Este lunes por la mañana se llevó a cabo la audiencia imputativa que puso en prisión preventiva a un joven sindicado como uno de los responsables de la balacera que dejó al borde de la muerte al policía Gabriel Sanabria. Se trata de Sebastián C. quien además, en la misma audiencia, fue acusado junto a su pareja, Nadin M. de haber planeado y ejecutado el feroz crimen perpetrado en mayo, en Tucumán y Dorrego, donde fue acribillado a balazos Ángel Ocampo.

Gabriel Sanabria fue baleado alrededor de las 2.30 de la madrugada del 27 de mayo, cuando perseguía a un Peugeto 206 que había evadido un control policial. Recibió varios disparos y aún hoy se recupera de las graves heridas sufridas. Minutos después del hecho fueron detenidas cuatro personas. Dos menores señalados como los presuntos autores del ataque a Sanabria y Mariana Soledad M. y Brian Nahuel B., señalados por encubrimiento, ya que estaban en la vivienda en la que fueron detenidos los menores. Pero la fiscal Paolicelli sospechaba también del hijo de Mariana M., Sebastián Antonio C., quien finalmente fue detenido en barrio La Cerámica el pasado 13 de julio.

La fiscal Gisela Paolicelli detalló que la principal evidencia para acusar a Sebastián C. surgió en la investigación del crimen de Ocampo. «El imputado participó de los dos hechos y tras este último crimen, se secuestró en la escena un teléfono celular en el que se registró una conversación con la mujer imputada. En esa conversación ambos están planeando el ataque a Ocampo, pocas horas después del ataque a Sanabria y en esa conversación él le dio algunos datos de su participación en el hecho», explicó.

Paolicelli conjeturó que la motivación del ataque a Sanabria «probablemente haya sido una cuestión del momento». «Estaban siendo perseguidos por personal policial e iban en un auto robado, con pedido de secuestro y con una chapa patente que no correspondía al vehículo. Y llevaban, además armas de fuego, así que  estaban intentando evadir a la policía porque estaban cometiendo un delito», señaló.

El crimen de Ángel Ocampo

A las 4.40 de la madrugada del sábado 28 de mayo una seguidilla de disparos resonaron en la zona de Tucumán y Dorrego. El blanco fue Ángel Ocampo, un joven de 22 años que falleció poco después en el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez.

Según surgió durante la investigación el crimen fue planificado por ambos y todo quedó grabado en las conversaciones de whatsapp recuperadas de un teléfono celular dejado en la escena del crimen.

«Se trató de una entrega», aseguró Paolicelli. «Esta mujer, Nadin M., acordó encontrarse con la víctima en esa esquina y también participó del ataque», detalló. También señaló que se maneja la hipótesis de que la motivación haya tenido que ver con la venta de estupefacientes, «según surge de las conversaciones de los teléfonos celulares».

En relación al lugar en el que se perpetró el ataque, la fiscal señaló que la acusada pretendía que fuera lejos de su casa, precisamente para que no la vinculen. «Entonces quedaron en que cada uno iba a salir con sus amigos y luego se iban a encontrar en el centro».

Según se reveló en la audiencia, al momento de convenir el punto de encuentro Nadin M. se encontraba en zona de Italia y Pellegrini y quedó en tomarse un taxi para ir a buscarlo a la esquina de Tucumán y Dorrego. Ocampo le dijo que la esperaba ahí porque se estaba por quedar sin batería.

Los tiros que acabaron con la vida de Ocampo partieron de un Nissan Sentra que, tras el ataque y en plena fuga, terminó estrellándose contra un taxi en Catamarca y Moreno. Los tres ocupantes se bajaron y siguieron la huida a pie. Entre ellos estaba Nadin M., quien dejó su teléfono, con toda la evidencia y el detalle del plan tramado en el vehículo.

El hecho de Sanabria fue el viernes y a las pocas horas se dio este homicidio. El autor se fue de su casa para esconderse y hace unos pocos días se recuperó un vehículo robado que también tenía vainas en su interior y una huella de coronel. Además, en el allanamiento en el que fue detenido se secuestraron dos armas de fuego y una moto también robada.