Por Alejandra Ojeda Garnero

Los discursos de odio habilitan sucesos totalmente repudiables. Una abogada fue agredida por una turba descontrolada en pleno centro de la ciudad, cuando intervino para evitar que le dieran una brutal golpiza a un joven que presuntamente había robado un teléfono celular. El objeto nunca fue encontrado en poder del supuesto ladrón que al parecer actuaba con un cómplice que se habría llevado el aparato. Tampoco estuvo en el lugar la supuesta damnificada. Le gritaron «abogada de los choros y mugrienta de los derechos humanos».

Esta mañana la abogada Marta Felperin fue blanco de un feroz ataque cuando volvía hacia su casa y se topó en Pte. Roca y Córdoba con una escena de extrema violencia y decidió intervenir “como ser humano”, y a partir de lo vivido y al ver la respuesta de la gente ante su intervención decidió contarlo porque “esto refleja el termómetro de estos momentos y es una situación horrorosa y terrible que estamos viviendo”.

En diálogo con Conclusión, la abogada abundó en detalles del episodio y contó que “al llegar a Pte Roca y Córdoba veo un amontonamiento de gente me acerco y pregunto. Me dicen que un chico había robado un celular, y como ya había visto estas situaciones en que la gente se pone violenta me acerco y veo que hay cinco policías y un chico esposado tirado contra el piso. Un chico muy flaquito con la cabeza apretada contra el piso mientras le hacía preguntas”.

Ante esta situación Marta se acerca y en forma muy tranquila le dice “no lo golpeen”, cuando la policía le pregunta quien es, respondió “soy abogada”, refirió Marta.

Esas palabras fueron suficientes para que se produzca “una transferencia, y el ensañamiento hacia el chico se trasladó a los abogados” y allí se produjo el fenómeno que ocurre habitualmente en estos casos con frases como “a los negros hay que matarlos a todos” y más comentarios despectivos, “cosas muy feas”. La mujer aclaró que había más de “treinta personas, de todos los colores”.

Por otra parte, expresó la abogada: “No sabemos si el chico había robado, porque el celular no estaba en su poder y tampoco sabemos donde estaba la presunta damnificada porque parece que corrió a otro chico que estaba con el detenido”.

La transferencia de violencia hacia la abogada se manifestó con frases como: “Esta es abogada de los choros. Seguro que es como ellos. Mira´como están preparados que enseguida llega la abogada”, y en la mayor expresión de odio que pueda manifestarse, dijeron: “Seguro es una mugrienta de los derechos humanos”. Estas expresiones marcan “un ensañamiento hacia los abogados de los choros”.

Luego de la catarata de agresiones verbales, Marta contó que “me empezaron a filmar y a sacarme fotos. Estaba parada contra la pared, me dijeron que me iban a denunciar al colegio de abogados”. No contentos con esto, “una mujer me puso el celular en la cara y me decía que haría si me violan a una hija”, muestra de un discurso político que habilita a este tipo de situaciones en la cual “volvemos a momentos de las sociedades no organizadas que buscan justicia por mano propia, donde no hay justicia sino crimen y donde siempre las víctimas de esto son los sectores menos favorecidos porque siempre se busca al pobre, a quien tiene carencia económica”.

Una vez que la policía se fue junto al chico detenido, “la gente me empezó a rodear. De repente siento que un chico me abraza y otro muchacho, un psicólogo de apellido Bruno también se acercó. Pero un muchacho de pullover verde, que estaba sacado, le pegó una cachetada al psicólogo”.

En esa esquina está Havanna, y al ver que la gente observaba la escena Marta explicó lo que había pasado “intervine como ser humano, porque un celular no vale una vida humana”. Grande fue la sorpresa cuando ninguno de los presentes emitió sonido, “no se si fue por miedo”, pero “nadie dijo nada”. Durante diez minutos la gente estuvo afuera “gritando improperios. Cuando se cansaron y empezaron a irse salí y pude lograr volver a mi casa”.

Lo importante para destacar de este hecho es que “esta gente pedía sangre, no podemos considerarnos humanos con estas conductas, era un circo romano”, concluyó la abogada.