Entre las tendencias más extrañas que han surgido de la pandemia del COVID se encuentra el aumento de la popularidad de los modos de “enterramiento” no convencionales.

No es sorprendente que una pandemia mundial que se ha cobrado miles de vidas se haya convertido en un memento mori. Lo que a algunos les puede parecer más sorprendente es que, según un artículo de mayo de la BBC, la gente se decanta cada vez más por los arrecifes de coral, el compostaje humano e incluso el lanzamiento de los restos mortales al espacio en lugar de un entierro tradicional.

La Iglesia católica, que profesa la resurrección corporal de Cristo y de todos los fieles en el juicio final, tiene mucho que decir sobre la muerte, los funerales y la preparación del cuerpo para el entierro.

¿Qué es lo la Iglesia dice sobre el entierro y por qué; y que significa para estos métodos de “entierro” no tradicionales?

En el Credo de los Apóstoles, los cristianos profesan: «Creo en la resurrección de la carne y en la vida eterna». Esta idea de la resurrección corporal es clave en la enseñanza católica sobre cómo dar cristiana sepultura.

«Existe esa idea moderna… de que el cuerpo es sólo una máquina, con la que uno puede jugar a su antojo y luego simplemente desecharlo«, explica el padre Pius Pietrzyk, OP, profesor de estudios pastorales en el Seminario de San Patricio en Menlo Park, California. «Pero nosotros creemos en la resurrección del cuerpo: es decir, que el alma está orientada hacia un cuerpo, que fue hecha para un cuerpo«.

«El cuerpo no es sólo el desecho de la persona… por eso el cuerpo es tratado con gran respeto, y por eso la Iglesia siempre ha tratado el cuerpo con respeto a la hora de enterrarlo«, añade.

La creencia en la resurrección del cuerpo, así como el respeto al cuerpo humano en su sepultura, es algo bíblico, añadió Pietrzyk.

Incluso antes de Cristo, algunos grupos de judíos esperaban y creían en la resurrección corporal.

«El rey del mundo nos resucitará a una vida nueva y eterna a quienes hemos muerto por sus leyes… Es preferible morir a manos de los hombres con la esperanza que Dios da de ser resucitados de nuevo por Él», proclamó uno de los siete hermanos del libro de los Macabeos antes de ser asesinado por negarse a violar la ley de Dios.

«¡Revivirán tus muertos, mis cadáveres se levantarán! ¡Despertaos y gritad de gozo los que reposáis en el polvo, que rocío de luces es tu rocío, y la tierra devolverá a los difuntos!», proclamó el profeta Isaías.

En 1 Corintios, San Pablo proclama: “Pues si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado; pero si Cristo no ha resucitado, vana es vuestra fe, todavía estáis en vuestros pecados. E incluso los que han muerto en Cristo perecieron”.

El rechazo a la creencia en la resurrección final del cuerpo, así como el rechazo a la conexión cuerpo-alma y a la dignidad del cuerpo, están en el centro de los problemas que suscitan muchos de los nuevos métodos de “entierro”, señala Pietrzyk.

La Misa tradicional de funeral y el entierro del cuerpo

Durante siglos la única forma aprobada por la Iglesia para enterrar a un católico era la tradicional: los restos mortales completos se enterraban en la tierra después de una vigilia y una misa fúnebre.

El diácono Marc Nestorick, del Colorado Catholic Funeral Cemetery Services en el área metropolitana de Denver, explica que para los ritos funerarios católicos se definen tres momentos: la vigilia, la misa fúnebre y el entierro.

«La primera consiste en que la comunidad se reúna en torno a la persona, es decir, la vigilia«. Durante la vigilia es muy común el rezo del santo rosario pidiendo por el eterno descanso del difunto.

«La segunda consiste en venir a la iglesia y acudir a la Eucaristía durante una misa de funeral. El cuerpo del difunto es llorado por la comunidad, luego está la celebración con la Eucaristía en el centro, y finalmente se va al cementerio donde estamos diciendo: estamos encomendando este individuo a Dios y confiamos en que llegue al cielo

La cremación: una práctica antaño prohibida

Aunque la cremación es actualmente un método aceptado de enterramiento para los católicos, estuvo prohibida por la Iglesia hasta 1963 porque su uso se entendía específicamente como una forma de rechazar la creencia cristiana en la resurrección del cuerpo.

