Hace 16 años el mundo se enteraba del suicido del prestigioso cardiocirujano René Favaloro quien de un disparo al corazón, se quitó la vida, agobiado por la crisis que atravesaba su fundación y decepcionado ante la falta de respuestas por parte de las autoridades y de los empresarios.

El 28 de julio de 2000, un día antes de su muerte, Favaloro le envió una carta al entonces presidente Fernando de la Rúa en la que le pedía ayuda para obtener fondos de salvataje por la crítica situación financiera de su fundación.

Según confió después el propio De la Rúa, el cardiocirujano concluyó la misiva con una frase lapidaria: “Estoy desesperado”.

Nacido el 12 de julio de 1923 en el barrio “El Mondongo” de La Plata, e hijo de un carpintero –Manuel— y de una modista –Ida Raffaelli–, Favaloro ingresó a la Facultad de Medicina de Universidad Nacional de La Plata a fines de los años 30.

Realizó su residencia en el Hospital Policlínico de la capital bonaerense, donde vivió durante dos años de forma muy austera entre los pacientes que atendía, hasta que se recibió en 1949.

“ASISTIR SIN INVESTIGAR ES CONDENAR AL PACIENTE A UNA MEDICINA INMOVILIZADA EN EL TIEMPO…”

A poco de graduarse, le llegó una carta de un tío, quien vivía en la localidad de Jancito Aráuz, en la zona desértica de La Pampa, en la cual le contaba que en se pueblo de 3500 habitantes se necesitaban médicos.

Junto con su hermano Juan José puso en marcha un centro asistencial y logró reducir la mortalidad infantil en la zona, al igual que las infecciones en los partos y la desnutrición, todo gracias a campañas de difusión sanitarias que realizaba con la ayuda de las Iglesias, las escuelas y las instituciones intermedias.

En ese entones, Favaloro volvía una vez por año a La Plata, donde además de presenciar algún partido de Gimnasia, el club de sus amores, aprovechaba sus visitas para ponerse al día en materia de conocimientos médicos.

La cirugía toráxica era uno de los temas que más le interesaban, y lo entusiasmaba la idea de viajar a Estados Unidos con el propósito de nutrirse de los últimos avances en materia de intervenciones cardíacas.

Tras 12 años como médico rural, se traslada a Cleveland, y tras trabajar en el tratamiento de las afecciones vasculares comienza a interesarse, en 1967, por la utilización de la vena safena en las intervenciones coronarias.

La estandarización de esa técnica sería conocida como bypass, y sus especificidades serían publicadas en 1970 en revistas especializadas de los Estados Unidos.

“PERO INVESTIGAR SIN EL RIGOR CIENTÍFICO GARANTIZADO POR EL EJERCICIO DE LAS CIENCIAS BÁSICAS, NO SIEMPRE ES INVESTIGAR, SINO EMPRENDER AVENTURAS SIN IDEAS DIRECTRICES Y MUCHAS VECES INCOMPATIBLES CON LA ÉTICA…”

En 1971, Favaloro retorna al país con el deseo de crear una clínica de alta complejidad similar a los centros asistenciales en los que había trabajado en el exterior.

https://youtu.be/gFe2D7uDY08

Cuatro años más tarde nace la Fundación Favaloro, donde se formaron más de 450 residentes provenientes de las provincias argentinas y de los países de Latinoamérica.

En 1980, creo el laboratorio de Investigación Básica, dependiente del área de formación de la Fundación, y sobre la base de esta experiencia se creó en 1998, la Universidad Favaloro.

La Fundación atendía afecciones que iban más allá de lo cardivosaculares, y recibía pacientes que eran derivados desde diversas obras sociales.

En 2000, ese emprendimiento médico de excelencia que había creado ese doctor formado en el campo y nacido en los barrios más postergados de su ciudad, acarreaba una deuda de 18 millones de dólares.

El 29 de julio de ese año, se encerró en el baño de su casa y se pegó un tiro en el corazón, hundido en una profunda depresión y “cansado de luchar y galopar contra el viento, como decía Don Ata (en referencia a Atahualpa Yupanqui)”, decía en una de las siete cartas en las que intentaba explicar su decisión.

“PERO INVESTIGAR SIN EDUCAR, NO SÓLO TRAICIONA LA ESENCIA DEL ACTO CREADOR SINO QUE PRIVA A LAS GENERACIONES FUTURAS DE LA RIQUEZA INVALORABLE DE DESCUBRIR SU PROPIO POTENCIAL CREATIVO…”

Crónica de una muerte anunciada…

Entre otras dificultades, la Fundación reclamaba cerca de dos millones de pesos/dólares adeudados por el PAMI, el organismo previsional entonces encabezado por Horacio Rodríguez Larreta, recientemente electo como jefe de Gobierno porteño.

“La carta llegó el viernes y me enteré ayer (lunes)”, confesó De la Rúa ante las cámaras de América TV. “Él me pedía si podía interceder ante empresarios para obtener una donación de seis millones de pesos”, dijo el primer mandatario.

