Es interesante registrar la cantidad de oportunidades en que se escucha o se lee la palabra “flagelo” en directa mención a las “drogas”, y en segundo lugar también observar con cuanta frecuencia se habla ligeramente de “consumo responsable”, aludiendo a las mismas sustancias.

No hace falta indagar mucho para saber que “flagelo” era un antiguo instrumento de tortura con el cual se podía castigar a otra persona (flagelar), o infligirse daño a uno mismo (autoflagelarse), y que “droga”, según la O.M.S., es una sustancia química, natural o sintética, que una vez que interactúa con el organismo humano, produce alguna modificación en el cuerpo y sus procesos, la mente y el pensamiento, la conducta y las emociones.

Desde este punto de vista, puede afirmarse por un lado que una sustancia es un instrumento de tortura, pero que a la vez se puede hacer un uso responsable de ella?. Indudablemente no.

Además, y considerando que una droga de abuso es siempre nociva, psicoactiva y posee propiedades adictivas, a qué se refiere la idea del consumo responsable?. Puede considerarse como responsable el consumo de alguna variedad de estas sustancias, salvo el estricto caso de las prescripciones médicas?. Vuelta a decir que no.

Conviene también resaltar otro ingrediente no muy tenido en cuenta a la hora de opinar: las características de una conducta adictiva, que entre otras cosas quiebra la voluntad de una persona, impidiéndole el control sobre alguno o varios de sus actos, como por ejemplo el de interrumpir la ingesta de algo que está consumiendo y que le hace daño, tal vez mucho.

Y esa es la paradoja más indescifrable de una conducta adictiva: realizar un acto dañino para con uno mismo, conocer la naturaleza e intensidad del mismo, y no poder abstenerse, más allá del objeto que se consuma, llámese droga, juego, sexo compulsivo, compras descontroladas, desordenes alimentarios, relaciones personales tóxicas, etc., etc.

Si lo que se pretende es disminuir el consumo de drogas, tendríamos que apartarnos de los modelos del miedo y de los mensajes confusos o interesados, ya que los aspectos centrales de la cuestión se relacionan mucho más con las profundidades existenciales de los seres humanos que con las siempre cambiantes condiciones externas.

Resulta pues más aconsejable fortalecer nuestros propios aspectos saludables y difundir ideas que contribuyan al esclarecimiento de las problemáticas, que continuar repitiendo viejas frases vacías de contenido y de sentido.