En 1963, cuando las razones originales y anticristianas para elegir la cremación habían desaparecido, el Vaticano declaró que los católicos que fueran incinerados podrían recibir sepultura católica, siempre que la cremación no hubiera sido elegida como «una negación de los dogmas cristianos, la animosidad de una sociedad secreta o el odio a la religión católica y a la Iglesia.»

«La Iglesia no se oponía a la cremación por sí misma, siempre y cuando lo que quedara se siguiera entendiendo como un cuerpo y se cuidara adecuadamente como un cuerpo«, afirma Pietrzyk. «El problema fue que la cremación se hizo popular, sobre todo en Francia, como una forma de rechazar la creencia en la resurrección del cuerpo«.

En fechas más recientes, la popularidad de la dispersión o división de las cenizas ha sido otra de las preocupaciones de la Iglesia en lo que respecta a la cremación.

Según las instrucciones de la Iglesia al respecto, los restos incinerados «deben ser tratados con el mismo respeto que el cuerpo humano del que proceden. Esto incluye el uso de un recipiente digno para contener las cenizas, la manera de llevarlas, y el cuidado y la atención a la colocación y el transporte apropiados, y la disposición final. Los restos incinerados deben ser enterrados en una tumba o sepultados en un mausoleo o columbario. La práctica de esparcir los restos incinerados en el mar, desde el aire o en el suelo, o mantener los restos cremados en la casa de un familiar o amigo del difunto no son la disposición reverente que la Iglesia requiere

En 2016, la Congregación para la Doctrina de la Fe emitió una instrucción, aclarando y reiterando la insistencia de la Iglesia en que los restos incinerados sean enterrados.

«Cuando, por motivos legítimos, se ha optado por la cremación del cuerpo, las cenizas de los fieles deben ser depositadas en un lugar sagrado, es decir, en un cementerio o, en ciertos casos, en una iglesia o en una zona, que ha sido reservada para este fin, y así dedicada por la autoridad eclesial competente«, señalaba.

«En memoria de la muerte, sepultura y resurrección del Señor, misterio que ilumina el sentido cristiano de la muerte, la sepultura es sobre todo el modo más adecuado de expresar la fe y la esperanza en la resurrección del cuerpo. La Iglesia que, como Madre, ha acompañado al cristiano durante su peregrinación terrenal, ofrece al Padre, en Cristo, al hijo de su gracia, y entrega a la tierra, en la esperanza, la semilla del cuerpo que resucitará en la gloria«, añade la instrucción.

La instrucción reitera que el esparcimiento de los restos, o su conservación en lugares como una casa, o en objetos como joyas, está prohibido por la enseñanza de la Iglesia.

«La reserva de las cenizas de los difuntos en un lugar sagrado garantiza que no queden excluidos de las oraciones y el recuerdo de sus familiares o de la comunidad cristiana. Evita que los fieles difuntos sean olvidados, o que sus restos sean objeto de una falta de respeto, eventualidad que es posible, sobre todo cuando la generación inmediatamente posterior también ha fallecido. También evita cualquier práctica impropia o supersticiosa«, señala la instrucción.

El diácono Nestorick explica que él y el resto del personal de Colorado Catholic Funeral and Cemetery Services (CFCS) consideran que su misión es ayudar a quienes lloran a sus seres queridos a «llenar el vacío de la pérdida con la fe«.

Gary Schaaf, director ejecutivo de CFCS, añade que a veces esta misión significa ofrecer con suavidad sugerencias alternativas cuando una familia quiere hacer algo con los restos incinerados de su ser querido que violaría la enseñanza de la Iglesia.

Por ejemplo, explica Schaaf, a veces las familias quieren colocar trozos de restos incinerados en joyas que llevarán los familiares. Lo que Schaaf y su personal ofrecen en su lugar son cruces hechas de piedra de Jerusalén. Las cruces se cortan por la mitad y una mitad de la cruz se entierra con los restos incinerados, mientras que la otra mitad se queda con la familia.

