La crisis económica se extiende por todo el tejido social del país y afecta a distintos niveles. Uno de esos impactos, es la presentación de cada vez más solicitudes para llevar adelante talleres de construcción de cocinas a base de leña.

Se trata de jornadas participativas que tienen por objeto enseñar cómo utilizar eficientemente la combustión a leña, una alternativa cada vez más frecuente entre vecinos de barrios populares y asentamientos, quienes se encuentran en serias dificultades para costear las garrafas a gas, de exponencial aumento en los últimos meses.

El precio de la garrafa social sigue el ritmo de la espiral inflacionaria. A principios de año, luego de una serie de idas y vueltas, la secretaría de Energía nacional autorizó un aumento cercano al 37%, llevando el envase hasta los 267,70 pesos al público.

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Los incrementos en el servicio domiciliario también tuvieron sus consecuencias: según informó recientemente la Defensoría del Pueblo bonaerense, unas 87 mil familias decidieron dar de baja el servicio por no poder hacer frente a las tarifas.

«Todo sube. Así se hace muy difícil la cosa», cuenta Gisela, una vecina de la zona de Sorrento y las vías del ferrocaril Mitre, mientras mira atenta cómo personal municipal transforma una pila de 30 ladrillos en un dispositivo que, según indican desde el Ejecutivo local, aprovecha la leña de forma eficiente, asegurando una combustión completa y maximizando el uso del calor.

Según explican desde la Secretaría de Ambiente y Espacio Público del municipio, entre marzo y abril ya se realizaron más de veinte talleres de construcción de cocinas rocket y para las próximas semanas hay una cantidad similar. A modo de comparación, en todo el año pasado se llevaron adelante un total de 27 encuentros.

Principalmente, tienen lugar en Centros de Convivencia Barrial, Centros de Integración Comunitaria y otros espacios municipales, aunque también pueden organizarse en cualquier tipo de establecimiento.

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Uso eficiente 

A diferencia de los fogones tradicionales, las cocinas rocket direccionan el calor de forma eficiente, lo que se traduce en menor cantidad de biomasa consumida. Además, al utilizar restos de poda local, disminuye la deforestación de bosques y evita la disposición final de las resmas.

Andrea es otra de las vecinas que participó del taller brindado en una huerta orgánica del barrio Nuevo Sorrento. «La verdad que es re fácil y ayuda mucho. Además no hace humo, nada», dice. La cocina requiere de materiales que están al alcance de cualquier vecino y no demanda más de una hora. Primero se apilan los ladrillos de forma tal de dejar una boca para que ingresen las ramas o maderas a utilizar y se genere; y luego se realiza una mezcla de agua con tierra y bosta que sirve para «revocar» la estructura de la cocina. Y no mucho más.

«Además de reducir la cantidad de leña en relación a un calentador convencional, disminuye la expulsión de dióxido de carbono al medio ambiente, reduciendo la emanación de humo casi por completo y los problemas de salud derivados de su inhalación», amplia Torricella, quien detalla que según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la mala combustión de leña explica 2 millones de muertes por año alrededor del mundo.