Por Alejandro Maidana 

“Anarquista es, por definición, aquél que no quiere estar oprimido y no quiere ser opresor; aquél que quiere el máximo bienestar, la máxima libertad, el máximo desarrollo posible para todos los seres humanos”. Errico Malatesta

Los llaman utópicos, pero eso no representa freno alguno para dejar de atesorar el sueño de una sociedad libre, sin autoridad, basada en la ayuda mutua y la cooperación voluntaria.

El anarquismo argentino contó con grandes escritores, como José Ingenieros, Rodolfo González Pacheco, Teodoro Antilli, Emilio López Arango, con excelentes poetas, como Alberto Ghiraldo y Herminia Brumana. Todos ellos no descansaron  tratando de compartir la llave de la conciencia liberadora.

La Fora (Federación Obrera Regional Argentina) supo tener su gran momento en la organización sindical de nuestro país. La misma sufrió represiones sangrientas conocidas como la Semana y Patagonia Trágica, de allí emergería la figura del “vindicador” Simón Radowitzky. Otra figura, mas controvertida y de acción directa, fue sin dudas Severino Di Giovanni, alguien al que Osvaldo Bayer, otro gran referente, supo inmortalizarlo en libros y en la pantalla chica.

Pero no vamos a extendernos en demasía, ya que el anarquismo es tan amplio que resultaría insultante tratar de volcarlo en un solo informe. Por eso mismo Conclusión dialogó con el licenciado en ciencias políticas y profesor de sociología Carlos Solero, alguien que abraza de sobremanera las ideas anarquistas.

“En una sociedad donde reina el egoísmo y la propiedad privada es considerada sacrosanta, hablar de anarquismo tiene una base sólida en poder establecer acuerdos mutuos”, sostuvo.

Pensar en una sociedad donde los lazos se extiendan  de manera horizontal, nos mostraría un horizonte transformador. Pero ¿Cómo llevarlo adelante ante la consolidación del capital y el estado que lo protege?

“A sabiendas que no hay mucha permeabilidad en la sociedad por lo antes mencionado, debemos seguir a través de todos los medios de divulgación elevando nuestras ideas. Las grietas sociales nos han encontrado llevando adelante nuestro ideario, más precisamente en las calles, histórico refugio de nuestras luchas”, indicó Solero.

El sistema capitalista vive en un colapso casi permanente, sobre esto dijo, “si bien no podemos ser optimistas, si lo podemos ser a mediano plazo, ya que este sistema siempre se va a encargar de mostrarnos sus miserias. Lo nuestro pasa por construir vínculos en lo cotidiano, siempre existirán revueltas en donde podamos movernos con más soltura que en otros momentos”.

El parlamentarismo y esa vieja discusión, “el parlamentarismo no modifica ni altera al sistema en la propiedad, ni en la autoridad. Es decir, el mismo te sume en la obediencia y en la sumisión, el pueblo cree que debe depositar su vida en aquellos que dicen ser “sus representantes”, cuando en realidad no es así. Es una manera que busca ser cordial para poder legalizar la explotación”, enfatizó el profesor universitario.

Capital y Estado, ambos van de la mano según la mirada de Carlos Solero, “no existe el uno sin el otro, el capital necesita del estado. Hay un pensador contemporáneo que define bárbaro al estado, sostiene que se manifiesta solo de dos formas, como socialdemócrata y totalitario. En esencia son lo mismo, son dos formas de dominación, nosotros sabemos que siempre que haya creación de valor, va a existir explotación y dominación, por eso combatimos contra todos ellos integralmente. No se trata de un gobierno u otro, es el estado, primero como maquinaria de guerra en defensa del capital, y segundo por la captación de subjetividad a la hora de obtener votantes”.

Para lograr cierto de confort, o darse algunos gustitos, el ser humano debe entregar largas jornadas de su vida. Esto sin lugar a dudas lo conduce indefectiblemente a convivir con una espinosa contradicción.

El rol de la izquierda parlamentaria

Solero en esto no anda con vueltas y la define como la “izquierda del capital”. Algo que genera debates virulentos con aquellos que consideran  que a través del parlamentarismo se puede transformar la realidad de los explotados.

“Con la izquierda en el poder, a lo sumo se podría aspirar a una socialdemocracia. Esta podrá tener mucha fuerza en las calles, pero no pasará nunca de ser una minoría lucida, ya que pasaría a formar parte del sistema”, destacó.

El licenciado en ciencias políticas insiste con la socialdemocracia, “lo más parecido a esto ha sido sin dudas Lula Da Silva en Brasil y el Frente Amplio de Uruguay, sin olvidar la anterior de Chile y el régimen venezolano”.

Cuando se lo consulta por Chiapas en México, y Kurdistán como posibles construcciones anarquistas aferradas al separatismo, es categórico: “No creo que Kurdistán tenga nada de eso, es un tema más complejo que se da en una zona del mundo muy particular. Con respecto a lo de México, pueden existir algunos municipios autónomos que podrían ser de alguna referencia, no así el neozapatismo que ha optado por la vía electoral. El anarquismo tiene su esencia en las revueltas permanentes, es el camino que la humanidad debe transitar para no autodestruirse”, concluyó.