Cada 3 de noviembre la Iglesia Católica celebra a San Martín de Porres, también conocido como el “Santo de las Escobas”.  Fraile dominico nacido en el siglo XVI, mulato e hijo ilegítimo, fue aceptado como donado en la Orden de Predicadores en donde trabajaba como portero y realizando tareas de limpieza. Pero su devoción por los enfermos y los más necesitados mostraron al poco tiempo de ingresar a la orden su sencillez y sensibilidad.

En tiempos de guerras y violencia, fue nombrado por el Papa Juan XXIII “Santo Patrono de la Justicia Social” y “Patrón Universal de la Paz”, canonizado en mayo de 1962.

San Martín de Porras (o también de Porres) nació en Lima, Perú, en 1579 fue hijo de un noble español de origen burgalés y de una mujer panameña  de raza negra.

Su infancia estuvo llena de penurias y mostraba siempre su sensibilidad para con los pobres y enfermos. Siendo pequeño aprendió el oficio de barbero y también de herborista. A los 15 años pidió ser admitido en la Orden de Santo Domingo de Guzmán, pero en la que fue aceptado como terciario ya que era hijo ilegítimo, mulato y no tenía estudios.

En la Orden de los dominicos trabajó cuidando enfermos y comenzó a distinguirse por su amabilidad en los modos y el trato, sin hacer distinción entre pobres y ricos, ni entre blancos, negros o indios. A todos los que iban a la enfermería, Martín los atendía por igual.

“A Fray Martín no le importó ser simple lego o donado de la orden de Santo Domingo, sin poder ser sacerdote; tampoco tuvo a mal el estar continuamente sirviendo a los demás, ir de un lado para otro con la escoba, atender a los enfermos, a los mendigos”, señala la biografía del santo que no pasó de ser fraile por su condición de hijo ilegítimo y mulato.

El Santo milagroso

El lema “Yo te curo, Dios te sana”, proviene de los milagros que empezaron a suceder cuando curaba los enfermos, algo de lo que jamás hizo alarde. Es más, él mismo hacía hincapié en que era obra de Dios.

Así, y tal como cuenta la historia de los dominicos, los enfermos se curaban solamente con el contacto de sus manos y algunos sin que los tocase.

En varios sitios a la vez

Otro de los milagros que se le atribuyen es el que lo hayan visto estar en dos lugares al mismo tiempo. Como el multado había querido ser misionero y no pudo, cuenta la historia que Dios le dio don de la bilocación.

Abundan los testimonios recogidos por la Iglesia Católica de personas que aseguraron haberlo visto en las misiones en China o Japón curando enfermos y, de hecho, el mismo fraile hablaba de esos lugares dando detalles como si hubiera estado en esos lugares.

También se sabe que conoció a Santa Rosa de Lima.

Los moribundos de toda clase social pedían que fray Martín los acompañara en el lecho de muerte.