El tablero político del oficialismo quedó sacudido luego de la derrota parlamentaria en la Cámara de Diputados. La votación del articulado de la Ley Bases, que culminó con la vuelta a comisión del proyecto, dejó esquirlas sobre diferentes actores del Gobierno, que aun mastican la bronca del fracaso e intentan argumentar que todo fue parte de un plan pergeniado para exponer a la casta. Lejos de estos vericuetos argumentales, el ex presidente Mauricio Macri divisa el fracaso con la preocupación de quien sabe que puede repetirse si no hay un cambio en el accionar que llevó a este escenario.

Según pudo reconstruir La Política Online, poco después de la votación en el recinto, el fundador del PRO escribió por chat a sus allegados: «Prepárense que viene el take over del gobierno. Yo le avisé a Javier que iba a pasar esto».

Dicho portal, que conoció los mensajes a partir de fuentes del partido Propuesta Republicana, había marcado la semana pasada que Macri les adelantó a los suyos su intención de avanzar hacia lo que entiende que sería un rescate de la gestión nacional, deteriorada por sus propios funcionarios y la improvisación con la que actúa la dirigencia oficialista.

A criterio del ex presidente, en un tablero sacudido por la derrota, es natural que algunas piezas caigan. Ahí aparecen apuntados algunos actores puntuales, como el titular de la Cámara de Diputados, Martín Menem, y los integrantes del Gabinete que provienen del peronismo y del riñón de algunos gobernadores.

Para la presidencia de la Cámara baja, Macri siempre quiso a Cristian Ritondo, alguien con quien -dijo- «este papelón no pasaba». Además sostiene que otros dirigentes del PRO deberían acceder a lugares de importancia en el equipo de Gobierno y avanzar hacia un esquema de coalición que diluya el predominio de La Libertad Avanza.

El ex mandatario achaca gran parte de la responsabilidad del estancamiento de la gestión a Nicolás Posse, un jefe de Gabinete al que no se le conoce públicamente el tono de voz. Para ese lugar incluso tiene a un candidato en mente: el ex ministro de Transporte durante el Gobierno de Cambiemos, Guillermo Dietrich.

Otros espacios clave a ocupar serían el Ministerio del Interior -hoy a cargo de Guillermo Francos, quien no pudo construir los acuerdos necesarios con los gobernadores en torno a la Ley Ómnibus y quedó expuesto por su falta de conocimiento de los trámites legislativos- y la cartera de Capital Humano que ostenta Sandra Pettovello -de erráticas declaraciones que terminaron con enormes filas de personas reclamando alimentos y asistencia-.

Diego Santilli y María Eugenia Vidal aparecen en la cabeza de Macri como mejores opciones para ocupar esos puestos. Tanto ellos como Dietrich son activos participantes de la discusión pública y mostraron desde un inicio el respaldo a la gestión nacional.

Una cosa no quita la otra: el ex presidente de Boca ve con buenos ojos la tarea desarrollada hasta el momento por Patricia Bullrich y Luis Petri, a quienes les reconoce un trabajo que -entiende- resalta al ser comparado con el resto de los integrantes del Gabinete.

En La Libertad Avanza no son ingenuos y comenzaron a leer que Macri prepara sus próximos movimientos gracias a la intensidad de las críticas que empezaron a aparecer de parte de comunicadores alineados con su figura. En La Nación Más, insistieron ante el diputado nacional de LLA Oscar Zago hasta que quedó bien demostrado que el retorno a comisión del proyecto de Ley Bases fue decidido con total desconocimiento de qué implicaba hacerlo. Posteriormente, el conductor Eduardo Feinmann contó en Radio Mitre que «dentro del Gabinete algunos dicen que si no los mandan al banco al Santi Caputo y a Nico Posse, el presidente termina estrellando el Gobierno». Señales de un quiebre que augura un reordenamiento en ciernes.