El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, aseguró que la Iglesia «está sufriendo un largo y doloroso proceso de purificación, marcado por el escándalo de graves pecados y delitos de sus miembros», respecto a las denuncias de abusos que caen sobre la institución.

«Aquellos que se sienten abandonados y desilusionados por la Iglesia, o víctimas de las miserias de sus miembros, quisiera decirles que los comprendemos y nos duele su situación», expresó Puiggari en una carta pastoral dirigida a la comunidad eclesiástica.

En Entre Ríos, los sacerdotes Juan Diego Escobar Gaviria y Justo José Ilarraz, fueron condenados a 25 años de prisión por abuso sexual a menores, la máxima pena que en Argentina recibe un sacerdote por ese delito.

Pero además, el sacerdote Marcelino Moya espera el inicio del juicio oral el próximo 20 de marzo, y el sacerdote Hubeimar Rua también tiene una causa penal por abuso de menores.

En la carta del arzobispado difundida hoy Puiggari llamó a «todos, sin distinción» a un proceso de «purificación» y de «compromiso por el hermano que sufre y por el más pequeño y vulnerable».

Según el arzobispo, la Iglesia Católica «condenó repetidamente esas situaciones» y seguirán «haciéndolo, poniendo los medios que estén en nuestras posibilidades para evitar que se repitan y acompañar a quienes más han sufrido».

Asimismo, aseguró que «de un modo u otro todos experimentamos las consecuencias de este proceso», e indicó que «la voluntad del Padre es que nos revistamos de humildad y fortaleza».

En abril del año pasado, el arzobispado aprobó un documento para «prevenir y concientizar» los abusos por parte de los sacerdotes y, entre otros puntos, prohibía «reuniones en dormitorios o habitaciones privadas» con sacerdotes y religiosos, como así también los «castigos físicos o el uso de lenguaje humillante o degradante».

El documento también pidió a los integrantes de la curia y la grey católica ser «testigos de la verdad y la misericordia y apoyo para todos los que sufren y han sufrido».

En ese sentido, sostuvo que «sacerdotes, consagrados y diáconos» se encuentran «muchas veces en medio de la incomprensión y de una crítica y sospecha martirizantes capaces de causar un enorme cansancio».

«Acepto las tensiones de este tiempo, en el que trato de poner todos los medios posibles para llegar a la verdad y la justicia», agregó.

Finalmente, preguntó: «¿cómo no asombrarnos por laicos que se juegan para defender y promover la vida desde el primer momento», o que se acercan a mujeres en conflicto con su embarazo para facilitarles el camino hacia una maternidad plenificante?»