La tradición judeocristiana se alza, en gran parte, sobre la Torre de Babel, una edificación de varios pisos mencionada en el Antiguo Testamento y situada en Babilonia, pero que también tiene encierra un gran simbolismo de la religión en general.

La construcción fue restaurada en tiempos de Nabopolasar  (625-605 AC), fundador de la dinastía caldea, que se llamaba Etemenanki, «la mansión de lo alto entre el cielo y la tierra». Ésta tiene una gran significación en el Génesis, primer libro de la Biblia.

No obstante, los teólogos no tienen la misma perspectiva de las cosas que los arqueólogos. La Torre de Babel tenía siete pisos y más de 90 metros de altura, aunque un estudio reciente sugiere que el edificio no habría superado los 60 metros.

En el plano de las simbologías, una inscripción del tiempo de Nabopolasar reza: «Marduk (el gran dios de Babilonia) me ha ordenado colocar sólidamente las bases de la Etemenanki hasta alcanzar el mundo subterráneo y hacer de este modo que su cúspide llegue hasta el cielo».

Y otra menos antigua precisa que la decoración de la cúspide estaba hecha de ladrillos de “esmalte azul brillante”, o sea, adornada con el color del cielo. Por otro lado y según puede verificarse, el templo de Marduk tenía 7 pisos de altura por 100 metros de ancho.

El nombre “Marduk” significa “sol joven o novillo del dios sol”, en sumerio, aunque sea claramente semítico, a diferencia de la mayoría de los dioses. Cuando Babilonia adquirió la hegemonía, éste dios se transformó en la figura central del paganismo.

Aunque la ciudad de Babilonia fue destruida en 689 antes de Cristo, en manos de Senaquerib, y la misma fue restaurada por los reyes neobabilónicos, que tardaron 88 años en volver a ponerla en su esplendor.

Vale recordar que aquí confluían 53 templos a los grandes dioses, 55 capillas a Marduk, 300 capillas para divinidades terrestres, 600 para las celestes y 400 altares. Pero la torre de Babel es otra construcción según la Biblia.

Los teólogos esgrimen que la edificación era cuestionada por Dios, porque él había prometido que no habría otro diluvio universal, luego del arca de Noé. Pero igual construyeron una torre para estar a salvo en este caso, donde adoraban a dioses propios.

La maldición de Dios, según explica el relato bíblico, fue el nacimiento de diversas lenguas para provocar la confusión entre los constructores y la interrupción de su obra. ¿Qué pasó finalmente con la torre? Mirá el video.