Por Florencia Vizzi

«Lourdes era una nena normal y tranquila, estudiaba y se esforzaba y no tenía problemas con nadie. Era muy conocida en el barrio y la querían mucho. La querían porque la conocían de bebe». Así describió Nadia Magalí Canteros a su hermana Lourdes cuando el fiscal Gonzalo Fernández Bussy le preguntó como era. El desgarrador testimonio de la joven se escuchó en el marco del juicio a Los Monos.

Lourdes Nerina Canteros tenía 14 años. Vivía con sus hermanos, Nadia y Agustín en una casa de pasaje Conscripto Bernardi 6374, en barrio de La Carne. Eran cinco hermanos que habían quedado huérfanos y luego fueron abandonados por su padre. Se criaron entre ellos y sobrevivían como podían. El 15 de mayo de 2013, a las 22, dos chicos en moto pasaron frente a la vivienda y la rociaron a balazos. Uno de los siete disparos impactó en el cuerpo de la niña que miraba televisión en el living y acabó con su vida en pocos minutos, en el auto de un vecino que la llevaba al Hosital Roque Sáenz Peña.

«Mi mamá falleció y yo me hice cargo de mis hermanos más chicos. Mi papá se fue con otra mujer y no volvimos a saber de él. Yo mantenía la casa y trabajaba todo el día, mañana y tarde», relató Nadia, con la voz quebrada, y conteniendo con dificultad el llanto. «Nuestra relación era más como de madre e hija que de hermanas».

«Lourdes estudiaba. Recién empezaba la secundaria, estaba en primer año. Yo vivía con ella y mi hermano Agustín. Mi hermana Débora vivía a una cuadra y media con su pareja, y mi otro hermano, Nicolás, vivía en la casa del fondo con su esposa y su hija. Pero no teníamos relación con él. Lourdes iba algunas veces para ver a la nena, porque la quería mucho, y era su sobrina. Pero la relación entre los hermanos estaba rota. No ayudaba en nada y siempre teníamos problemas por él».

Esa noche estábamos viendo la tele, como todas las noches, después de comer, nos sentamos en el sillón a ver la novela.Estaba mi hermano Agustín también y mi sobrinito, que tenía dos años. Eran las casi las 10 y yo escuché que frenó una moto. No le di importancia, era algo normal. Entonces, justo en ese momento, cuando Lourdes se levantó para ir al baño, se escucharon los disparos. Dos entraron por el ventanal, y uno de esos disparos impactó contra ella. Le entró por el costado. Ella me miró y se tocó… yo me levanté y le dije: quedate tranquila que no tenés nada. Pero cuando le levanté la remera, empezó a sangrar, y se me desvaneció en los brazos, enfrente de la puerta».

Nadia tuvo que cortar varias veces su relato para controlar la lágrimas. Pero se esforzó por seguir y, con voz entrecortada, contar los detalles: «Ahí empecé a gritar y pedir ayuda. Vino un vecino que me ayudó a cargarla en su auto para ir al hospital. Mi hermano agarró a mi sobrinito y se lo llevó a la pieza. Y yo me fui con Lourdes para el hospital, y en el trayecto hacia el Roque Saénza Peña, ella se me murió en los brazos».

Los motivos

La investigación del crimen tuvo muchos puntos oscuros. Nunca fueron encontrados los responsables materiales. Los rumores daban cuenta de que el hermano mayor de l aniña se dedicaba al narcomenudeo. Aparecieron algunas conexiones con la banda de Los Monos, y tiempo después se dio a conocer una escucha telefónica en la cual, supuestamente, Ramón Ezequiel Machuca, mandaba a balear un búnker, con la anuencia de un policía que ya fue juzgado como partícipe secundario por el homicidio. Se trata de Juan Ángel Delmastro, condenado a 6 años y 6 meses.

En ese audio, se distingue una voz, atribuída a «Monchi», que dice «dale a mansalva no más». Las pericias hechas hasta el momento no pudieron confirmar en forma indubitable que, efectivamente, fuera él quien hablaba. En estos días, sus defensores intentan demostrar que las personas señaladas por familiares y vecinos como autores del crimen nada tenían que ver con los Cantero, y que el ataque a al vivienda se debió a un problema entre Nicolás Canteros y una banda del barrio, y fue perpetrado por un joven apodado «Teves», identificado como Matías Carlos Benítez, que se habría fugado a Entre Ríos.

Foto: Gentileza La Capital