Por Manuel Parola

El politólogo y streamer Tomás Trapé caracteriza a la militancia como un ejercicio de escuchar al otro. Peronista por educación, distópico por gusto e incómodo por necesidad, el joven lleva adelante un programa de streaming que busca discutir con los lugares comunes que propone el “campo nacional y popular” y reivindicar el pensamiento nacional como salida de la anomia que ha significado para ese sector de la sociedad la victoria de Javier Milei en el ballotage del 19 de noviembre del 2023.

El programa Cabaret Voltaire, al aire en la señal de internet Brindis TV, evoca dos cuestiones, la charla y el vino como método para la conversación. Y el acervo nacional. Con veintitrés programas emitidos de diferentes duraciones, entre ellos coberturas de las elecciones nacionales y debates presidenciales, Trapé junto a su equipo evocan a pensadores, militantes de diferentes sectores del abanico político -sin escapar al debate ni a comunistas de gran estudio ni a libertarios convencidos- para responderse la misma pregunta que nos hacemos todos, pero buscando las herramientas para responderlas: ¿Qué futuro le depara a una Argentina que rechaza su pasado original como idea fundacional? Para Trapé, una posible respuesta está ahí.

 

​​- ¿Cómo la ves? ¿Cómo se llegó a este nivel de trauma de la sociedad argentina que optó por Milei como una posible salida de la crisis?

Milei es la medida del fracaso de la política. Ya es más de una década de estancamiento económico y de agendas más al servicio de sus importadores que de los supuestos beneficiarios. Por un lado hay un sistema de privilegios inocultable y por el otro una técnica concreta que son las redes sociales, ambas funcionan en tándem y aíslan a la política en su propio reality. No sé si los políticos se sienten más cómodos siendo influencers o relatores de una realidad hipersegmentada, o si en realidad no tienen nada para decirle a las mayorías, lo cual explica la crisis de representación. Es el negocio de la cosa chiquita porque alcanza para sobrevivir y hacer sobrevivir a un par más. Quedó palpado en los discursos de asunción, todos juraron por cualquier cosa menos la patria, incluso había una legisladora que se le ocurrió que era buena idea subir un video mostrando su “outfit”. Al menos lo borro y si no sienten culpa, tal vez conserven cierto sentido del ridículo.

– ¿Qué tanto del menemismo ves en este momento del gobierno de Milei?
No lo sé, para mi esto se va a parecer más a la Rusia de Yeltsin que al menemato. A Milei como persona lo veo incapaz de todo eso que hace a la picaresca humana, en ese sentido el turco era otra cosa. Incluso como proyecto neoliberal el menemismo tenía un rostro de excesos más humano, popularizó cierta aspiración al consumo. Esa es la sociedad que hereda el kirchnerismo, una sociedad que votó aquel proyecto más por Fravega y las 12 cuotas, como dice el periodista Martín Rodríguez, que por los derechos humanos. En pocas palabras el menemismo y el kirchnerismo fueron populares y exitosos electoralmente porque por diferentes vías satisfacieron las aspiraciones materiales de la gente. No fuimos menos frívolos después del 2003. Ésta situación es completamente distinta, acá ganó el odio al establishment político, que es un sentimiento decididamente popular y transversal, y la motosierra. También está la esperanza de que por fin algo cambie, eso también es cierto y hay que decirlo. Sobre el futuro, es incierto. El que dice saber lo que va a pasar está mintiendo. Por lo pronto recomiendo (la serie documental) TraumaZone de Adam Curtis.

 – La emergencia de La Libertad Avanza es de por sí una interrogante en todo su esplendor, tiene muchos matices que de alguna manera son novedosos (sin dejar de hacer pie en las instituciones normales). Se me ocurre por ejemplo las redes como revelación anunciada, instalándose en el mainstream que hasta ahora le bajaba el precio a las plataformas como territorios donde «pasaban cosas» y el autodenominado «campo nacional y popular» nunca se percató, siendo que se arroga la representación de los excluidos ¿estas de acuerdo con estas afirmaciones o cómo crees que fue el proceso? ¿Ves otros condimentos además de las plataformas?

Son preguntas complejas de las que tengo respuestas vagas. No estoy de acuerdo con que esto “no se vio venir”, creo que deliberadamente hubo personas que nunca quisieron ver nada. Estuvieron muy cómodos haciendo de cuenta que a Milei solo lo votaban incels o que Macri era mufa. Crean el enemigo que más cómodo les queda pero el problema es que terminan consumiendo la falopa que venden. Pasan de la subestimación al pánico después que se pierde. No tienen pragmatismo pero tampoco convicciones porque se suben y bajan de las modas políticas sin escrúpulos, no hay estrategia ni doctrina ¿Qué puede salir de esa improvisación?

Sobre el fenómeno de las redes sociales, memes, astroturfing, discursos marginales que saltan a la centralidad política, podríamos hablar mucho pero me parece que Juan Ruocco hizo un gran trabajo en «¿La Democracia en peligro?» (Editorial Ariel). Creo que ahí está bien narrado el mundo 4chan, el consumo irónico y cómo se construyó sentido común desde los márgenes. Mientras la progresía conservaba la hegemonía en las instituciones, las mayorías del lado de afuera acumulaban bronca y suspicacias contra los que decían representarlos.

