En un inesperado acontecimiento, ayer Irán apoyó públicamente el acuerdo «ruso-saudí» para restringir la producción petrolera. La agencia de noticias oficial Shana difundió las declaraciones del ministro de petróleo iraní, Bijan Zanganeh, quien dijo: «Nosotros apoyamos la decisión que tomó la OPEP y otros países no miembros de la OPEP de mantenerle un tope a sus producciones con el fin de estabilizar el mercado y los precios en beneficio de los productores y consumidores».

Dado que el acuerdo inicial anunciado el 16 de febrero fue entre Rusia y Arabia Saudita (con el apoyo de Venezuela, Catar y Kuwait) el apoyo de Irán fue un irónico despliegue del avance de Putin, luego de que Irán acabara de aumentar sus exportaciones de petróleo de sus bajos niveles debido a las sanciones de años en su contra, lo que es un indicio de la profundidad de la relación de Rusia con Irán.

El acuerdo, que los analistas bancarios de Londres y similares descartaron por ser insignificante, ha llevado sin embargo, a un aumento significativo de los precios del petróleo en los últimos 10 días. Todavía no ha empezado a revertir la aguda superabundancia de la oferta de casi 2 millones de barriles diarios de petróleo, entre la producción y el consumo mundial, que en el mejor de los meses se ha estancado en esa cifra mientras que en otros ha aumentado debido al desplome económico. Solo en los países industrializados están almacenados más de 3 mil millones de barriles; los Emiratos Árabes Unidos anunciaron un acuerdo esta semana con India mediante el cual le van a entregar petróleo gratis a India (y transporte gratis) si India se compromete a almacenarlo.

El factor gigantesco en esta sobreoferta global que ha contribuido a hundir los precios del petróleo en un 75% desde mediados del 2014 a la fecha, es la fantasía de que Estados Unidos con Bush sería la «nueva Arabia Saudita» y en particular la fantasía de Obama de ser la nueva potencia antinuclear, antienergía de fusión. Basados en la producción de gas y petróleo de esquisto, económicamente extremadamente ineficientes, Estados Unidos pasó de producir 2 millones de barriles diarios hace una década a 9 millones de barriles diarios recientemente.

Ahora que el estúpido aumento ha empezado a quebrarse a sí mismo, y ayudado a quebrar a gigantes de Wall Street y Europa como el Deutsche Bank, más de tres cuartas partes de las plataformas de perforación de esquisto en EU están cerradas y la producción petrolera ha caído en casi un 10%.

Como lo destacó hoy el editor fundador de la EIR, Lyndon LaRouche, «esto no hace más que resaltar la evidente habilidad de Putin de hacer lo que está haciendo».

La iniciativa todavía tiene mucho camino por recorrer, pero tiene cierta importancia en términos económicos y de ingresos del gobierno de Rusia.