mientras estaba entrevistando a Elsa (madre de Franco), ésta recibió un llamado de Ramón para decirle que alguien había visto a Franco en la comisaría. Fuimos entre las 14 y 15, esto se dio en el marco de la búsqueda de paradero, y alguien dijo que había estado, pero cuando llegamos no estaba, por lo tanto, habían visto a alguien más», afirmó Masneri.

Los informes que volcaron las defensoras en el habeas corpus en favor de Franco Casco, no hace más que reforzar los hechos que declaró el comisario Diego Álvarez en su ampliación indagatoria del 4 de agosto pasado, cuando al realizar una línea cronológica de los hechos, indicó que las primeras entrevistas que se les hicieron a los internos del penal aseguraban no haber visto ni escuchado a Franco Casco y ningún otro hecho de las características que describe la acusación.

El pastor evangélico Daniel Acosta visitaba la comisaría séptima todos los lunes, miércoles y viernes de 18 a 20 para llevar la palabra a los internos de los penales. Lo hacía con un grupo de entre seis y siete personas, desde el año 2008 hasta que fueron trasladados a dependencias del Servicio Penitenciario. También visitaban las comisarías, 3°, 6° y otras comisarías.

Sobre su labor en las comisarías Acosta dijo que «entrabamos en el pasillo a mano izquierda había un salón, y ahí sacaban a los que estaban en el penal uno y dos, y nosotros los esperábamos en ese lugar».

En la séptima, y como lo mencionaron los internos que declararon oportunamente en este juicio, existía un delegado «que me informaba todo lo que pasaba ahí adentro. Estaba Carlos I., también estaba Mariano Vargas, no recuerdo muy bien».

«Cuando ingresábamos nos tocaban distintas guardias porque rotaba, pero siempre un buen trato, nunca tuvimos problemas para nada, nos hacían la requisa en la guardia e ingresábamos, nunca tuvimos ningún problema».

Sobre la relación de los internos con los policías, o si supo de algún caso de maltrato del personal hacia los internos dijo que «no, porque los chicos trataban de aconsejar a los nuevos que ingresaban de que ahí no se peleaba, no se trataba mal».

La defensora Antonela Travesaro que inició el interrogatorio al testigo le consultó cómo supo del caso Franco Casco, «un caso mediático», respondió el pastor Acosta, y agregó «es raro que nunca ningún interno me hizo referencia a Franco Casco, por eso me extrañó».

Los líderes eran los encargados de llevar las novedades del penal al pastor, «pero no fue el caso, medio raro no», se preguntó Acosta.

El pastor tenía una buena relación con el comisario Diego Álvarez, «lo conocí en la (comisaría) tercera, siempre una buena persona, trabajábamos en equipo, por el tema de si alguien quería algún traslado o tenía algún reclamo, siempre buen trato».

Los siervos del penal, también se comunicaban con las personas que ingresaban al transitorio, «porque estaban a metros, les decían que no hagan lío porque era un penal tranquilo y si querían hacer lío que se vayan a otra comisaría», aseguró el pastor Acosta.

María J.es la mamá de un interno que estuvo detenido en la comisaría séptima en el año 2014, por alrededor de dos años aproximadamente. Lo visitaba todos los martes y jueves de 14 a 16 o 17, y solo faltaba si estaba muy enferma.

El interno estaba alojado «en el penal 2, nos reuníamos ahí, y después había una hora de reunión para compartir la palabra, en un salón».

«Carlos fue delegado, siempre basado en lo bíblico, mantenía la limpieza, respetarse entre ellos, era una comisaría muy tranquila», dijo la mujer.

Sobre el caso Casco se enteró por los medios, como la mayoría de los internos, «fui a una visita y había un montón de gente, creo que, de Derechos Humanos, nos preguntaron si sabíamos algo y yo les dije que no, porque esa era la verdad. Nos dijeron que se sospechaba que había estado detenido ahí, después lo vimos por la tele».

«Mi hijo no me comentó nada, porque yo le llevaba la hijita de él, y se ocupaba mucho de ella. Eso era la prioridad, nunca me dijo nada de lo que pasaba adentro de la comisaría. Siempre pasamos buenos momentos ahí. Nunca vi ningún hecho extraño», aseguró la mujer.

A su turno el defensor oficial Martín Gesino, le consultó sobre el momento de ingreso a las visitas, ya que varios internos aseguraron que las visitas eran «maltratadas en el momento del ingreso». La mujer mencionó que «lo único que me molestaba es que no me dejaban ingresar masitas, pero nunca fui maltratada». Del mismo modo aseguró que «nunca vi a ningún detenido golpeado».

Por último, prestaron testimonio tres funcionarios policiales que cumplían la función de controladores de comisarías en el año 2014. Su función residía en “verificar que el personal esté cumpliendo sus funciones, que los detenidos estén bien y las novedades”, aseguró la subcomisaria Sandra Riquelme, con más de 30 años en la fuerza, y afirmó que sus reportes fueron siempre “sin novedad” y que su superior el comisario Diego Álvarez “era un buen jefe”. Todos reconocieron sus firmas en los libros de guardia donde quedaron asentados los informes.

El relevamiento se realizaba “siempre de noche y quedaba constancia en el libro de guardia, con la firma y sello de la comisaría y de quien estaba a cargo”. “Nunca recibí reclamos o situaciones de violencia de esa comisaría”, dijo la empleada policial, al tiempo que “siempre se reportó sin novedad”, y en el caso que hubiese algún detenido golpeado “lo hubiese visto”, y en ese caso, “lo llamo al jefe de inspecciones y le doy la novedad, pero nunca tuve que hacerlo”.

El oficial Lucas Medina, con 19 años de experiencia en la fuerza policial, indicó que en el año 2014 se desempeñó como controlador de comisarías, quien “ejecuta una orden operacional, mediante planillas. Vamos a la seccional y se controla el personal, los detenidos y las novedades”, dijo en la misma línea que su colega. También aseguró que en la comisaría séptima nunca “vi un hecho de violencia”, y en el caso de detectarlo “se da aviso a la superioridad”.

Por último, el oficial principal Luis Silva, con 21 años de trayectoria en la institución policial afirmó que “las inspecciones se realizaban de 23 a 6, se entrevistaba al superior de servicio o al oficial que esté a cargo, y se informaba algo de relevancia”.

En el tiempo que realizó tareas de control en la comisaría séptima “nunca recibí una novedad”, por lo tanto “la planilla se firmaba y se elevaba sin novedad y eso era todo”. También indicó que conoció al comisario Diego Álvarez a quien consideró “un excelente jefe”.