Los rápidos avances de las fuerzas sirias en las zonas orientales del país frustran las esperanzas de EE.UU. de ‘ganar más terreno’ en el país árabe.

Así lo indica un artículo publicado el jueves por el diario estadounidense The Washington Post, añadiendo que la expansión del control territorial de las fuerzas leales al presidente sirio, Bashar al-Asad, podría proporcionar a Damasco una influencia adicional en las negociaciones políticas sobre el futuro del país. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) espera que estos diálogos se celebren el próximo mes.

En una declaración pronunciada esta semana, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, dijo que los “últimos acontecimientos” observados en Siria ponen de manifiesto una “urgente necesidad de revitalizar el proceso político”.

Lo obvio es que el avance del Ejército sirio, apoyado por el Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá), asesores iraníes y Aviación rusa tiene a Washington preocupado. Los últimos progresos han cortado el acceso de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), apoyadas por EE.UU., a sus bastiones en el sureste del país, incluida la estratégica ciudad de Al-Bukamal, cerca de la frontera entre Siria e Irak.

Según el análisis mencionado, la “inesperada” derrota de los terroristas de EIIL (Daesh, en árabe) en la ciudad de Al-Mayadin, en el este de Siria, podría allanar el camino al avance gubernamental al oeste del río Éufrates. Cabe recordar que las Fuerzas Democráticas Sirias lanzan ataques desde la orilla oriental para dominar más terreno en la provincia de Deir Ezzor.

Pese a sus constantes cambios, dadas las circunstancias, han fracasado todos los planes de EE.UU. contra Siria. Rusia e Irán son los ganadores de este duelo.

Debido a la posibilidad de que los bastiones que aún conserva Daesh caigan en manos del Ejército de Damasco, el Gobierno de Donald Trump tendrá que decidir si mantiene sus fuerzas militares en territorio sirio para proteger las áreas controladas por las FDS.

El Gobierno sirio tacha de ‘ilegal’ la presencia de fuerzas de países extranjeros o de sus subordinados, asegurando que tales efectivos, respaldados financiera y logísticamente por Washington, no solo han complicado la situación del país, sino que han obstaculizado cualquier solución a la crisis mediante una guerra por procuración.