Por Alejandro Maidana

En los barrios el dolor se manifiesta casi a la par de la esperanza, allí aparece el deporte como herramienta fundamental a la hora de contener y acompañar al piberío. A la deleznable realidad que se manifiesta tan opulenta como desprejuiciada, quienes entienden que la actividad deportiva transforma y sana, no bajan sus brazos en pos de un mañana distinto.

Las barriadas y un destino que parecería que solo puede modificarse desde la organización y el compromiso de quienes lo transitan, ya que las políticas públicas suelen fenecer cruzando las avenidas. Los barrios populares y un grito que sigue estallando en los sordos oídos de aquellos que solo se preocupan por no alterar el statu quo, colaborando de sobremanera en seguir distanciando los puntos de partida del piberío.

“Necesitamos nuestras propias comodidades, nuestros elementos, en el lugar donde estamos hoy en día momentáneamente, por ejemplo, no podemos tener la comodidad de entrenar sobre el piso encastrable armado”, sostiene Yoana Esquivel IV Dan internacional, quién cada vez que tiene que dirigirse a brindar su clase lo hace con un bolso repleto de los elementos que necesita.

En tiempos donde la temperatura complejiza la situación, ya que los alumnos tienen que entrenar descalzos, por ello la imperiosa necesidad de conseguir un espacio que brinde las comodidades necesarias. “Pese a las complicaciones, días atrás pudimos disfrutar de que un grupo de chicos haya podido competir en la provincia de Buenos Aires, más precisamente en el micro estadio de San Lorenzo en un torneo de taekwondo. Así fue como trajeron sus medallas a la ciudad, demostrando su compromiso y ganas pese las incomodidades”.

La academia tiene su sede en el barrio La Esperanza, en la zona norte de la ciudad. Momentáneamente, o al menos eso esperan, se encuentran entrenando en una parte de lo que todos conocen como el polideportivo, en un saloncito muy pequeño. “Se trata del salón del centro de salud del barrio La Esperanza, más conocido como el polideportivo El Playón. Acá los vecinos todos lo conocen como el polideportivo El Playón, si bien es muy complejo el accionar en el mismo, la idea es permanecer allí hasta conseguir lo que necesitamos. Es imperiosa la necesidad de contar con piso encastrable, tener bolsas colgadas, en definitiva, poder tener nuestros elementos como focos, manoplas y todo lo de elementos que se requieren”.

Por el momento, y debido a la falta de comodidad explicitada con anterioridad, los horarios y días de práctica se concentran en lunes, miércoles y viernes de 18.30 a 19.30 los infantiles, pequeños de 3 hasta 11 años. “Este es el primer turno y abarca esa edad, en el segundo que comprende el horario de 19.30 a 20.30, tenemos alumnos de 12 años en adelante sin límite de edad. Allí lo dividimos en grupos para trabajar con cada especificidad, ya que lo recreativo es lo que se impone en los más pequeño, y en los más grandes un entrenamiento físico distinto. Seguimos buscando e intentando encontrar herramientas que nos permitan seguir adelante, ya que debido a los inflacionario se nos ha hecho imposible sostener espacios en donde alquilar. Si bien estuvimos organizados en un club del barrio de la Cerámica, por distintas circunstancias la institución tuvo que cerrar sus puertas y eso nos privó de poder continuar en el lugar”, indicó Yohana.

Una profesora sumamente estoica que no baja los brazos a la hora de conseguir lo que tanto anhelan junto a sus alumnos, un espacio con las comodidades necesarias para cobijar el camino de quienes practican esta actividad. “La academia tiene alrededor de unos 20 alumnos, cabe destacar que algunos van y vienen, otros se consolidan, pero la dinámica es bastante compleja y oscilante. Te reitero, estamos entrenando en un salón pequeño en el Centro de Salud, conocido como el polideportivo El Playón y las comodidades no son las necesarias para poder llevar adelante nuestro entrenamiento, por ello insistimos en solicitar un espacio donde poder continuar con nuestro trabajo como la actividad y los alumnos requieren”.