Por Manuel Parola

El profesor e historiador Pablo Borda se caracteriza por tener un abordaje descontracturado y a la vez profundo de la historia. Para él, es muy común escuchar versiones simplificadas o burdas de la historia, cuyos pliegues esconden intereses de clase que terminan la tergiversación de los hechos y en consecuencia su interpretación para la escritura de la historia de la Nación, y que por lo tanto un historiador puedan contestar con el chascarrillo “es más complejo”. Con esta frase, Borda titula el show de revisión histórica desde el humor y el diálogo con otros autores es la herramienta para desandar narrativas de grupos reaccionarios y numerosos sentidos comunes impuestos.

Borda es licenciado en historia de la Universidad de Morón y se define a sí mismo como «un profesor de historia con un canal de Youtube”. De su esfuerzo por la divulgación de la Historia con H mayúscula, desde un enfoque pedagógico, busca desalambrar lugares comunes que hacen al acervo nacional y que en realidad “son más complejos”.

El docente llega a la ciudad este sábado con «Es Más Complejo», un show que ya tuvo su primer careo con el público en el porteño espacio de formación cultural y de intercambio de ideas Cultural Moran. La presentación será este sábado 13 de abril a las 20 hs en Sala Lavardén.

– ¿De dónde nace el nombre de tu presentación? 

– Este chascarrillo de la corporación de los historiadores es parte de una toma de postura sobre lo que estamos viendo en los días que corren. Detrás de este discurso falaz de la memoria completa, que no es más ni nada menos que la reivindicación del terrorismo de Estado bajo una suerte de reedición de la vieja teoría de los dos demonios, lo que estamos viendo en el gobierno de Javier Milei es cómo reaparecen ciertas narrativas que un poco fueron las utilizadas por los militares para llevar adelante el terrorismo de Estado. La necesidad de eliminar al enemigo «terrorista subversivo», la idea de que había «una guerra» en la Argentina, todas estas ideas no forman parte de contar la otra cara de la historia. Esa cara ya se contó en los ’70 y se impuso como la única visión durante la dictadura. Sobrevivió en la forma de la teoría de los dos demonios, los responsables del terrorismo de Estado estuvieron libres hasta la década del 2000 después de los indultos, así que es una falacia decir que no se ha contado la otra historia. Al contrario, podríamos decir que desde 1976 para acá hubo más tiempo en el que se contó esa cara de la historia que la cara de lo que había sido el terrorismo de Estado.

No nos olvidemos de las leyes de Obediencia debida es de 1987, la Ley de Punto Final es de 1986. Entonces no hubo un proceso de juzgamiento absoluto de los crímenes del terrorismo de Estado y ni hablar de que Videla fue liberado por Menem. Detrás de eso lo que tenemos es esta idea refundacional de «acá se inicia un nuevo capítulo de la historia argentina con MIlei», como si modelos liberales no estuvieran impuesto en el pasado con un rotundo fracaso.

Pero además también hay un discurso de atacar la base de lo que ha sido la vida democrática argentina. Si uno agarra y toma algunas de las nociones de Milei como la del granero del mundo o la de que hubo una guerra en lá década de 1970 o que no hubo memoria completa, en el fondo lo que pareciera sobrevivir es que el sistema político democrático argentino está podrido y la única forma es dejar atrás todo lo que hubo atrás porque todo se hizo mal.

Ese ataque que se hace, por ejemplo, a las políticas de memoria, a los juicios contra los militares o, por seguir dando ejemplos, la reivindicación de nuestra propia historia nacional. El ataque a la figura de (Hipólito) Yrygoyen, que fue el primer presidente democrático de la historia, nos gusten o no los radicales, o el ataque a la democracia a partir de esta idea de 100 años de decadencia que coinciden con el inicio de la democracia en Argentina, no son nada más ni nada menos que parte de un discurso que busca imponer un modelo viejo pero renovado, pintado con la ideología liberal libertaria, que no es otra cosa que el modelo de los sectores conservadores, que es el modelo histórico de las elites entreguistas y que ahora, bajo una forma ruidosa en que se muestra «políticamente incorrecta» no hace más que revivir, traer de nuevo esas mismas banderas, incluso con la permanencia de funcionarios de gobiernos como el de Mauricio Macri o el de Carlos Saúl Menem pero presentando una idea de ruptura.

– O sea que el objetivo del show es generar preguntas sobre el discurso establecido y sobre cómo leemos nuestra propia historia…

– «Es más complejo» es acercarnos a la historia y ver cómo muchas de estas nociones burdamente impuestas por la narrativa oficialista en este contexto, no son nada más ni nada menos que discursos simplistas, muchas veces infantiles, que tienen un propósito ideológico: imponer la agenda del movimiento liberal, ahora llamado liberal libertario, y revivir muchos de los tópicos que aparecen en de los sectores dominantes de la historia argentina del siglo XX. La idea de una Argentina potencia que se desvió con la democracia y después con el peronismo. La idea de una larga decadencia como si la serie histórica no demostrara que en Argentina hubo un gran crecimiento económico en el siglo XX e incluso redistribución de la riqueza o la narrativa sobre la Guerra Fría como de repente hoy en día pareciera que el muro de Berlín nunca hubiera caído. Pareciera que estamos viendo el ataque al mundo occidental y cristiano. Milei ha dicho «Occidente está en peligro por culpa de las ideas socialistas» y en realidad el mundo está apuntando a otra dirección.

