En la medida que la fe verdadera se diluye en el mundo y vuelve el paganismo, las brujas, hechiceros, chamanes, etc. son más, están más activos y más gente recurre a ellos para tratar de manipular el mundo espiritual.

Porque se ha perdido la referencia de lo que es malo y lo que es bueno.

Y estos intermediarios acuden a fuerzas espirituales para hacer los trabajos, que a veces desconocen de dónde vienen, o creen que no son negativas, y otras veces son fuerzas que ellos saben que son decididamente oscuras.

Por lo tanto hoy todos estamos más en riesgo de ser el blanco de estos trabajos, que en décadas anteriores.

Aquí hablaremos sobre las precauciones que hay que tener para no ser afectados por estos trabajos, cuáles son los síntomas de haber recibido una maldición y cómo actuar para liberarse, cuando alguien sospecha que ha recibido una maldición o sencillamente cree que la ha recibido.

Hay algunas personas, incluso católicos, que declaran que las maldiciones son inofensivas.

Y aconsejan a las personas que las ignoren, e incluso dicen que los medios católicos no deberían informar al respecto.

Es el eterno error de los desinformados, que no se han tomado el tiempo para leer la Biblia, y que interpretan que cualquier cosa que les produce temor a ellos, tiene la intención de meter miedo, cuando todas estas cosas son bíblicas.

En este momento, es importante ser conscientes de la audacia creciente, con que el enemigo actúa en la guerra espiritual que se libra a nuestro alrededor.

En la cual las maldiciones tienen la misión oculta de extender la influencia del maligno en la Tierra.

Una información importante la ha dado el Padre Gabriele Amorth, que ha dicho que la absoluta mayoría de los exorcismos y liberaciones que ha tenido que practicar en su carrera, han sido sobre personas a las que le han hecho un trabajo, brujería o maldición.

Esto se ha acrecentado hoy, porque el paganismo está de nuevo en el mundo. Y con él la brujería, la hechicería y los magos, que utilizan las fuerzas ocultas para hacer conjuros y cambiar la realidad.

Hoy vemos un crecimiento explosivo de la brujería y se inscribe dentro del mayor poder que ha obtenido el maligno en el último siglo.

Esto lleva a que los demonios sean más difíciles de desalojar de los poseídos, los exorcismos requieran más tiempo, y a que crezca la cantidad de personas que hacen pactos con el mal.

 

En la brujería está involucrado el concepto de un pacto diabólico o al menos una apelación a la intervención de los espíritus del mal.

Porque sólo hay dos tipos de espíritus, los que tienden al bien y los que tienden al mal.

Y si se invocan espíritus que no son declaradamente poseedores del bien, entonces se está invocando espíritus del mal disfrazados.

Esto no lo entienden los desinformados y los principiantes en la brujería, pero sí los que la practican por un tiempo.

Las brujerías se pueden hacer para despertar la pasión del amor en aquellos que son objeto del deseo, o para llamar a los muertos, o para traer la calamidad o la impotencia sobre los enemigos y rivales.

¿Y cómo se puede saber cuando alguien se dedica a hacer brujerías?

El padre Amorth ha dicho que en la medida que los sacramentos cristianos tienen signos visibles como por ejemplo, el pan y el vino en la eucaristía, y las oraciones, los hechizos malignos también tienen los suyos.

Son tales como ropa, fotografías, objetos personales que se maldicen por la bruja con fórmulas y rituales, e invocaciones a través de oraciones, para producir efectos espirituales sobre las personas afectadas.

Los exorcistas dicen que las maldiciones, brujerías, hechizos, o como quiera llamárseles, tienen poder solamente a través de la intervención de los demonios, no como resultado de los poderes mágicos de una persona en particular.

Incluso si aquellos que practican la magia: brujas, hechiceros, videntes, etc, lo nieguen o no lo sepan.

Y que la misma magia que practican al final les abre a la influencia demoníaca e incluso a la posesión.

Están cometiendo un pecado grave a los ojos de Dios, pero además las consecuencias que ellos tendrán a largo plazo serán funestas, porque el demonio nunca cumple las promesas de protección a los que trabajan para él.

Hay regiones del mundo e incluso religiones, donde la magia y la invocación a espíritus desconocidos o malignos se considera correcto y donde es parte de su espiritualidad.

Y quizás el caso más típico de esto sea el vudú que se practica en Haití, país que fue consagrado al demonio.

Y es lo que explica las tribulaciones que tiene permanentemente el país caribeño. Hemos hecho un video sobre esto.

¿Y cómo experimenta la brujería una persona a la que le han realizado una maldición?

Al aplicarse una maldición sobre alguna persona, si Dios lo permite, se libera la fuerza del mal para que actúe cumpliendo el designio. Aunque en algunos casos Dios no lo permite y por tanto el maleficio no surte efecto.

Y hasta que no se rompa una maldición que sí ha funcionado, los demonios seguirán operando en la vida de la persona maldecida e incluso pueden seguir haciéndolo en las generaciones posteriores.

Una maldición o maleficio puede implicar sufrimiento físico o emocional, y problemas en la vida social y laboral del maldecido. Enfermedades físicas o mentales, problemas emocionales o de conducta, que desafían los tratamientos.

También pueden sufrir la persistencia de pobreza y la falta de logros a pesar de la cantidad de empeño puesto para resolverlos. Miedos, adicciones, pensamientos suicidas, accidentes repetidos.

Incapacidad para mantener una relación o para encontrar pareja o para tener un hijo y hay signos físicos específicos que pueden incluir dolores de cabeza, dolores corporales o letargo.

Signos mentales o emocionales como pueden ser cambios en los gustos o inclinaciones repentinamente, mala suerte y pesadillas.

Y a menudo, la víctima puede ser incapaz de identificar al culpable de la maldición.

¿Y cómo se sale de una maldición?

Si una persona está realmente bajo una maldición, la única forma de eliminarla es hacer justo lo contrario.

Si a una persona le han hecho un mal invocando al demonio, entonces la persona tiene que invocar a Dios para que la proteja, la ayude y la bendiga.

Y el éxito de una persona para atraer el poder de Dios contra una maldición será proporcional al nivel de su fe.

Pero sucede que muchas veces las personas sobreestiman orgullosamente su fe, piensan que es profunda solo porque los induce a orar frenéticamente por alivio, y a veces no es lo suficientemente profunda para lograr ese alivio.

Los católicos encontrarán fuerza en su fe haciendo un uso frecuente y ferviente de los Sacramentos, especialmente por medio de confesiones muy humildes y contritas, y recibiendo la Sagrada Comunión con devoción y amor.

Nunca se debe concurrir a santeros o brujos para que le hagan un trabajo contrario, porque están recurriendo de nuevo a las fuerzas oscuras. Ni deben tratar de revertir una maldición invocando daño a la persona o personas responsables de la maldición.

 

Fuente: forosdelavirgen.org