Por Florencia Vizzi

La explosión que conmovió a la ciudad el pasado lunes en el laboratorio ubicado en Alem al 2900, ha dejado a el barrio La Tablada en estado de shock. Al caminar por sus calles, puede palparse la necesidad de los vecinos de laboratorio_alem2900_día-despues7_fvizzipararse a hablar unos con otros, comentar lo sucedido, relatar cómo lo vivieron y en qué estado han quedado sus casas y sus familias.

Trabajadores de Defensa Civil y efectivos de la Guardia Urbana Municipal van y vienen de casa en casa, acompañando a un ingeniero que constata los daños en las viviendas linderas, y cada una de esas casas tienen pro protagonistas a  escobas en movimiento, trapos, plumeros de todo tipo y hombres y mujeres limpiando y arreglando daños grandes y pequeños. Algunos se acercan a hablar y aceptan escuchar las preguntas y contar como lo vivieron, otros en cambio, prefieren mantenerse al margen y ocuparse de arreglar sus hogares y desechar sus miedos.

“Lo primero que se me vino a la cabeza cuando escuché la explosión fue lo de calle Salta”, dice Néstor, que hace 12 años que vive en La Tablada. “Es un laboratorio que tuvo muchos problemas, anteriores a este, tuvieron conflictos con sus empleados, falta de pago, los echaban, no pagaban las indemnizaciones, y siempre hubo problemas con el mantenimiento. Y problemas con la producción, tuvieron varias inspecciones del ANMAT porque, parece que tenían productos en malas condiciones. Es un lugar que se rumorea está lleno de irregularidades”.

Néstor relata también que se “comentaba”, aunque no pudo precisar la fuente, que las calderas funcionaban mal, porque perdían agua constantemente.

Por su parte, Marcos, vecino que habita en el barrio desde el 2006, refirió que intentaron por varios medios presentar quejas y denuncias, y averiguar si la habilitación estaba en regla.

“En octubre del año pasado-cuenta- hablamos con un amiga personal de mi familia, que trabajaba para el gobierno de la provincia de Santa Fe, y ella nos trató de allanar el camino para que nos presten atención a algunos de los muchos reclamos que realizamos y para tratar de averiguar cómo estaba el tema de la habilitación de este lugar. La fueron derivando de una persona a otra hasta que finalmente llegó a hablar con Cecilia Nijich de Medio Ambiente. Ella se comprometió a averiguar la situación del laboratorio y luego, nunca más le atendió el teléfono”.

-¿Cuál es la razón por la cual se acudieron a esta persona buscando ayuda?

-Ruido permanente, paredes que se agrietan y resquebrajan, temblores, más de 12 años de denuncias, con expedientes en la municipalidad y tribunales- responde Marcos con gesto de cansancio.

Y agrega: “En mi casa no se puede estar en el patio por el ruido, hay más de 60 decibeles, en algunos casos llegan hasta 75 decibeles, constante, día noche, sábados, domingos, feriados… han pasado 40 días de trabajar ininterrumpidamente. Los autoelevadores en contramano a cualquier hora por calle Alem. Se descargan camiones a toda hora, de día, de noche, de madrugada, en doble fila, los semis de 18 metros parados sobre las bicisendas, sin conos ni balizas”.  

“Otro tema-enuncia el vecino- son los venteos que se hacen. Yo no soy técnico ni mucho menos, así que se realizan regularmente, entonces yo no puedo estar en mi casa, porque silbaba todo muy laboratorio_alem2900_día-despues_fvizzifuerte, y mi casa que está a 50 metros, cada vez que eso ocurre tiembla toda”.

“El sentido común mismo te indica que no está bien. A veces hemos querido hablar con la gente del laboratorio pero siempre han sido violentos en inaccesibles en el trato, y nos han maltratado cuando hemos acudido a ellos”, enfatiza.

“Creo que, quien más quien menos, que vivía en esta zona, esperaba que algo ocurra. El comentario que hacíamos siempre era: ‘Esto va a explotar, cuando explote ¿qué hacemos? ya va a ser tarde’. Hemos tratado de organizarnos, habíamos pedido la habilitación del lugar, pero llegamos tarde. Y ha sido difícil coordinar con todos porque hay muchos vecinos que sienten miedo de hablar y de movilizar por la forma en que se manejan los del laboratorio”.

“Esta es otra forma de inseguridad, yo tengo dos hijos pequeños, una nena recién nacida. Imaginate si hubiéramos estado en el patio en ese momento y nos cae uno de esos cascotes”, cierra, con preocupación, su testimonio.

