El G20 surgió a fines de los 90 como foro informal de los Ministros de Finanzas del Grupo de los 20. En 2008 se transforma en el principal foro para enfrentar la crisis financiera y salvaguardar el sistema capitalista.

Los 19 países geopolíticamente más importantes del mundo son los que lo integran. Ellos son: Argentina, Brasil, México, Sudáfrica, Rusia, Turquía, Arabia Saudita, China, Japón, India, Indonesia, Corea del Sur, Australia, Canadá y EE.UU, Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia, sumando a la Unión Europea (miembro Nº 20).

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Cabe destacar que habrá países invitados este año como España, Chile y Países Bajos. A estos se le sumaran organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio, Banco Mundial, FMI, OCDE, Organización Internacional del Trabajo entre otros. Como aporte fundamental, es menester destacar que los países miembros representan el 85% del producto bruto global, dos tercios de la población mundial y el 75% del comercio internacional.

“El G20 se define como un foro de cooperación económica, pero en realidad lo que hace es imponer una hoja de ruta que incluye educación, cultura y modelo productivo entre otras cosas”, sostuvo María Elena Saludas.

Desde hace muchos años diferentes organizaciones vienen trabajando en la idea de concientizar sobre la verdadera misión del Grupo de los 20. “Como le dijimos ‘NO’ a la OMC (Organización Mundial del Comercio) hace algunos meses atrás, le decimos ‘NO’ al G20 porque lo consideramos antidemocrático, ilegítimo y no representativo, ya que es una profundización de las políticas neoliberales”.

La organización demandará un costo que bajo la coyuntura actual del país, resulta una verdadera obscenidad. “Se destinan por fuera de lo que se calculó para el presupuesto, 3.000 millones de pesos, de los cuales 1.000 millones se destinan para defensa y seguridad. Ya tenemos en nuestro país tropas de Estados Unidos que van a instruir a la policía federal y a gendarmería para repeler posibles disturbios, incluida defensa anti aérea”, enfatizó Saludas.

“No podemos aceptar que se hable de seguridad alimentaria, ya que se trata de aceptar la comida que te dan, nosotros hablamos de soberanía alimentaria. Esta postura no refiere a  otra cosa que decidir que se produce, como y para qué, el modelo agroexportador extractivista de nuestra ciudad es un espejo del modelo que no queremos”, concluyó.