«Hemos tenido mucho éxito cuando hacemos eso con las familias, porque quieren algo palpable«, comenta Schaaf. «Han perdido algo y no saben qué hacer, y tú les das esa cruz de y el otro trozo está con los restos incinerados de su ser querido. Es evangelizador y psicológicamente más sano«.

Uno de los peligros de los restos dispersos es que se pierdan, lo que puede reabrir las heridas de la pérdida en las familias, añade Schaaf. La inhumación permanente de los restos da a las familias la tranquilidad de que los restos de sus seres queridos no se van a perder.

Edward Furton, especialista en ética del Centro Nacional Católico de Bioética de Filadelfia, explica que, aunque la Iglesia permite la cremación, no se considera lo ideal.

«La Iglesia… lo tolera cuando no hay otra opción o es lo que la familia cree que tiene que hacer, pero el entierro (del cuerpo completo) es preferible, a la luz de la resurrección del cuerpo«, sostiene Furton.

Esta preferencia por el entierro también se recoge en las instrucciones para los funerales: «Aunque la cremación está ahora permitida por la Iglesia, no goza del mismo valor que la inhumación del cuerpo. La Iglesia prefiere e insta claramente a que el cuerpo del difunto esté presente en los ritos funerarios, ya que la presencia del cuerpo humano expresa mejor los valores que la Iglesia afirma en esos ritos

Entierro en un arrecife de coral

En su informe de mayo, la BBC habló con Eternal Reefs, una empresa con sede en Florida que «toma los restos incinerados de una persona y los incorpora a una mezcla de cemento patentada y segura para el medio ambiente, diseñada para crear formaciones de arrecifes artificiales. Los Arrecifes Eternos se colocan entonces en una de nuestras ubicaciones oceánicas permitidas, seleccionada por el individuo, amigo o familiar«.

Este inusual método de enterramiento ha ido creciendo en popularidad, explica Eternal Reefs a la BBC: esta empresa ha facilitado ya más de 2.000 enterramientos de este tipo en Estados Unidos.

Furton, del Centro Nacional Católico de Bioética, señala que este tipo de entierro viola las normas establecidas por la Iglesia sobre la cremación, según las cuales las cenizas deben ser enterradas juntas en un lugar de descanso permanente.

«Estas ideas de que puedes esparcir tus cenizas por el océano para alimentar a los peces u otras cosas por el estilo, son completamente rechazadas por la Iglesia«, añade.

La Iglesia está preocupada principalmente por la salvación de la persona, sostiene, y por ello la Iglesia desaconseja el uso de los restos mortales para un propósito principalmente medioambiental, y en su lugar fomenta un entierro que refleje la creencia en la resurrección.

Compostaje humano

Otro nuevo método de utilizar los restos humanos para el medio ambiente que está ganando rápidamente popularidad es el compostaje humano, es decir, la descomposición de un cuerpo humano para utilizarlo como abono para las plantas.

Recompose, una empresa de Seattle que ofrece servicios de compostaje humano, explicó a la BBC que el cuerpo se coloca en un cilindro de acero «junto con astillas de madera, paja y recortes de una planta leguminosa llamada alfalfa». Recompose controla entonces los niveles de dióxido de carbono, nitrógeno, oxígeno, calor y humedad en el tubo, para que los microbios y las bacterias puedan prosperar«.

Una vez completado el proceso, la tierra resultante, que contiene los restos humanos, puede esparcirse en un bosque o ser llevada a casa por los seres queridos, según la empresa.

Sin embargo, al igual que los entierros en los arrecifes de coral, el compostaje humano va en contra de las enseñanzas de la Iglesia católica, señala Pietrzyk.

«El problema no es la descomposición«, explica. “Los problemas mucho mayores son la falta de un recipiente digno para los restos mortales y su enterramiento, y el tratamiento del cuerpo humano como un objeto que puede utilizarse con un fin medioambiental, de una forma que no reconoce la dignidad única del cuerpo humano”.

«Este tipo de cosas realmente nacen de un materialismo ambientalista moderno«, añade Pietrzyk.

