En el marco de una estrategia de liberación de precios definida desde el comienzo por el gobierno de Javier Milei, el rubro alimentos viene siendo el de mayor aumento e impacto en el bolsillo de los argentinos, donde se refleja día a día la caída del consumo producto de unos salarios que no pueden equipararse con los desmedidos incrementos, lo que obligó a modificar hábitos de compra.

En ese sentido, se dio a conocer que la Canasta Básica Alimentaria de Rosario creció un 5,5% mensual en abril, equivalente a $119.750 más por adulto. según un informe que compartió la Universidad Nacional de Rosario (UNR) a través de su Usina de Datos. Estos números reflejan cada vez más las enormes dificultades de sectores mayoritarios de la sociedad que ven como su calidad de vida se deteriora mes a mes.

A modo de comparación, el valor de una Asignación Universal por Hijo (AUH), que es de $52.544, solo alcanza a cubrir los requerimientos nutricionales de niños de hasta un año. Las diferencias con la Canasta Básica se acrecientan a pasos agigantados.

De esta manera, para una familia compuesta por dos adultos y dos hijos adolescentes, el valor ascendió a $456.246, en tanto para una de dos adultos y un menor trepó a $250.278. Asimismo, para una familia de dos adultos y dos hijos menores subió a $353.262. Todo esto apenas para cubrir necesidades básicas.

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Por otra parte, en relación al poder de compra según el tipo de ingreso, quien percibe una Jubilación Mínima ($241.283) pudo acceder a dos canastas básicas, mientran quienes reciben la Pensión Universal para Adultos Mayores ($207.026) pudieron acceder a poco más de una canasta y media, a su vez los que perciben el Salario Mínimo, Vital y Móvil ($221.052) también apenas les alcanzó para poco más de canasta y media. Por último, con una AUH solo se pudo cubrir un poco menos de media canasta.

 

Como se observa, el poder adquisitivo de los haberes mínimos perdió notoriamente frente a la suba de alimentos, que amenaza con seguir profundizándose a partir de la desregulación económica propiciada por la gestión libertaria. Esto trajo aparejado un crecimiento de la pobreza y el desplome de la clase media, abosrbida por una recesión que golpea a vastos sectores, incapaces de poder afrontar el significativo aumento del costo de vida.

Con este panorama, muchos lamentablemente ya tienen que elegir entre comer o comprar medicamentos, por poner un ejemplo, o disminuir la cantidad de ingestas de alimentos en el día. Se volvió un lujo poder darse un «gusto», ni hablar de ir de vez en cuando a un bar o tomarse unas vacaciones en el país. Productores, comerciantes y consumidores, todos afectados.