El domingo 23 por la noche, Carlos Daniel Orellano salió con sus amigos. Fueron a bailar al boliche Ming River House, ubicado en el complejo La Fluvial. Alrededor de las 3 de la madrugada, sus amigos se despidieron y se fueron del lugar. A partir de allí no volvió a saberse nada del joven de 23 años que hoy es objeto de una búsqueda de paradero, un intenso rastrillaje de la Prefectura y varias investigaciones a cargo de la fiscal Valeria Piazza Iglesias.

«La Prefectura está trabajando con todo, buzos, lancha, moto de agua… todo lo que tienen» relató Edgardo Orellano, padre del joven desaparecido. «Con la policía es otra historia. Hasta ayer al mediodía no hubo movimientos. La fiscal había librado la orden para que se haga el relevamiento de las cámaras y otras medidas en el boliche, pero no vino nadie. De hecho, no lo clausuraron y el lunes volvieron a abrir, baldearon las veredas y, si había evidencias, las borraron», se quejó Orellano.

De acuerdo a lo surgido, hasta ahora, en la investigación, en paralelo a las denuncias realizadas por la familia por la desaparición de Carlos, una mujer policía, que realiza adicionales en el boliche dejó asentado, en la comisaría 2ª que corresponde a esa jurisdicción, que esa noche había visto a un joven de similares características que Carlos sobre la baranda que da al río y que, en un momento dado, dejó de verlo y supuso que podría haber caído al río.

> Te puede interesar: Apareció en el río el cuerpo de Carlos Orellano en la zona de La Fluvial

La familia del joven realizó una primera denuncia en la Comisaría 20ª porque viven en Empalme Graneros. Pero después de varias horas sin respuestas y de haber recorrido varios lugares, llegaron a la Comisaría 2ª para dejar asentada otra denuncia. Allí tomaron conocimiento de los dichos de la suboficial que esa noche había trabajado en Ming River House.  

Desde el Ministerio Público de la Acusación informaron que la fiscal Valeria Piazza Iglesias había ordenado el mismo lunes varias medidas para esclarecer las denuncias y corroborar si la desaparición de Carlos Orellano tenía relación con la persona que supuestamente había caído al agua. Por tal razón, solicitó relevamiento de las cámaras públicas y privadas del lugar y de toda la zona, cartas de incidencia al 911 y toma de testimonios. Sin embargo esas medidas no se llevaron a cabo con la diligencia que requería el caso y hubo una gran demora en su despliegue. Por esa razón, la funcionaria inició una investigación paralela, de oficio, por la tardanza en que la comisaría 2ª efectivizó dichas medidas. En ese marco, se dio intervención a la Agencia de Control (ex Asuntos Internos) y a la Unidad Fiscal de Violencia Institucional y se secuestró el libro de guardia de dicho destacamento.

Por otra parte, Piazza Iglesias secuestró los teléfonos celulares del personal de seguridad que trabajó esa noche en Ming River House y de los empleados policiales que realizaban adicionales. 

Además, se incautó material informático que pudiera contener video de cámaras de seguridad y se ordenó el relevamiento y secuestro del contenido de todas las cámaras de seguridad de la zona, privadas y públicas. También se tomarán testimonio a todos los amigos del joven y a los posibles testigos que hubieran estado en el local aquella noche, así como de personal de seguridad y personal policial de adicional.

En tanto, mientras continúan los rastrillajes, se sumó a la búsqueda personal de perros de rastreo por la zona costera y colabora la Brigada Provincial Canina de la provincia de Santa Fe.

Mientras todo esto ocurre, Edgardo Orellano no tiene consuelo. Entre lágrimas, confió a Conclusión que está convencido de que a su hijo «lo tiraron los patovicas al agua». En cuanto al relato de la suboficial que supuestamente habría visto a una persona que podría haber sido el joven desaparecido en la baranda que da al río, Edgardo Orellano afirmó que la denuncia es algo confusa y que en la misma consta que vio a un chico parado contra el barandal y que cuando dio vuelta la cabeza el chico no estaba más pero que había escuchado el ruido cuando cayó al agua. «No se lo que va a pasar con la declaración de esa señora, que es suboficial creo que es, porque no se si dejo la verdad. El esposo también trabaja acá y ella estaba estaba haciendo adicionales».

De acuerdo al relato de Orellano hay varios testigos, pero no quiso decir más porque «hay cosas muy engorrosas, muy raras». «Según los datos que yo tengo, es que vieron a tres personas empujando  a mi hijo al agua, dos de camisa blanca y otro de camisa de otro color.