Por Raúl Emilio Acosta

La Peste en mi Pago quitó la sábana, me siento un obsesivo crónico y desatado con este argumento, creo tener como sostenerlo.

La propaganda, el relato socialista sostenía que la salud de Rosario era la mejor de las comarcas circundantes y, acaso, de las mejores del mundo.

La certeza de los números indica que a la parte pública de la salud de la ciudad de Rosario la sostenía la provincia con partidas que acaso -acaso- podrían tener otro destino provincial pero que, en los hechos, el socialismo hizo que la provincia pagase el presupuesto de salud de Rosario. Una injusticia manifiesta. Callada por muchos. Cuasi delictual el silencio.

Con plata cualquiera es vivo e inteligente, pero ni así. La Peste puso las cosas en su sitio. Villavicencio y Tur, los dos empresarios privados que atienden Rosario, son expresivos. Al borde de la saturación es su palabra. Muchos actores políticos se atienden en los mejores sitios privados. La salud privada resuelve mejor estas cosas dicen. Aclaro: a mi me atendió, sobre diciembre de 2020, el servicio de PAMI y sus empleados son fenomenales.

Insisto. PAMI, la UNR, los privados, que son más que Oroño y Gamma, son muchos más, con más los gremios y sus sanatorios y la salud municipal con una avivada, la fiebrecita en los barrios, después te derivamos. OK. Dónde te derivamos…

Un gran ejemplo fenomenal, el HECA, demuestra que cuando se quiere se puede, pero eso es lo único que se quiso… y es anterior al socialismo, que lo perfeccionó. El elefante muerto sobre el fin de la ciudad, camino a Villa Gobernador Gálvez muestra eso: una mentira. Un Hospital que jamás -me hago cargo- jamás se podrá inaugurar y que se pagó -otra vez: me hago cargo- se pagó a contratistas demasiado distraídos en avisar que ahí no se podía, que de ninguna manera… en fin. Es fácil hacerse cargo cuando es visible la ineptitud de quien proyectó un imposible y creyó que los avisos alcanzaban. Relato.

La crueldad de la Peste en San Justo, Ciudad de Gálvez, ciudad de Coronda, los negociados en Reconquista, demuestran que la salud socialista en la provincia fue un fracaso, un aviso mentiroso y, en algunos casos, tengo la íntima convicción que un negociado, como el de la comida en mal estado que viajaba de Rosario a Reconquista. Nota: Córdoba, a diciembre de 2019, duplicaba en camas estatales a Santa Fe.

La salud rosarigasina la paga la provincia, hubo contratos malos y desmesurados y en tiempos de Peste las cosas no fueron las mejores. El Hospital de Emergencias Clemente Álvarez es un ejemplo de medicina regional en serio. Como es serio que la mitad del personal municipal está afectado a salud. Es mucho y no alcanzó.

La ciudad condal

Una nota del colega Adrián Gerber, quien cada tanto pone los puntos sobre las íes, demuele otro mito socialista, el de «Rosario es Barcelona». Ni de ahí. El socialismo debe hacerse cargo del fracaso en la situación endeble, defectuosa y sospechosa en la que se encuentra la ciudad.

El fracaso del centro de la ciudad y la implosión de La Favorita (Falabella) se repite: el fracaso municipal en el centro de la ciudad, termina por correr el velo. Los distritos centrales, con votos radicales y pocos votos socialistas, fueron descuidados. Centros culturales, teatros, comedores, museos, todo descuidado. El socialismo fue un fiasco en cuidar el centro de la ciudad. Oferto debate sobre el tema y el socialismo es el autor de la agonía, tiene más de 25 años administrando la ciudad para conducirla al desastre. Espero ese debate.

El colega refiere a la otra ciudad, la que ellos creyeron de un modo y, por caprichos, descuidos, acaso descuidadas formas de la ayuda electoral, ineptitud y egoísmo, fue otra. Cuando digo «ellos» refiero a los administradores socialistas y sus consejeros en arquitectura urbana, urbanismo y planificación.

He avisado al colega Gerber que usaré un texto de su autoría, un tramo de su nota, publicada en el diario La Capital de Rosario, porque es tan claro que no creo poder mejorarlo. Gerber escribe: «…El ganador del concurso para el Master Plan de Puerto Norte, el arquitecto Juan Ignacio Munuce, sostiene que en los hechos no se respetó el megaproyecto urbano que él diseñó y considera que la iniciativa fue un ‘fracaso para la ciudad’. Es que queda en evidencia que la densidad edificada, la ocupación del suelo por parte de los privados y las alturas de las torres construidas fueron tremendamente mayores que lo establecido en el diseño original. Tampoco se garantizó la continuidad del paseo público costero que nace en la Estación Fluvial y se interrumpe con barreras visibles e invisibles en Puerto Norte. Y mucho menos se logró morigerar las características excluyentes y de fragmentación urbana usuales en este tipo de emprendimientos. Todo lo contrario: se verifica un aumento de las divisiones espaciales. ¿Qué pasaría si las construcciones levantadas al borde de la ribera se hubieran hecho varios metros más alejadas del río y se hubiera diseñado un espacio público con mobiliario urbano para el uso de la gente? ¿Cuál sería la suerte ulterior de esa zona si se la volviera a construir con otro criterio? Pregunta tremenda por lo absurda, por lo impracticable, porque no hay marcha atrás posible, pero que sirve para reflexionar sobre la palabra ‘progreso’, que es un significante vacío. Todo depende de quién lo llene y con qué significado…».

El colega es muy claro. Rosario, pese a los arquitectos, algunos todavía en funciones, y sus administradores, algunos todavía en funciones, deberían responder por la ciudad que no fue, por la mentira del relato y por la deformidad manifiesta de esto que, en algunos sitios, es difícil de sostener como habitable.

Edificios enteros donde se compra y se vende con «boleto de compra venta» porque nadie quiere hacerse cargo de la titularidad de un bien con dineros de dificultosa procedencia, con finales de obra a las corridas, y donde la sombra del fraude, de la corrupción estructural y el narcotráfico refulge, lo que aparece imposible de entender es que se diga que Rosario es un ejemplo. En todo caso sí. Un mal ejemplo.

Fuente: El Litoral