por Florencia Vizzi y Alejandra Ojeda

La mañana del viernes 23 de junio las crónicas policiales dieron cuenta de una cinematográfica persecución policial en la zona sur que duró 35 minutos y en la que resultaron muertos, luego de un enfrentamiento, dos supuestos delincuentes que habían evadido un control de rutina. Ellos eran Emanuel Medina, de 32 años, y David Ezequiel Campos, de 28.

Pero tan sólo unas horas después, la reconstrucción de los hechos dio por tierra con la versión oficial y planteó un escenario que remite a otro estremecedor caso de violencia institucional. El supuesto enfrentamiento no fue tal y los jóvenes, que resultaron acribillados por 20 impactos de bala, nunca dispararon un tiro y según los testigos, ni siquiera estaban armados.

Lo que hasta ahora se sabe con certeza es que ambos jóvenes volvían de bailar, alrededor de las 9 y que iban escuchando música en el Volskswagen Up Gris, que David acababa de comprar con mucho esfuerzo y que aún estaba pagando, y  que, según las primeras pericias, el cuerpo de David Campos, quien manejaba el vehículo, tenía 14 orificios de bala (de entrada y salida) y Emanuel Medina 5.

Las voces y versiones cruzadas en esta historia son muchas: la de los familiares de las víctimas, que piden justicia por lo que consideran un crimen injustificable; la del fiscal Adrián Spelta, que investiga la causa; la de los 21 efectivos del Comando Radioeléctrico; la de Policía Motorizada y la de Patrulla de Ación Táctica que participaron de la persecución y la balacera y que están siendo investigados. Esta es la voz de su hermano.