Lo que se necesita para combatir el laicismo militante y el expansionismo pro-aborto sigue siendo idéntico a lo que cambió las tornas en Lepanto: la confianza en Dios y la intercesión de la Virgen.

Hace 450 años, el 7 de octubre de 1571, las fuerzas navales cristianas obtuvieron una de las victorias más importantes de la historia mundial al destruir la flota considerablemente mayor del Imperio Otomano en la batalla de Lepanto, frente a las costas de Grecia.

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Este acontecimiento que cambió el mundo, y que frenó de forma decisiva la ola de expansionismo militar musulmán en la cuenca mediterránea durante siglos, se conmemora cada 7 de octubre en el calendario litúrgico de la Iglesia, en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario. De hecho, la fiesta fue inicialmente conocida como la fiesta de Nuestra Señora de la Victoria, un título conferido en reconocimiento al papel crítico que la oración de intercesión mariana jugó en la victoria de la batalla de Lepanto.

Teniendo en cuenta este contexto histórico, siempre es oportuno en este día, y durante el resto del mes de octubre, reflexionar sobre la importancia de acudir a María siempre que nos enfrentemos a retos personales o colectivos en nuestras vidas.

Es especialmente relevante este año, ya que la fe católica está siendo nuevamente desafiada por fuerzas que parecen imparables para muchos observadores. La batalla de hoy es, por supuesto, muy diferente del desafío al que se enfrentó la Europa cristiana hace 450 años en Lepanto, ya que el ataque proviene ahora principalmente del secularismo y de una creciente hostilidad social hacia todas las formas de religión.

En el fondo, sin embargo, lo que se necesita para combatir el secularismo militante sigue siendo idéntico a lo que hizo cambiar las tornas en Lepanto, contra todo pronóstico: la dependencia de Dios a través de la fe en la persona de Jesús y el recurso a Nuestro Señor a través de la intercesión de su Santísima Madre.

En este momento, aquí en Estados Unidos, esta batalla espiritual se está librando de manera más prominente con respecto al tema del aborto. Tras la aprobación de la ley del latido de Texas, y la posterior decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos de no bloquear su promulgación, el lobby del aborto y sus aliados del Partido Demócrata en el Congreso y en la Casa Blanca se han movilizado de forma espectacular en apoyo del derecho al aborto.

Bajo el liderazgo de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, una católica defensora del derecho al aborto, la Cámara de Representantes aprobó apresuradamente la llamada «ley de promoción de la salud de la mujer». Este pernicioso proyecto de ley no solo pretende consagrar la legislación de Roe vs. Wade, sino también ampliar aún más la licencia de nuestra nación para abortar sin restricciones, eliminando el derecho de los estados individuales a aprobar leyes que restrinjan el acceso al aborto. También pretende despojar a los trabajadores sanitarios católicos y de otras confesiones del derecho a negarse a cooperar con los abortos por motivos de su conciencia religiosa.

Por su parte, el presidente Joe Biden, otro político católico favorable al derecho al aborto, ha respondido a la ley de Texas con la promesa de iniciar una ofensiva de «todo el gobierno» en apoyo del aborto. Ya está cumpliendo esa promesa mediante el apoyo del poder ejecutivo a la ley de promoción de la salud de la mujer, junto con una demanda iniciada por el Departamento de Justicia que impugna la ley del latido del corazón por motivos constitucionales.

Pero no es realmente la ley de Texas la que ha despertado el activismo pro-aborto hasta un punto tan febril. Es la próxima consideración por parte del Tribunal Supremo de EE.UU. de un caso diferente, el de Dobbs vs. Jackson Women’s Health Organization, concerniente a una ley de Mississippi que prohíbe los abortos después de las 15 semanas de gestación.

Muchos observadores jurídicos informados creen que el tribunal está dispuesto a anular la prohibición de Roe vs. Wade de restringir el aborto antes de las 20 semanas, cuando se considera que un bebé no nacido es viable fuera del vientre de la madre. Y es muy posible que la mayoría de los jueces conservadores del tribunal vaya aún más lejos en su sentencia Dobbs y anule Roe por completo, devolviendo así las leyes sobre el aborto a la autoridad exclusiva de los estados.

En este tenso contexto, con la vida de millones de estadounidenses no nacidos potencialmente en la balanza, los fieles católicos necesitan unirse en apoyo del impulso para restringir el mal del aborto en el mayor grado posible en nuestra nación.

Con ese objetivo en mente, EWTN, Relevant Radio y el Instituto Napa han lanzado conjuntamente un esfuerzo para rezar y promover el Rosario diario durante el mes de octubre por «el fin del aborto legal en Estados Unidos y una avalancha de apoyo a las futuras madres». Esto se está haciendo específicamente en el contexto del caso Dobbs, que el Tribunal Supremo tratará en diciembre. Es de esperar que muchas otras organizaciones católicas se unan a este esfuerzo rezando el Rosario diario en octubre por esta intención, y así movilizar a millones de estadounidenses en la oración.

Como he señalado anteriormente, la naturaleza de la amenaza secularista actual a la vida y la libertad de los creyentes religiosos, en los EE.UU. y en otros países, es sustancialmente diferente de la amenaza militar planteada por las fuerzas navales del Imperio Otomano musulmán en Lepanto. El mundo es un lugar muy diferente del que era en 1571, cuando el papa san Pío V reunió a los líderes de la Europa cristiana para formar una Liga Santa y enfrentarse a un agresor violento con acciones militares. Pero el elemento más importante de la respuesta de san Pío V puede y debe ser emulado. Antes de la gran batalla marítima, ordenó que las iglesias de la ciudad de Roma se mantuvieran abiertas las veinticuatro horas del día para rezar y abogó especialmente por el rezo del Rosario para invocar la intercesión de la Santísima Virgen María.

Los no creyentes se burlan cuando los fieles recurren a las armas espirituales frente a los desafíos terrenales, pero los creyentes saben que no es así. Una y otra vez, durante las crisis en los dos mil años de historia de la Iglesia, se han materializado recursos imprevistos para proporcionar exactamente lo que se necesita para superar un obstáculo aparentemente insuperable, siempre que se han ofrecido oraciones de intercesión a la Madre de Jesús.

De hecho, esa es precisamente la razón por la que la fiesta de Nuestra Señora del Rosario se celebra cada 7 de octubre. Y estas oraciones marianas son exactamente las que se nos exigen ahora a lo largo de este mes, mientras el más alto tribunal de nuestra nación se prepara para escuchar el caso que podría finalmente poner fin al marco nacional del aborto legal.

¡Que Dios os bendiga!