Por Alejandro Maidana

En un mundo que se debate entre el colapso o la continuidad de su agonía, los debates ambientales anclados en la seriedad de sus expositores siguen ganando territorio en la estoica labor de generar un despertar definitivo de la conciencia planetaria.

La irrupción mediática de la joven sueca Greta Thunberg, quién parece haber tomado la posta para denunciar el innegable avance del cambio climático, ha disparado sospechas, elucubraciones y descalificaciones. Si bien podríamos estar frente a un nuevo ardid del capitalismo verde que busca imponer sus corporaciones para transitar junto a ellas la necesaria transición energética hacia un modelo renovable, la necesidad de transformar esta realidad abrumadora en torno a lo ambiental, es menester de todos.

Días atrás una noticia que provenía desde el seno del Gobierno Nacional, volvía a encender las alarmas en torno a un nuevo decreto que flexibilizaría notablemente el ingreso de residuos al país. Se trata del decreto 591/2019 que posibilitaría la importación de residuos poniendo en jaque la ley de residuos peligrosos.

El último párrafo del artículo 41 de la Constitución Nacional prohíbe de manera expresa el ingreso de residuos tóxicos al país. El decreto de Mauricio Macri viola dos principios: uno es el de no regresión ambiental, no se puede retroceder en el derecho. El otro principio que viola es el de progresividad, porque así como no se puede retroceder, se debe legislar hacia adelante. La ley es estricta y con esto se flexibiliza.

Para profundizar los detalles y comprender el grado de peligrosidad de dicho decreto, Conclusión entrevistó a Cecilia Bianco, miembro del Taller Ecologista y referente del área de Tóxicos. “Lo que va a ingresar en Argentina a partir de este decreto que difiere del anterior, es una mercadería, definida como <objetos y sustancias> y sin la obligación de contar con un certificado de inocuidad del país que la deporte”, indicó.

El contacto permanente con otras ONG del mundo, permitieron que se pueda procesar información de suma valía en torno a las complicaciones que pueden surgir de esta actividad. “El caso de Filipinas fue paradigmático, ellos también creyeron en los certificados, ya que se los enviaba un país considerado de los más serios, hago referencia a Canadá. En los mismos se explicitaba que lo que se importaba eran plásticos reciclables, pero al abrir los contenedores se encontraron con <mercadería> como pañales, plásticos sin posibilidad alguna de ser reciclado entre otros. Estuvieron 6 años para poder solucionar ese problema, ya que esos residuos debieron ser enterrados algunos, e incinerados otros, con lo dañino que resulta la quema”.

China, Vietnam y Malasia entre otros países, están buscando ponerle un freno definitivo al ingreso de residuos por la peligrosidad que esto representa. “El contexto internacional cambió radicalmente cuando China cerró sus fronteras, allí el <juego> mutó radicalmente. En lugar de propugnar mayor control, se flexibiliza, y esto en un marco mundial que tiene al plástico el residuo más nocivo, Argentina podría transformarse en el lugar elegido para descartarlo”, enfatizó Bianco.

Modificar las pautas de consumo, una tarea indispensable para poder transformar una realidad asfixiante en torno a la generación de residuos. “Debemos ir dejando atrás la circulación de bolsas plásticas y descartables, es una acción que tiempo atrás parecía utópica y antojadiza, pero ha quedado demostrado que es solo una cuestión de hábitos que pueden modificarse con suma tranquilidad y sin molestia alguna”, concluyó.