Las migraciones han sido la pluma en la historia de la humanidad. Los procesos evolutivos del hombre en la tierra están intimamente ligados a los kilómetros de aquellos caminantes que salieron de su tierra natal hacia nuevas experiencias de vida.

Es así que, de forma cíclica, las ciudades y los pueblos se han formado debido a estos movimientos de personas que lograron adaptarse a un nuevo lugar, a un nuevo horizonte que los llene de sueños y prosperidad, o al menos, los mantenga vivos.

En el marco de un evento organizado por la UNR, donde reunió a estudiantes recibidos y que estuvieron estudiando o trabajando en otros países, Conclusión entrevistó a la socióloga Luciana Gandini, especialista de FLACSO y del Colegio de México, para hablar sobre los movimientos de migrantes en la región su del mundo y estas nuevas condiciones a las que están expuestos aquellos que parten hacia otro rumbo.

-¿Cómo son los nuevos movimientos migratorios en la región?

-Es una época verdaderamente nueva en término de migraciones en América Latina, por muchas circunstancias. Por un lado, la cerrazón de muchas fronteras en el norte global, EE.UU y Europa, lo que ha hecho que el flujo de los que iban, ya no estén migrando hacia ahí. Esto produjo mucho movimiento intrarregional en América Latina. Eso implica para toda la región que los países nos estamos convirtiendo en receptores de personas migrantes. Lo que para algunos es más histórico, como para Argentina, pero algunos países es mucho más novedoso.

-¿Cuáles son los países con más movimiento?

-El fenómeno más importante de la migración en la región, es el de la migración venezolana, que además se da bajo un contexto de crisis, de una debacle generalizada del país. Nosotros hemos pasado crisis parecidas, no a ese nivel, y que genera mucha expulsión de población que migra en condiciones forzadas. Eso también se ve en muchos países, como Haití y en varios países de centro América. Entonces, la dinámica migratoria en este momento tiene que ver con una migración más forzada e involuntaria, eso hace que el perfil de los migrantes también sea distinto. Por ejemplo, antes podíamos pensar en migrantes hombres, solteros, que después llevaban a las familias y si les iba bien, o mandaban dinero o se re unificaban, pero ahora el perfil es mucho más de migración familiar, de niñas y niños no acompañados. Entonces eso sí implica nuevos desafíos para la región porque necesitan mucha atención y cobertura de derechos de los pactos que tenemos y que hemos firmado la mayoría de los países de América Latina para respetar y garantizar los derechos de las personas migrantes.

La dinámica migratoria en este momento tiene que ver con una migración más forzada e involuntaria

-¿Qué es migración forzada?

-La migración forzada se trata de personas que, posiblemente, no lo hubieran hecho en otras condiciones y lo hacen, fundamentalmente, por violencias estructurales, institucionales, por persecución de pandillas, por el crimen organizado, por problemas medio ambientales y por crisis económicas muy fuertes que generan un nivel de marginación muy importante, incluido, violencia domestica. Por eso decimos que en esas condiciones se combinan varios factores y obligan a las personas a migrar en condiciones muy vulnerables, y eso es muy importante saberlo. En las caravanas migrantes que hemos visto, las personas cruzaban sin nada, a veces con una mochila porque escapan sin nada. Muchas personas se preguntan ¿pero cómo puede ser que hagan eso? Hay que pensar de qué salieron, para que eso sea una mejor alternativa para ellos. Ninguno de nosotros quiere salir de manera improvisada, ni quiere dejar lo poco o mucho que construyó, la familia, pero se trata de personas que huyen de la muerte o del temor a la muerte.

-¿Qué necesita un migrante al salir de su país?

-Eso genera un debate en todo el mundo, sobre personas que necesitan protección internacional, una protección jurídica, porque su vida realmente corre riesgo. En América Latina tenemos un marco jurídico regional que es muy generoso y es muy amplio y es mucho mejor al que reina en el resto del mundo. Es mucho mas centrado en el enfoque de derechos humanos y en una visión más integral de la migración y en un marco de refugiados. Hay países que avanzaron mucho, como Argentina en la delantera con la ley de migración en 2004 y hay muchas leyes de refugiados en la región. Lo que pasa es que nosotros teníamos la experiencia de haber tenido que manejar y gestionar esos flujos migratorios y países como Paraguay, Bolivia, México que no eran receptores de migración, poseen leyes, pero no tienen el aparato burocrático administrativo, ni están preparados presupuestalmente para gestionar flujos migratorios. Pensemos en el caso de la migración venezolana, hay un millón y medio de venezolanos en Colombia y un millón en Perú, que no estaban habituados a manejar semejante flujo migratorio y muchos de esos migrantes solicitaron la condición de refugiado que exige el tratamiento especifico que implica darle residencia permanente y ciertas garantías que exige que el Estado que los recibe los va a proteger de un Estado que no lo hace. Así que estamos frente a un gran desafío. Tenemos leyes y acuerdos, así que hay que aprender a ponerlo en práctica.

En América Latina tenemos un marco jurídico regional mucho mejor al que reina en el resto del mundo, más centrado en el enfoque de derechos humanos

-¿Cómo debemos tomar a los migrantes los ciudadanos del país que ingresan?

-A cualquiera de nosotros podría pasarnos esto. Nadie busca tener que salir huyendo de su país, dejar su casa, dejar su hogar o su familia, por eso hay que ser empático, ponerse en sus zapatos. El caso de Venezuela es particular, y es un país que se asemeja mucho al nuestro en cuanto la recepción de migrantes, pero que debido al cambio de condiciones del país tenemos cinco millones de venezolanos en América Latina, pero a pesar de este flujo importante, para cada país sigue siendo una porción pequeña. Hay que salir de esos estigmas que vienen a quitarnos lo que tenemos, que son los delincuentes, que son ladrones, esa es una visión muy de EE.UU. y del norte global. Por eso, debemos movernos de ese lugar y ser un poco más empáticos regionalmente e intentar aprovechar las ventajas que tiene la migración, que son muchas, culturales y de distinto tipo.

-Qué podés decir sobre los argentinos en este sentido?

-Si nos ponemos a pensar, muchos de nosotros tenemos ancestros que han venido, en la crisis del 2001 muchos personas regresaron a Europa con esa visión de que volvemos a donde son nuestros abuelos y recuperaron ciudadanía y nacionalidad. Son historias cíclicas en nuestra historia y tenemos que aprender de ello. Valorar la parte positiva y no exagerar los aspectos negativos que muchas veces no son reales.