Francis Fukuyama se convirtió en una celebridad cuando a principios de los 90 publicó su libro El fin de la Historia y el último hombre. En ese texto, tan criticado y alabado a la vez, el intelectual norteamericano decretaba que ante la caída del comunismo soviético la democracia liberal era la mejor organización política posible, la forma más elevada y final de civilización.

«Todavía creo que la historia apunta en esa dirección: es el sistema político más exitoso», aseguró este martes en la Facultad de Derecho durante la presentación del Informe sobre Desarrollo del Banco Mundial.

Sin embargo, el doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Harvard y catedrático en Stanford no sólo aprovechó la ocasión para defender su vieja teoría sino que también disertó sobre el tema de la conferencia: cómo mejorar la gobernanza y hacer más efectivas las políticas públicas.

«El mensaje central del informe es que las causas del subdesarrollo de algunos países son políticas, son una cuestión de Poder, si no resolvemos los problemas políticos tampoco superaremos los económicos», explicó. En esa línea, utilizó nuestro país como ejemplo: «Argentina tiene recursos naturales, mucha población, gran territorio y gobiernos muy problemáticos, por eso -a pesar de ciertas similitudes- no es Canadá».

Por otro lado, destacó que no existen modelos universales exitosos que sean extrapolables a otros países. «No se puede imitar a Dinamarca», sintetizó con cierta ironía para remarcar que cada país tiene que desarrollar sus propias soluciones.

Fukuyama también diagnosticó que en América Latina existe un «subdesarrollo de la burocracia estatal»; no por su cantidad de puestos sino porque muchas veces son utilizados para pagar lealtades políticas en lugar de fomentar la profesionalización técnica de los funcionarios.

En ese sentido, indicó que la megacausa de sobornos estatales que sacude a Brasil -conocida como Lava Jato- fue posible porque tienen «un Poder Judicial independiente» que no funciona según vaivenes políticos. El otro factor fue la movilización civil contra la corrupción. Lamentablemente, según el politólogo, Argentina no cuenta con ninguna de estas «ventajas».

Al término de la conferencia, que incluyó en el panel a Laura Alonso (directora de la Oficina Anticorrupción), Pablo Secchi (Poder Ciudadano), Julia Pomares (CIPPEC) y José Octavio Bordón (embajador argentino en Chile), Fukuyama contestó preguntas de Infobae y otros medios sobre la coyuntura local:

– ¿La Presidencia de Mauricio Macri lo sorprendió en alguna forma?

No, en realidad no. Tiene el mismo problema que tuvo Obama en su segundo término: no cuenta con una mayoría legislativa, por lo que le resulta muy difícil lograr muchas de las reformas que quiere implementar.

– ¿Y si tuviera mayoría legislativa? ¿Qué medidas debería impulsar?

Creo que Argentina necesita una economía más abierta. Tiene que haber más competencia interna, considero que eso generaría mucho crecimiento, más trabajo y mayor riqueza.

– Ya tuvimos experiencias de apertura en los 90…

La situación de Argentina fue muy complicada porque en ese momento el peso estaba pegado al dólar. Y desafortunadamente estaba atado a un dólar que era extremadamente fuerte. Entonces esa apertura no produjo los resultados que podría haber generado.

– ¿Y ahora que tenemos un alto nivel de endeudamiento externo?

Creo que el endeudamiento podría ser peligroso. Espero que Argentina no vuelva a depender de los préstamos, necesita inversión extranjera directa, gente que invierta en empresas productivas que hagan crecer la economía. Si sólo hay inversiones especulativas y deuda, eso no va a ayudar. El problema es que sin importar quién sea el presidente, Argentina no tiene credibilidad ante los inversores extranjeros en general porque ha alternado bruscamente entre políticas neoliberales y populistas. En gran parte por eso no han llegado las inversiones. Se necesitan mayores consensos en la sociedad para respaldar políticas estables que no van a ser revertidas la próxima vez que haya elecciones.

Fuente: Infobae