A la entrevista, que es de “puertas abiertas”, se suma otro vecino. En seguida comenta que en su patio y  su techo cayeron todo tipo de cascotes y elementos, caños, tuercas, llaves de paso… “es muy complejo el tema, y acá la municipalidad brilla por su ausencia”, dice. “Ésta es una habilitación que ya tiene casi 20 años, ya  no puede servir. Los cascotes que volaban eran inmensos, imagínate si esto hubiera ocurrido en horario escolar”.

“Es simple -dice el hombre, que se presenta como Cacho- no puede haber un lugar con dos calderas como las que tiene este laboratorio en un centro de manzana. Saquemos esto que explotó, a ver, hasta podría decirse que fue un accidente, pero además de eso tenemos un zumbido permanente, los 365 días del año, las 24 horas… paredes que se rajan, temblores… no sé, no entiendo como esto puede estar funcionando esto aquí”.

María Josefa barre una y otra vez la zona de acceso a la casa de su cuñada, que se encuentra internada. Detrás está su propia casa. Cuenta que hoy temprano tuvo que reponer todos los vidrios del frente, dos ventanas grandes. “Ya me gasté $1600, sólo en esto”. La mujer lleva más de la mitad de su vida viviendo en el Pasaje Drumond, y recuerda que desde hace 20 años el laboratorio, Apolo actualmente, y el anterior genera quejas y conflictos.

“Por un lado doy gracias de que no haya sido gas, porque si hubiera sido así… no estaríamos aquí, con semejante explosión… Lo peor es que me quedé sin gas… un pedazo de mampostería voló con el estallido rompiendo parte de la cañería de gas. Así que vino Litoral Gas y me puso un cepo. Tuve que salir a buscar un gasista, pero hay que hacer nueva toda la instalación. No tengo idea lo que me va a salir. Pero el gasista me dijo entre 20 o $30.000. Tenía una plata ahorrada para las vacaciones, chau vacaciones, ahora tengo que arreglar esto, porque con este frío, estamos sin gas”.

Jimena va y viene por el Pasaje Drumond, reta a una persona que se coló a su terraza y con tristeza señala que: “Ahora lo que hay es un gran silencio. Ya pasaron los medios, los periodistas y el escándalo. Acá quedan nuestras casas, más o menos afectadas, la persona que aún permanece internada, la familia de Charly. Quedamos nosotros, tratando de ayudarnos unos a otros”.

laboratorio_alem2900_día-despues1_fvizziLa madre de Jimena vive en una da las casas más afectadas por la explosión. Aún se encuentra muy conmovida y a la vez indignada por los sucesos. “No sé lo  que va a pasar ahora, hay que ver quien responde, por todo esto. Porque el fiscal se encarga de la cuestión penal, pero la cuestión civil, que es la que tiene que ver con reconstruir todo esto, no está claro por dónde encararla. Yo hablé con el dueño ayer, porque me lo crucé en un momento, y me dijo que se iban a hacer cargo de todo, pero bueno. Eso me lo dijo al pasar, hay que ver lo que pasa, y como se soluciona todo esto”.

Antes de despedirse, agregó: “Yo lo único que pretendo es que cumplan con lo que corresponde y que alguna vez alguien se haga cargo. Sí, pudo ser peor y más complicado. Pero la verdad es que no tendría que haber pasado. A esta altura, los gobiernos tendrían que proteger a la gente. A esta altura, ya no queremos más ser parte de estos circos, y ayer todos fuimos rehenes de uno de esos circos. Este laboratorio no podría estar funcionando aquí, en un centro de manzana en un barrio. Legalmente no se puede. Sin embargo, aquí están”.

Juan Pedro Chenevier es uno de los efectivos de Defensa Civil que continúa trabajando en el lugar. Si bien confirmo que hay diez viviendas afectadas, explicó que la mayoría tiene “daños menores”, “excepto, por supuesto, las dos linderas”, manifestó.

“La explosión fue muy grande, fue seria, y si no hubiera sido de vapor, estaría todo destruido, habría habido fuego. De hecho había otra caldera al lado, que no resultó afectada”

Chenevier agregó que se encuentran ayudando a los vecinos a limpiar la zona e intentando colaborar a que “puedan volver a la normalidad”.

Entre tanto, se constataron grietas en las casas linderas al laboratorio y siguen constatando el resto de las viviendas y estructuras de la cuadra. La más afectada deberá ser demolida, señalaron desde Defensa Civil, porque por los daños que presenta no tiene posibilidad de ser recuperada.

Cuando la entrevista se va agotando, y ya han dicho lo que creían necesario, cada uno va retomando sus escobas, herramientas, y vuelven a sus casas a intentar recuperar sus rutinas cotidianas.

Por otro lado, cabe aclarar que, a pesar de los intentos de Conclusión de conversar con alguna voz autorizada de Laboratorioas Apolo, no ha sido posible y se negaron a dar declaraciones.

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