La alta presión inflacionaria ha reducido notoriamente las posibilidades de acceder a bienes y servicios a una amplia franja de la población argentina, que cada vez más necesita recurrir a la financiación para acceder a lo más básico como la comida o los medicamentos.

Así lo expresa un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), que reveló que un 64% del financiamiento total que solicitaron los hogares argentinos entre octubre y noviembre de 2022, fue destinado para adquirir comida y medicamentos. Además, el dossier pone el foco en la brecha de género, y remarca que el endeudamiento para ambos rubros es más alto en los hogares cuyo principal sostén es una mujer que en los hogares sostenidos por hombres.

El primer informe sobre Endeudamiento, cuidados y géneros realizado por el organismo dependiente de las Naciones Unidas, en conjunto con el Ministerio de Economía de la Nación, pone de manifiesto la realidad que se vive en el país: para poder comprar comida y medicamentos, más de la mitad de los hogares deben hacerlo con financiación.

Pero el documento presenta información novedosa ya que se detiene en las estrategias de financiamiento y su vínculo con la vulnerabilidad financiera de los hogares de la Argentina desde una perspectiva de género, a fin de poner de relieve y analizar una de las principales dimensiones en que se manifiesta la desigualdad de género en la actualidad: la feminización de los endeudamientos.

El estudio indaga en esas estrategias, tanto en las formales como pueden ser las tarjetas de créditos o créditos bancarios o financieros, así como las fuentes informales, como los préstamos de familiares y amigos, el fiado en comercios, los préstamos de empleadores o prestamistas, entre otras.

En ese sentido, el informe pone sobre la mesa una cuestión preocupante que crece día a día: ante la inestabilidad o falta de ingresos los hogares utilizan estas fuentes de financiamiento para sostener consumos cotidianos y básicos.

Asimismo, remarca que «la dificultad para acceder a financiamiento formal genera, en muchos casos, la necesidad de recurrir a diversas fuentes informales, que suelen tener un costo financiero mayor o redundar en formas de dependencia personal improcedentes, que generan situaciones de elevada vulnerabilidad financiera».

Y, de acuerdo a los relevamientos, esas situaciones se manifiestan, sobre todo, en los hogares con mayores demandas de cuidados bajo responsabilidad exclusiva de las mujeres.

La eterna brecha de género

Según el trabajo de la Cepal, casi el 60% de los hogares sostenidos por mujeres reportó haber recurrido a financiamiento, en sus distintas formas, en el período de realización de la encuesta (octubre-noviembre de 2022), frente a un 50% de los hogares sostenidos por varones; en promedio el 64% de los hogares destinaron el financiamiento obtenido a la compra de comida y medicamentos.

Esta disparidad se explica, en gran medida, por la elevada incidencia de la informalidad laboral en los hogares sostenidos por mujeres, ya que las mayores necesidades de financiamiento se presentan, precisamente, entre las personas que carecen de un trabajo registrado, como se refleja en el hecho que el 69,2% de las trabajadoras informales solicitó algún tipo de financiamiento en el período de realización de la encuesta, frente a un 49,4% de sus pares con inserciones laborales formales.

Asimismo, los hogares con responsabilidades de cuidado de niños, niñas y adolescentes (NNyA) encabezados por mujeres enfrentan situaciones de elevada vulnerabilidad financiera: el 72,6% destina el financiamiento a la compra de comida y medicamentos (el 65,9% en el caso de los encabezados por varones), 7 de cada 10 de esos hogares arrastra atrasos en los pagos de deudas o de servicios, 4 de cada 10 tiene atrasos en ambos, y casi la mitad destina todos sus ingresos para hacer frente a sus deudas o sostiene que sus ingresos le resultan insuficientes para afrontarlas (el 46,2% de los hogares encabezados por mujeres respecto al 38,3% de los encabezados por varones).