Por Florencia Vizzi

A veces el horror puede estar muy cerca y a la vez pasar desapercibido, tal vez por desinterés o por omisión. Y luego, el horror estalla y nos deja pasmados. Algo así ocurrió durante los últimos 22 años en una casa ubicada en la zona sur de la ciudad. Allí, en Santiago al 3500, una mujer permaneció privada de su libertad a lo largo de esas dos décadas por el hombre que alguna vez dijo amarla.

Finalmente, gracias a  una vuelta del destino, la mujer logró escapar y, de alguna manera, contar el horror. A partir de ese relato, el captor fue detenido y se le dictó prisión preventiva mientras se avanza con la investigación.

«Ella logró escapar el 8 de mayo y tomar contacto con algunos familiares, ese contacto perdido durante tantos años. Así fue como comenzó un recorrido por las instituciones y terminó alojada en un centro de protección» relató a Conclusión la fiscal Luciana Vallarella,quien este viernes acusó formalmente a Oscar R. de privación ilegítima de la libertad agravada por haber ejercido violencia y por el vínculo, y agravada también por el tiempo que duró esa situación.

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«Obviamente la situación es bastante traumática para ella y la pudo ir contando con el correr de los días. Así fue como, acompañada por la operadora del refugio en el que estaba, hizo la denuncia el viernes 17 de mayo en un Centro Territorial de Denuncias», detalló la funcionaria.

Inmediatamente, desde el CTD se comunican con el Fiscal de turno y, como no había detenidos, ese mismo día se derivó el caso a la Fiscalía de Violencia de Género. «Ese mismo día tomé la denuncia y coordiné para hacer la entrevista con la víctima, entrevista que se hizo el lunes 20 de mayo» apuntó Vallarella.

«Es claro que es muy difícil para la víctima hacer este relato, costó bastante recabar datos porque no quería hablar con nosotros ni contarnos lo vivido», relató la fiscal.

Vallarella trató de recabar algunos datos iniciales para comenzar la investigación y con esos datos el departamento de trata de la Policía de Investigaciones fue a hacer un relevamiento del lugar.

«Algo que ella nos contó es que él le había cambiado el nombre. Desde que estaban juntos el le había dado una nueva identidad, con otro nombre y apellido y a todos los que tuvieron contacto con ella durante esos 22 años tenía que decirle que se llamaba así, contó Vallarella.«Y cuando la PDI habla con los vecinos de la zona, los que se animaron a hablar, porque en general todos tenían mucho miedo porque lo tenían identificado como a una persona muy violenta, dicen que a ella la conocían por ese nombre falso. De esta forma los vecinos confirmaron no sólo que existían situaciones de violencia en ese domicilio, sino que, tal como había contado la víctima, le habían cambiado el nombre y también que nunca la habían visto sola, que no iba sola a ningún lado y que no salía si no era acompañada por él».

Así se fueron obteniendo elementos que permitieron a la Fiscalía de Violencia de Género contextualizar el relato de la víctima y recabando pruebas. «A su vez, el relato que hizo la hermana de la víctima nos daba la pauta de que como habían ido ocurriendo las cosas», explicó la fiscal a este medio. «Nos dijo que era una relación violenta desde el principio, que la controlaba y la celaba mucho y que todo el tiempo intentaba aislarla de la familia. Y que cuando intentaron intervenir en defensa de ella, él se la llevó y no la vieron nunca más les permitió tener contacto con ella».

Según pudo saber la fiscal, las veces que intentaron acercarse no pudieron hacerlo por las violentas reacciones del captor. «Cada tanto, a la víctima se le permitía hablar con sus familiares por teléfono, pero eran llamadas monitoreadas por él, en las cuales ella decía que estaba con él porque quería. Y entiendo, aseguró Vallarella, que de alguna manera que entonces en algún momento la familia deja de buscarla. Además ella tenía un hijo de una relación anterior y la había amenazado con hacerle daño si contaba lo que pasaba. De hecho, la hermana nos dijo que no sabía que las cosas eran así, que se entera de como había sido su vida a partir del momento en que retoma el contacto con ella».

El acusado fue imputado este viernes y el juez Héctor Núñez Cartelle le dictó la prisión preventiva por 60 días. «En cuanto a las penas que podrían caberle tiene un mínimo de 2 años y un máximo de 6″, manifestó la funcionaria judicial. Y agregó que están intentando probar que existe un daño psicológico en la vida de esta persona para poder agravar la situación y poder generar una nueva imputación».

Además, la fiscal recordó la fiscal, durante todos esos años perdió contacto con su hijo, contacto que recién ahora está recuperando.

En referencia a la escala penal, Vallarella afirmó que «está claro que esa escala penal de ninguna manera traduce lo que ella sufrió y se queda muy corta para poder reflejar el sufrimiento que padeció».