 – Vos renegás de las clasificación o»derecha» e «izquierda» ¿Cómo se aplica eso en Argentina? 

Reniego de esas categorías porque explican poco. Es como si un viajante usará un mapa y se enojase con la realidad porque los ríos y las montañas no están donde debieran estar. Evidentemente el mapa que estás usando es malo y no funciona por lo que hay que animarse a cartografiar la realidad de nuevo. Pelearse con la realidad porque no se adapta a nuestras ideas, en vez de intentar adaptar las ideas a la realidad, no tiene sentido ¿No? Si usas el eje arriba-abajo, se ve otra cosa por ejemplo. Mientras hay elites multiculturales y globalistas, veo pueblos con tradiciones y orgullos ¿A quien queres representar? Argentina tiene una gran historia de pensamiento nacional por lo que en ese sentido no hace falta inventar nada. Lo que hay que construir es una gran discusión entre todos los argentinos y argentinas de bien donde nos preguntemos ¿Cuál es la posición de Argentina en el mundo? ¿Cuál es nuestro modelo? ¿Cuáles son nuestros intereses? Sin un proyecto de país todas esas preguntas no tienen respuestas y por ahora nadie parece tenerlas. Querer ganar una elección sin nada de eso es más propio de proyectos personales que de un proyecto patriótico.

 – En la presentación del libro de Ruocco mencionaste que no te gustó el libro de Pablo Stefanoni (¿La Rebeldía se Volvió de Derecha? – Editorial Siglo XXI). Sin querer entrar en polémicas pero sí conectando con la pregunta anterior, pensando en esta «expansión de la derecha radical en el mundo» ¿Cómo interpretás este fenómeno?

Me parece que Stefanoni hizo un gran trabajo descriptivo al punto que en su momento Manuel Quaranta lo entrevisto para Encuentro Itinerante. Lo que tal vez eché en falta es el análisis de la responsabilidad de la “izquierda” en el fenómeno de la alt-right. El progresismo es hegemonía politico-cultural hace 40 años y sin embargo no se hace cargo de sus fracasos, está al borde del chantaje cuando pretenden hacer de cuenta que no tienen poder ni responsabilidades. Tal vez una característica de autopercibirse el bien sea que nunca podes retroceder.

Es un ala que cuando ataca y se siente fuerte es victoriana pero cuando se defiende es garantista y pide derecho a la duda. Antes tenía un problema estético con ellos, ahora es más político. Hay gente ahí que ha hecho mucho daño y ha deslegitimado muchas causas nobles en el camino. Tampoco ofrecen una alternativa en lo económico, ahí tienen más acuerdos que diferencias con eso que llaman «la derecha». Capaz porque los conozco es que no les creo.

 – Sos el conductor de una revelación de las transmisiones por streamming como lo es el programa Cabaret Voltaire, que tiene una particularidad genial, que es que (vino mediante) invita a la charla. Mariana Moyano hablaba de «concordia o muerte», algo asi como la reivindicación de la conversación y el acercarse a hablar. A tender puentes con los decibeles bajos ¿Cuál es la importancia de la charla, en este contexto donde, según ustedes, hay que desaprender y volver a leer y cuestionar? ¿Qué otras cosas caracterizan a CV?

Qué lindo que recuerdes a Mariana. Lamentamos mucho su fallecimiento y la recordamos en el programa. Hubiese sido un gran cruce. No sé ¿Conoces una mejor forma de intercambio que tomando vino? ¿Qué otra cosa nos queda si no es la palabra? Creo que estamos todos muy ensimismados y hacemos un esfuerzo para romper los nichos. Cabaret Voltaire, como dice P.N, es una conversación infinita en la que, en principio, todos están invitados. Es un programa hecho desde la tripas sin otro método.

– Tuvieron buen recibimiento en las audiencias ¿Cuándo vuelven con la segunda temporada?

Creo que se fue armando algo. Es un programa que arrancó de 0 en un canal nuevo con lo que no nos tocó heredar una audiencia si no que se fue construyendo. Que haya ocurrido eso de manera orgánica sin sponsors ni anabólicos es un lindo premio al arrojo y la constancia. Realmente es mucho el laburo hecho por Mauricio (Otaku de Perón), Micaela Bassani, Lucia Kaplún y Lautaro Osorio. También a la invitación que en su momento nos hizo Lucio Gagliardo, que nos presentó a Chona y Matias Salvatierra que están a cargo de Brindis. Cabaret Voltaire fue un hallazgo para todos y lo estamos disfrutando. Lo nuestro no es una carrera de velocidad si no de resistencia.

Volvemos el 21 de enero por Brindis TV que es el canal de streaming de La Capital. Tal vez con más duración y algo de presupuesto. Escuchamos ofertas.

 – ¿Qué es el ejército gris?

 Son nuestros copitos pero al revez.