En otra de las siete cartas que dejó antes de quitarse la vida,a los 77 años, Favaloro condenó la corrupción de médicos, sindicalistas y prestadores.

“Valga un solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros (creo desde el año 94 o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente)”, explicaba.

Sin embargo, Rodríguez Larreta, entonces interventor del PAMI, aseguraba que “no tenía una deuda verificada con la Fundación”, y los únicos incumplimientos que existían “eran unas facturas vencidas correspondientes a los años 1993 y 1995, que no figuraban en los libros contables de la obra social”.

El próximo jefe de Gobierno porteño propuso una conciliación obligatoria y revisar todas las historias clínicas asignadas a las facturas para verificar si existía esa deuda de casi dos millones de dólares del PAMI con la Fundación.

“Estoy pasando uno de los momentos más difíciles de mi vida, la fundación tiene graves problemas financieros. En este último tiempo me he transformado en un mendigo. Mi tarea es llamar, llamar y golpear puertas para recaudar algún dinero que nos permita seguir”, escribió Favaloro en una de las cartas que dejó a modo de despedida.

Fundación: investigación y docencia

“PERO EDUCAR SIN COMPROMETER A QUIEN SE EDUCA CON LA REALIDAD SOCIAL DE SU TIEMPO TAMPOCO ES EDUCAR, SINO ENTRENAR PROFESIONALES DIESTROS, CUYAS DESTREZAS DE POCO HAN DE SERVIRLE SI A CAUSA DE SU MIOPÍA SOCIAL NO PUEDE PONERLAS AL SERVICIO DE QUIENES MÁS LAS NECESITAN”.

En los comienzos, Favaloro realizaba su práctica médica en el Sanatorio Güemes. Poco a poco fue gestando la idea de formar un equipo de investigación. En 1974 le encomendó al doctor Ricardo Pichel, quien fue rector de la Universidad hasta 2014, el desarrollo de esta área (ver Se gesta la Fundación Favaloro en la Galería de Fotos). En 1978, la Sociedad de Distribuidores de Diarios Revistas y Afines (SDDRA) hizo posible el comienzo de las actividades de investigación y docencia. Durante varios años, Favaloro financió con sus propios recursos la mayor parte de los gastos. En 1980 se creó el Departamento de Docencia e Investigación de la Fundación Favaloro a cargo de Pichel. Ese año, con la colaboración del Departamento de Órganos Artificiales de la Universidad de Utah -a cargo de Willem Kolff-, se implantó en la Fundación Favaloro el primer corazón artificial en un ternero. Entre 1980 y 1982 se implantarían 16 corazones artificiales en terneros

En ese mismo período, el doctor Peter Willshaw, investigador de la Fundación Favaloro, desarrolló en colaboración con la Universidad de Utah un dispositivo de medición denominado COMDU (por su sigla en inglés “cardiac output monitoring and diagnostic unit”), con el cual logró una mejoría en la mediciones de flujo de los corazones artificiales. El dispositivo se utilizó luego en todo el mundo para la investigación en corazones artificiales.

https://youtu.be/ug8zwqx0bo4

El programa de corazón artificial se discontinuó en 1982 a causa de los costos. Sin embargo, el equipamiento adquirido permitió iniciar varias líneas de investigación básica con animales crónicamente instrumentados, metodología ideal para el estudio del aparato circulatorio, con lo cual se le imprimió un nuevo perfil al sector de investigación que pasaría a llamarse División de Investigación Básica. Para este proyecto se convocó a los doctores Alberto Crotoggini y Juan Barra, quienes junto a Pichel y Willshaw, realizaron importantes contribuciones a la comprensión de los mecanismos del corazón y del aparato circulatorio. El convenio firmado con la Universidad de California en 1983 permitió utilizar tecnología de avanzada para el desarrollo de la investigación sobre la función ventricular. Ese año se integraron a esta línea de investigación los licenciados en Biología Jorge Negroni y Elena Lascano, quienes comenzaron a trabajar en modelos matemáticos para la comprensión de la función cardiaca, y el doctor Edmundo Cabrera Fischer, quien luego trabajaría en la fisiología de la función arterial.

En 1984, el doctor Ricardo Quinteiro y el biólogo Marcelo Biagetti, iniciaron tareas de investigación en la electrofisiología del corazón luego de visitar la Universidad de Pennsylvania. El mismo año se inició el convenio con el INSERM de Paris para el estudio de la mecánica arterial, proyecto en el que Barra y Cabrera Fischer desarrollaron numerosas investigaciones y al que se sumaría el ingeniero Ricardo Armentano.

Favaloro brindó siempre todo su apoyo y colaboración a los investigadores, quienes contaban con plena libertad para ejercer sus tareas. Estaba convencido de que sin investigación -y en especial, investigación básica- no era posible el desarrollo de la Medicina. Con el tiempo, el Departamento de Docencia e investigación se convertiría en el Instituto Universitario de Ciencias Biomédicas, y la División de Investigación Básica en Instituto de Investigación en Ciencias Básicas. En la actualidad, la mayor parte de las actividades de docencia e investigación de la Fundación se desarrollan en la Universidad Favaloro.