El historiador y ensayista Ernesto Semán analizó el escenario sociopolítico que se abre con la llegada de Javier Milei a la mayor magistratura del país, y afirmó que victoria electoral del libertario abre las puertas a un extremismo ideológico cuya convivencia con la resistencia de la oposición a la aplicación de sus políticas llevará “necesariamente a altos niveles de violencia institucional, simbólica, narrativa y física”.

“Milei logró sintetizar el voto antisistema, el voto antiperonista y la proyección de una supuesta irracionalidad de las masas a favor de un proyecto de élite”, apuntó el ensayista en diálogo con el programa Pasaron Cosas, al aire en la señal porteña Radio Con Vos. Semán plantea en su libro “Breve historia del antipopulismo” (Editorial Siglo XXI), que durante el final del gobierno de Macri, las limitaciones y el fracaso del primer intento antipopulista con apoyo electoral ponían fin a la idea del señalamiento y la irracionalidad de las masas como el límite para llevar adelante la idea más liberal o libertaria en su versión extrema, como se había planteado hasta ese momento.

Las dictaduras, según Semán, se fundamentaban sobre la base de que el peronismo, como fuerza plebeya mayoritaria del ecosistema político, representaba esa irracionalidad de las masas sobre la que los sectores de la burguesía y la élite sostenían sus proyectos sociales y económicos.

El análisis del ensayista augura que «Lo que viene ahora es la reconciliación de ese señalamiento del problema del peronismo, de la asociación colectiva, de la presencia del Estado, de los obstáculos para el desarrollo de la libertad individual, pero este caso sí está corporizado en una demanda de lo que otros calificarían como irracional, atado a un liderazgo personalista, sin ideas claras. En ese sentido uno podría pensar que se trata de algo viejo con bases de legitimidad realmente novedosas”.

Ernesto Semán, historiador, escritor y docente de la Universidad de Bergen en el reino de Noruega

El estudioso explicó que, aún la última dictadura militar, existía “ese mecanismo de imaginar al populismo como un enemigo que no te dejaba otra opción que redoblar la apuesta. Alberto Benegas Lynch, el señor mayor que está alrededor de Milei acusó a Martínez de Hoz de populista, señalando las concesiones de la gestión saliente a las corporaciones, a los grupos industriales nacionales y a los sindicatos, que según él habían hecho imposible controlar la inflación”. Así mismo, “el ideologismo es una plataforma en la cual la realidad se transforma en un obstáculo más que hay que correr a un lado para aplicar la idea pura. El momento de la idea pura llega en algún momento, y para los libertarios es este”.

Semán advirtió que “Ni lo que hizo Martínez de Hoz alcanza para aplicar de forma categórica la idea que tenemos sobre la idea de la propiedad privada como centro de organización de la economía y la política y como la idea que el esfuerzo individual y no la acción colectiva es lo que va a llevar a la prosperidad”. 

Al ser consultado por la convivencia de Milei con las fuerzas que le serán opositoras a partir de su asunción en 10 de diciembre, el historiador sostuvo que “A juzgar por lo que uno ha visto los últimos meses, es difícil imaginar armonía”. 

Semán señaló que “La tonalidad de comparsa que tenía La Libertad Avanza (LLA) hace muy difícil imaginar un comportamiento orgánico más allá de lo que la alianza con Juntos por el Cambio le proveyó en muy poco tiempo. La gente elige entre las opciones realmente existentes, y en este caso era la única forma de poder hacer un señalamiento del fastidio y del hastío respecto de la situación económica y de quienes percibían como los responsables, era a partir de votar al otro candidato. Eso reúne una masa muy heterogénea”.

“La gente que votó a Alfonsín en 1983 no votó porque creían que iba a hacer una transición democrática, transparente, blanda, moderada, inclusiva”, dijo el investigador, y profundizó: “Algunos lo votaron porque creían en su política de derechos humanos, otros lo votaron porque eran radicales pero no votaban a otro candidato que no fuera radical aún odiando su política de derechos humanos, y otros lo votaron sólamente porque votarían cualquier cosa en contra del peronismo”. 

Según el analista, en el caso de que alguna persona o entidad se interpusiera en ese objetivo, “si las críticas de quienes están alrededor de Mieli hacia la dictadura militar de 1976 era que había sido demasiado concesiva, incluso en el lenguaje y ni hablar de la violencia física, el nivel de exasperación que provoca encontrar esos focos de resistencia a la aplicación cabal de la idea. Teniendo en cuenta el desarrollo de la represión a las masas que implican una resistencia a las políticas de su gobierno, la alianza de Mauricio Macri con LLA tiene necesariamente altos niveles de violencia institucional, simbólica, narrativa y física. Sería muy difícil imaginar que no sea el rasgo distintivo del próximo par de años en la política argentina”.

El autor Ernesto Semán afirmó que “La base electoral de Milei es muy heterogénea. La posibilidad de llevar eso como soporte para desarrollar las políticas públicas que LLA tiene en mente no es, ni me parece que vaya a aspirar a que sea una cosa necesariamente armoniosa”, y agregó: “Me parece que hay un diseño hecho como para vivir con altísimos niveles de conflicto hacia adentro, en el armado de coaliciones legislativas, institucionales entre Nación y provincias, y políticas con las bases electorales y las organizaciones políticas, en permanente negociación”.

“Esto no es una identidad política como el radicalismo y el peronismo, son todos estados nacientes con lealtades volátiles, pero anudadas alrededor de programas más o menos precisos. Yo me olvidaría de la idea de la armonía como un objetivo en la medida de que el objetivo es llevar adelante la mayor cantidad posible de puntos de esa agenda de extrema derecha. Si esa agenda se puede llevar adelante con relativos niveles de conflicto no creo que ése sea un problema para Milei. No creo que Milei, ni sus votantes se entusiasmen con respeto a los procedimientos institucionales”, analizó el historiador.

Semán desmintió que Argentina hubiera sido una potencia mundial tal cual lo señala Javier Milei en sus alocuciones: “Hubo un breve momento en el cual el ingreso per cápita en Argentina era el ingreso más alto del mundo. Eso coincidió con la crisis de 1890 de Estados Unidos, pero en términos de producción, de exportaciones, de generación de PBI nunca fue el más importante”, aclaró el profesor de historia de la universidad noruega de Bergen.