Por Alejandro Maidana

Departamento de La Paz, Entre Ríos, allí se encuentra Colonia Avigdor, la última colonia de inmigrantes judíos creada por la Jewish Colonization Association, una organización filantrópica liderada por el Baron Hirsch. A fuerza de trabajo arduo y manos callosas se levantó Colonia Avigdor, esta población de judíos alemanes que encontrarían la paz y el equilibrio tan deseado, después de la deshumanizante persecución nazi.

Pero claro, Avigdor, como muchos otros poblados de nuestro espoliado país, se vería interpelado por los 90, década de un modelo neoliberal que haría de la privatización su herramienta. Los transgénicos y su paquete tecnológico, oficiarían de ariete para la deleznable concentración de tierras y el despoblamiento de una comunidad que tenía un fuerte arraigo gracias, entre otros factores sociales,  a su Cooperativa Agrícola, que fue de suma  importancia regional como generadora de fuentes de trabajo. La Cooperativa víctima del neoliberalismo, tuvo incidencia en las oportunidades de vivir en este pequeño pueblo del norte entrerriano.

El rabino Sergio Bergman aparecería en escena

El saliente ministro de Ambiente y Desarrollo Sustentable, viene cumpliendo un papel preponderante en la médula económica de un terruño que se debate entre el falso relato de la preservación del trabajo, o el avance de distintas denuncias que involucran al mismo y desnuda la idea de dependencia que quisieron instalar . Bergman es miembro fundador de R.A.I.C.E.S, una fundación cuya sigla significa Red de Acciones e Iniciativas Comunitarias para la Empresa Social. Además de ser uno de los fundadores, el ministro fue durante mucho tiempo su director ejecutivo.

Por ello, no extrañó que esta fundación lleve adelante desde la gerencia y administración, una empresa láctea que fuera tapa de diarios por su derrotero contaminante. Los efluentes de la misma, más precisamente «lactosuero», que no es otra cosa que la fracción líquida obtenida durante la coagulación de la leche en el proceso de fabricación del queso y de la caseína, eran arrojados al arroyo del lugar a través de un caño clandestino que fue corroborado en su momento por los trabajadores de la empresa, lo que genera una comprobada contaminación, mil litros de suero lácteo equivale al efecto contaminante del efluente cloacal de 500 personas en un día según el Inti.

Pero claro, si bien la denuncia realizada en su momento por la Asamblea  <Más ríos, menos termas>, encontraría asidero en la Secretaría de Ambiente de la provincia, las acostumbradas presiones comenzarían a reactivarse tanto al municipio del lugar, como a aquellos que se animaron a denunciar este accionar por fuera de la ley.

Las cartas estaban sobre la mesa, el ardid para frenar la investigación se basó en la posibilidad de tener que afrontar la pérdida de fuentes laborales, y amenazar con cortar los contactos que tenía el influyente ministro para seguir «empujando» a  que el pueblo crezca.  Así fue como el establecimiento de la Fundación R.A.I.C.E.S pese a desoír el decreto 5.837 de la ley 6.260 de la Provincia de Entre Ríos y la Ley General de ambiente, siguió con su funcionamiento habitual, ya que de acuerdo a distintos testimonios de vecinos, quienes se encuentran al frente de este emprendimiento presionaron de sobremanera a la Junta de Gobierno de Colonia Avigdor. Una maniobra cuasi extorsiva, algo que habla a las claras del <infierno de una comunidad, y el paraíso de Sergio Bergman>.

La devolución de 38 millones de dólares y el interrogante de los otros 20

Si bien Colonia Avigdor parece ser el <paraíso> del ex ministro, donde cada vez que puede disfruta  estadías placenteras en lo que muchos aseguran sería su hotel, existen otros interrogantes que siguen zumbando los días de quién aún adeuda una serie de respuestas por su raquítica gestión. A principios de año, el actual Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible Juan Cabandié, denunció que Sergio Bergman devolvió 38 millones de dólares de un préstamo del Banco Mundial, que perseguía como objetivo, la construcción de pozos de agua para beneficio de distintas comunidades Wichi que finalmente no se llevaron a cabo.

Se trataba del «Programa Bosques Nativos y Comunidad», que a través de un crédito de 58,7 millones de dólares otorgado por el Banco Mundial (BIRF 8493), en conjunto con una inversión nacional de 2,5 millones de dólares, buscaba fomentar el aprovechamiento productivo mediante la implementación de planes de manejo forestal sostenible que beneficien a pequeños productores, comunidades originarias y campesinas de Chaco, Santiago del Estero, Salta, Jujuy y Misiones.

Si bien los números son fríos, en pocas oportunidades nos permiten mentir, por eso si tomamos como referencia lo que se devolvió del préstamo del Banco Mundial, y lo que supuestamente se invirtió, nos obliga a formularnos una serie de preguntas ¿A dónde fueron los restantes 20 millones de dólares? ¿Qué relación existió entre el Ministerio de Ambiente, Fundación Judaica y Fundación «El arte de vivir» en el destino de los fondos del programa Bosques Nativos y Comunidad? Preguntas que adeudan una serie de respuestas, y que tienen al Estado en la figura de Bergman, y a una de sus fundaciones junto a la del Ravi Shankar, un abonado a las denuncias de la AFIP, en el ojo de la tormenta.

A días de abandonar la gestión, el martes 3 de diciembre de 2019 en el predio de fundación Judaica en Colonia Avigdor, la jornada de plantación “Respirar y Plantar”, impulsada por la Secretaria de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación junto a la Fundación el Arte de Vivir, invitaban a participar de las plantaciones de especies nativas en ciudades de Argentina. Todo un dato, ya que había sido denunciado tiempo atrás por quema y desmonte en hectáreas de monte nativo pertenecientes a alguna de sus fundaciones en Entre Ríos, denuncias que no avanzaron por la desidia en los organismos de control de la provincia, cuentan quienes impulsaron las mismas.

La verdad suele ser demoledora, y lejos está de tener un antídoto, mientras que dias atrás en Bandera Bajada, Santiago del Estero, más de 30 comunidades marcharon durante 5 kilómetros hasta el comisionado municipal de esa localidad con la intención de visibilizar un reclamo que lleva meses,  y que no es otro que la necesidad imperiosa de abrazar un derecho humano universal negado, el acceso al agua, Sergio Bergman devolvería 38 millones de dólares y no podría explicar en que se invirtieron los más de 20 millones restantes.

Una historia de fundaciones, hoteles, triangulaciones y presiones, que encuentran en la figura del ex ministro, el objetivo claro de una investigación que debería avanzar para poder clarificar una serie de profundos interrogantes. En plena pandemia por el covid-19, virus que desnudó el deleznable marco de desigualdad reinante en el país, Sergio Bergman se daría el gusto de devolver 38 millones de dólares que hubiesen colaborado para que poblaciones aletargadas, puedan tener el tan ansiado acceso al agua.