Mientras forjamos una suerte de relaciones carnales reforzadas incluso con Estados Unidos, pareciera que estamos viendo la emergencia del mundo multipolar, la conformación de nuevos bloques, el ascenso de Brix frente al retroceso relativo del G7 y el gobierno pareciera ir a contracorriente de la dirección en al que va el mundo. Mientras el mundo avanza hacia el cuestionamiento a la hegemonía de los Estados Unidos, parecieramos estar absolutamente decididos, bajo el gobierno de Milei, a ser casi un satélite de Estados Unidos en el Atlántico Sur.

Fotos: gentileza de Pablo Borda

Fotos: gentileza de Pablo Borda

El dos veces embajador Jorge Argüello en Estados Unidos habla de una alineación gratuita con Estados Unidos, cosa que no es la primera vez que sucede por lo menos en las últimas décadas en la Argentina…

– Hay una diferencia ahí. Cuando Carlos Menem se alinea con Estados Unidos en 1990, acababa de caer el Muro de Berlín, acababa de disolverse la Unión Soviética y Estados Unidos era indiscutiblemente la principal potencia mundial y no parecía haber una alternativa a la hegemonía estadounidense. Era el mundo unipolar, pero cuando Milei decide tomar estas posiciones, estamos ante la caída relativa de Estados Unidos y sus aliados, el ascenso de los Brics, la disputa por la hegemonía militar con Rusia, el ascenso de China que se posiciona -si vamos a las medidas de PBI en base al poder adquisitivo- por encima de los Estados Unidos, el ascenso de la India, la conformación de nuevos bloques, el cuestionamiento a la utilización del dólar. Menem adoptó las relaciones carnales cuando parecía que el mundo no demostraba otra alternativa. Milei adopta una posición de entreguismo absoluto y subordinación en el momento en el que está claro que hay alternativas y además que esas alternativas están imponiéndose de manera real sobre la hegemonía estadounidense.

Me parece una aclaración necesaria porque incluso sin compartir con él, Menem fue parte de una lectura de los tiempos. Milei al contrario, está disociado de cuál es la realidad de nuestro mundo.

Fotos: gentileza de Pablo Borda

Fotos: gentileza de Pablo Borda

¿Cuáles son las herramientas que te puede brindar la historia para generar agendas de discusión pública para poder llevar adelante un nuevo programa de país, de Nación, de Estado o por lo menos de proyección histórica? Porque el hecho de que la victoria de Javier Milei en el ballotage de noviembre de 2023 indica que la sociedad atraviesa un nivel de trauma tal que interpretó en Milei una salida a los problemas que Argentina tiene. Hay ahí un debate que nos debemos como comunidad…

– Si, sobre todo hay un debate definitivamente en torno a las limitaciones y los fracasos, por lo menos parciales, de gran parte de la dirigencia política, pero también en torno a cuál es la visión que hemos construido a nuestra historia nacional. Javier Milei se presenta como una outsider que quiere imponer ideas que sólo se impusieron con éxito en el momento en el que, según él Argentina fue una potencia mundial en el siglo XIX, algo totalmente desmentido por cualquier historiador serio, pero además presentando esta idea de que se han impuesto las mismas ideas fracasadas del socialismo del estatismo durante 100 años. Alcanza con abordar cualquier libro de historia económica o de política económica argentina para ver que, al contrario, en Argentina hemos tenido péndulos entre orientaciones estatistas, intervencionistas y orientaciones liberales entre el mercado y el Estado, entre lo nacional y la privatización, entre la industria y el agro, para ver que es imposible habilitar la idea de que se hizo durante 100 años lo mismo. Y muy al contrario, gran parte de los experimentos liberales que ya se impusieron en el país terminaron en fracasos rotundos. No es un detalle menor también la cuestión del tiempo histórico y la cuestión generacional muchos de los jóvenes que hoy votaron a Javier Milei son jóvenes que nacieron después del 2001 o que no tenían conciencia en ese momento, pero aquellos que tenemos aunque sea algunos años más somos conscientes de que ese modelo neoliberal fracasó catastróficamente en Argentina.

También a su vez tenemos deudas históricas para con nuestra población que tienen que ver con la pobreza, con la desigualdad, que son agendas necesarias, pero es falso creer que la única solución a esa pobreza a esa desigualdad o al desempleo, al programa al desarrollo, sea un giro hacia el liberalismo, porque esos giros hacia el liberalismo ya se dieron y son parte del problema que enfrentamos. Por ejemplo con la deuda externa. Si tomamos el último 50 años y hacemos una comparación en la primacía entre políticas de Estado de bienestar o redistributivas y políticas liberales y mercados, vamos a ver que las de las liberales y mercados fueron preeminentes y que por lo tanto el actual estado de la situación, que tiene que ver mucho con la pobreza, con la inflación, con la crisis de la deuda se debe aún más a esa agenda política que Milei reivindica que a la que denosta y propone destruir como principal responsable.

Entonces, no sólo se trata de leer y analizar la historia, porque todo esto que nosotros estamos hablando es el producto de desarrollos históricos, sino también de leer los tiempos corrientes y entender justamente que detrás de esa visión simplificada, detrás de esa división maniquea de «el mundo libre contra el socialismo», que el socialismo para Milei es todo, desde el kirchnerismo, Lula y Petro, es nada más que una visión infantil de lo que de verdad está pasando. En este contexto es fundamental que podamos traer estas discusiones, no sólo de cara poder tener una visión más compleja de la realidad, sino también de cara a crear espacios y cursos para la acción, porque si nosotros nos dejamos llevar por las ideas equivocadas, vamos a terminar tomando las decisiones equivocadas.