«Creo que la Iglesia simpatiza con el deseo de… apoyar el medio ambiente, y el Papa Francisco habla mucho de esto, pero no podemos hacerlo (el compostaje humano) puesto que deshonra los restos de los que han muerto y rechaza la relación continua entre el cuerpo y el alma

Los obispos católicos de Colorado denunciaron recientemente un proyecto de ley que legalizaría el compostaje humano en el estado. El gobernador Jared Polis firmó el proyecto de ley en mayo, convirtiendo a Colorado en el segundo estado, después de Washington, en legalizar esta práctica.

Los obispos de Colorado declararon que el compostaje humano «no promueve la dignidad humana. La objeción de la Iglesia se basa en su creencia de que el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios como un compositum unificado de cuerpo y alma. Aunque la Iglesia permite la cremación con limitaciones, reducir de los restos mortales a tierra no es coherente con la teología de la Iglesia sobre la resurrección corporal y la promoción de la dignidad humana y el dominio sobre la tierra«.

Lanzamiento de cenizas al espacio

Tal vez la forma más estrafalaria de «entierro» que una persona puede llevar a cabo es el «entierro espacial», es decir, el lanzamiento de las cenizas al espacio exterior.

Este servicio lo ofrece la empresa estadounidense Celestis desde hace 20 años.

A partir de sólo 2.500 dólares, los clientes de Celestis pueden elegir que los restos de su ser querido sean lanzados al espacio y luego devueltos a la Tierra o, por un precio más elevado, ser lanzados a la órbita de la Tierra, a la Luna o al espacio profundo.

«El servicio de órbita terrestre, de gran atractivo, pone en órbita la nave espacial de Celestis que transporta los restos incinerados, donde permanecen hasta que vuelve a entrar en la atmósfera, vaporizándose inofensivamente como una estrella fugaz en un homenaje final«, afirma el sitio web de la empresa.

Varias otras empresas ofrecen servicios similares de lanzamiento espacial. Casi todas ellas lanzan al espacio una parte de los restos de la persona fallecida y dejan la otra parte a la familia.

Pietrzyk señala que si estos métodos lanzaran la totalidad de los restos de una persona, sería mejor que dividirlos, pero es poco probable que tales métodos de entierro sean aprobados por la Iglesia.

«Actualmente, la respuesta sería no. Los cuerpos de los difuntos deben ser enterrados en espera de su resurrección en el último día. Creo que el lanzamiento al espacio se asocia también a una comprensión más materialista de la persona humana, por lo que me parece poco probable que la Iglesia permita algo así«, explica.

Una oportunidad para la Iglesia

La Iglesia se enfrentará sin duda a nuevos retos a medida que siga aumentando la popularidad de algunos de estos nuevos métodos de enterramiento.

El padre H. Richard Rutherford, C.S.C., es sacerdote y profesor emérito de la Universidad de Portland. Ha estudiado y escrito extensamente sobre los entierros y funerales cristianos. Rutherford afirma que la Iglesia debería ver el momento actual como una oportunidad para predicar y enseñar con más regularidad lo que la Iglesia cree y por qué respecto a la muerte, la sepultura y la resurrección.

De esta manera, la gente conocerá bien lo que la Iglesia enseña y las razones que hay detrás de esa enseñanza cuando esté planeando los funerales de sus seres queridos, señaló Rutherford.

Las parroquias podrían organizar de vez en cuando un taller o seminario sobre lo que ocurre cuando alguien muere, especialmente para las personas mayores o los cuidadores. Los cementerios católicos podrían celebrar actos comunitarios en los que se invitara a la gente a acudir al cementerio y rezar por los difuntos en días como el Día de los Caídos, el Día de los Difuntos o en cualquier momento del mes de noviembre, comenta.

Los sacerdotes podrían hablar de la muerte y la resurrección en sus homilías, ya que aparecen en las Escrituras, añadió. «[Podrían] hablar de la centralidad de lo que somos, como cuerpo y alma, de lo que significa la resurrección y de cómo el funeral forma parte de nuestra vida católica«.

«Si Dios no se hubiera hecho hombre,… no habría (resurrección)«, señala. «Tenemos que tomamos en serio el hecho de que somos personas humanas, en cuya realidad entró Dios, por medio de la encarnación, cuando Dios se hizo uno de nosotros«.

Fuente: Infovaticana