El escrutinio en la provincia de Santa Fe despierta, en no pocos dirigentes y observadores, diversos análisis y controversias. Y las hay realmente, las hay de todo tipo y para todos los gustos. Incluso las controversias van más allá de las fronteras santafesinas y se instalan en la Capital Federal, en algunos medios porteños que, sin dudas, cumplen además del rol de informar el de jugar a la política apoyando subliminalmente a uno u otro candidato. Y a veces esto último no es bueno, porque deja traslucir la imagen de neo «unitarios» que procuran influir en el ánimo, emoción y vida de los santafesinos.

Por caso, debería decirse que así como se ha informado hace unos días que escrutados diez departamentos (no estaban incluidos los dos más importantes: departamento Rosario y departamento La Capital) el Pro aventajaba al Frente Progresista Cívico y Social por unos veinte  mil votos, con los que se superaba la leve ventaja inicial de la que hablaba el oficialismo (5.000 votos), no se ha advertido demasiada información sobre el hecho de que en las últimas horas el Tribunal Electoral dio a conocer el escrutinio definitivo del departamento La Capital, cuyo núcleo es la ciudad de Santa Fe, bastión de Torres del Sel y del Lole Reutemann (hoy con el Pro), y que allí, paradójicamente, el Frente Progresista Cívico y Social aventajó al espacio que lidera Mauricio Macri en el orden nacional. En efecto, la cifras finales dieron los siguientes resultados: Unión Pro Federal, 77.376 votos; Frente Progresista Cívico y Social 80.703, votos y Frente Justicialista para la Victoria, 60.809 votos.

Tampoco se ha hablado demasiado en algunos medios porteños (e incluso santafesinos) de la buena campaña hecha por el Frente Justicialista para la Victoria, espacio que arrancó tarde gracias a las idas y vueltas, condiciones e indecisiones de ciertas figuras que flaco favor le han hecho al peronismo. Un peronismo que parece no haber comprendido aún que los «personajes» sólo han servido para acabar con la mística de la militancia. Lo que se gana fácilmente, también suele perderse fácilmente. Y esto es lo que le ha ocurrido al justicialismo santafesino por poner su destino en manos de figuras que, por lo general, le rinden culto al personalismo y no al grupo, de cuyo destino en ocasiones se desentienden. Y así, según sean las condiciones, saltan el cerco o se van a sus casas si sus caprichos no son satisfechos.

La elección primaria que acaba de transcurrir y cuyos resultados finales estarán en lo inmediato según se ha dicho, ha mostrado al peronismo que puede con lo propio si hay candidatos potables, tiempo y un buen mensaje persuasivo (algo que en realidad le está faltando a este espacio político).

De esta última elección se ha dicho de todo en cuanto a resultados provisorios. Por ejemplo que el gobierno provincial recibió un voto castigo. Pues bien,  ¿cómo se entiende entonces que para diputados la lista del Frente Progresista, encabezada por el hoy gobernador Antonio Bonfatti, haya obtenido el primer puesto? ¿Cómo se entiende que la lista del Pro, encabezada por un joven talentoso y laborioso, como es Roy López Molina, haya obtenido un  tercer puesto, detrás del Frente Para la Victoria?

Hoy, o mañana (esta columna se ha editado el viernes primero de mayo), el Tribunal electoral, que preside el presidente de la Corte de la provincia de Santa Fe,  Roberto Falistocco, entregará los resultados definitivos del departamento Rosario a los apoderados, en donde para gobernador posiblemente el Pro aventaje al Frente Progresista Cívico y Social (según datos extraoficiales) con lo cual se estará ante otra paradoja que, seguramente, debe tener o tiene responsables en este caso. Y otra vez el Frente Justicialista estará en un puesto expectante.

Todo esto indica que aún la historia no está cerrada y que el resultado final y el destino de cada uno de los contendientes, y de los santafesinos, por supuesto, dependerá de qué hagan (especialmente aquellos que tienen aún el poder para hacer), qué digan y cómo se muevan.
De todos modos, algo hay que parece claro: la ciudadanía aguarda nuevas caras, nuevas políticas que satisfagan sus necesidades y derechos.