Los científicos de la misión Juno de la NASA han observado enormes cantidades de energía girando sobre las regiones polares de Júpiter que contribuyen a las poderosas auroras del planeta gigante, pero no de la manera que los investigadores esperaban.

Un equipo liderado por Barry Mauk, del Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins, en Laurel, Maryland, observó poderosos potenciales eléctricos, que están alineados con el campo magnético de Júpiter, que aceleran los electrones hacia la atmósfera joviana, con energías de hasta 400.000 electrones voltios.

Esto es 10 a 30 veces más alto que los potenciales aurorales más grandes observados en la Tierra, donde sólo varios miles de voltios son típicamente necesarios para generar las auroras más intensas – conocidas como auroras discretas: esas deslumbrantes, retorcidas y serpentiantes- como las observadas en lugares como Alaska y Canadá, extremo norte de Europa y muchas otras regiones polares tanto del norte como en el antártico sur.

Los científicos consideran que Júpiter es un laboratorio de física para los mundos más allá de nuestro sistema solar, diciendo que la capacidad de Júpiter para acelerar las partículas cargadas a energías inmensas tiene implicaciones sobre cómo los sistemas astrofísicos más distantes logran aceleran las partículas. Pero lo que aprenden y comprenden acerca de las fuerzas que dirigen las auroras de Júpiter y la configuración de su entorno climático espacial también tiene implicaciones prácticas en nuestro propio patio trasero planetario.

Estas energéticas partículas que crean las auroras nos ayudarán a la comprensión de los cinturones de radiación de Júpiter, que plantean un desafío para la misión Juno y para las próximas misiones espaciales a Júpiter que actualmente están en desarrollo y con ese destino o similares.