Por Alejandro Maidana

“El tejido carcelario de la sociedad asegura, a la vez, las captaciones reales del cuerpo y su perpetua observación; es; por sus propiedades intrínsecas, el aparato de castigo más apropiado para la nueva economía del poder y el instrumento para la formación del saber que esta economía misma necesita”.    Michel  Foucault

Muchos nos preguntamos cuál es la función de las cárceles y la finalidad de las mismas. Deleznables monstruos de cemento que encierran las historias mas espinosas que se entrelazan con un sueño en común, el de libertad.

Abolicionistas por un lado, férreos defensores del encierro por el otro, han brindado los más virulentos debates sobre el rol de las cárceles dentro de la sociedad. Sin embargo, las rejas sieguen siendo ese límite que cercena la idea de una nueva vida, de un nuevo sendero que conduzca a una reinserción sincera.

Es aquí donde la figura del estado es interpelada ¿Busca éste un enemigo permanente para consolidar su status quo? No sería nada alocado pensar en el fenómeno de la inseguridad como un gran negocio para aquellos que a través de infundir el miedo, persiguen el control social. Pensar y repensar la realidad, someter a un análisis permanente a lo preestablecido es casi una necesidad consolidada para un individuo que ame la vida sin atadura alguna.

“Me crié en un instituto de menores, al salir del mismo no pude integrarme a mi familia, desde allí conocí la calle, el hambre y el frío”, de esta manera Fernando Guidi comenzaría la charla con Conclusión.

Cordobés, gran dibujante y un buscavidas notable, no ha bajado jamás los brazos en búsqueda de reinsertarse en la sociedad.

“Conocí la cárcel debido a un robo calificado, por ese hecho estuve encerrado en Bouwer, pero lejos de ser ese mi final fue el comienzo de una nueva vida. Desde el primer día inicie un tratamiento psicológico voluntario, al no tener conmigo a mi familia fui encontrando mi propio rumbo privado de la libertad”, sostuvo Fernando.

Basta con repasar algunos dibujos de los que realiza para poder contemplar lo maravilloso de los mismos, “otra de las cosas que pude encontrar es la faceta de artista, incluso dentro del penal pude crear varias historietas. Quiero recordar a la primera que lamentablemente me trajo muchas represalias del servicio penitenciario, la misma tenía un dibujo de dos internos agarrados de una reja y eso les sirvió de excusas para hablar de un posible plan de fuga. Entiendo que esta situación surge después de que varias de mis creaciones se publicaron en un diario”, comentó con cierto de dejo de indignación Guidi.

“Pero soy terco y voy para adelante, por eso pude acceder un importante taller de plástica y pensamiento artístico. Mis dibujos debían circular solo dentro del aula y no traspasar los muros, por suerte pude abrazar un concepto excelente entre los profesores de esta importante extensión de la universidad de filosofía y humanidades”, sostuvo.

Gracias a sus dotes artísticos cuatro dibujos de Fernando fueron premiados en un importante certamen, pero fue por más, “envalentonado con esto decidí ingresar a un taller de periodismo, algo muy interesante que hizo que me cruce con periodistas de la voz del interior que ingresaron al penal para traer una idea laboral. Así fue como surge una revista de humor tumbero, que gracias al trabajo de grandes profesionales y el humilde aporte de los muchachos del taller pudo participar de la feria del libro”, indicó.

El camino a la libertad y el inicio de otro, la reinserción laboral, “cuando deje atrás los muros lo primero que me encontré fue la incapacidad de poder seguir dibujando. Sin espacio físico, sin materiales, y por sobre todas las cosas sin dinero. Desde allí hasta esto días la lucha es constante para poder recobrar la dignidad que te brinda lo laboral”, dijo.

Fernando Guidi la pelea como puede con la venta callejera, hoy persigue el mango con un puestito de panchos al paso. Sostiene con muchísima claridad que el estado infla el pecho hablando de reinserción, pero es el primer garante de que esto no suceda.

“La lucha de todo ex convicto es contra el artículo 51 del Código Penal Argentino. Por el derecho a la reinserción social de los liberados ya cumplidos al momento de recuperar su libertad y no diez años después como estipula esta ridícula ley. La misma lejos está de asegurar la reinserción social de los liberados,  puesto que asegura su reincidencia delictiva haciendo de la delincuencia un negocio jurídico y político. El Estado es cómplice de este sistema corrupto que nos excluye de todo derecho mediante la misma ley que habría que respetar”, enfatizo.

Cuando habla de responsabilidades lo hace con total soltura y convicción, “quiero que quede claro que por ley un ex convicto no puede reinsertarse por medio de un trabajo estable en relación de dependencia, como tampoco hacerlo  por sus propios medios como yo lo intenté y demostré. Llegué a encadenarme en reclamo de ese supuesto derecho que no tendré hasta después de diez años de cumplida la totalidad de la condena. Tampoco podemos ser parte de cooperativas de trabajo por el art 64 de dicha ley, que es un calco del 51 del código penal.  En definitiva, el Estado es responsable del aumento de los índices delictivos asegurando nuestra reincidencia al no darnos la chance de poder trabajar después de haber cumplido una condena en su totalidad”, concluyó Fernando Guidi, alguien que relató con luces y sombras la vida de aquellos que pagaron con su libertad, pero que aún siguen rehenes del olvido, y presos del Estado.