Por Alejandro Maidana

Todo barrio tiene un punto de encuentro, y lo que hoy es un notable Complejo Cultural Cine Lumiere, tuvo que soportar diversas metamorfosis hasta llegar a convertirse en lo que actualmente es.

La Asociación de Socorros Mutuos, dueños desde siempre del mobiliario, hacían usufructo de ese espacio para organizar bailes de todo tipo. Pero como todo destino se construye desde el hacer, dos proyectistas fueron más allá y soñaron con lo que a posterior se convertiría en un cine.

Modesto Bou y Manuel Rey acercaron una tentadora propuesta que en poco tiempo se convertiría en una maravillosa realidad. Ese espacio físico que solo albergaba pasos de baile, se transformaría en una alternativa para el disfrute cinematográfico para un sector de Rosario alejado del bullicio del centro.

La década del 80 trajo consigo el boom del video club y la televisión por cable, razón por la cual este espacio estuvo al borde la quiebra. Es ahí en donde aparece la mano de la Municipalidad para realizar un salvataje y convertirlo en un Centro Cultural.

Con la premisa de sostener la figura de sus fundadores en el rol de directores y programadores, el barrio conocido como «Café con leche» por la presencia de Cotar y La Virginia, disfrutaría de un sitio repleto de alternativas culturales.

Sol Dorigo, directora del espacio, comenta que los diversos talleres reúnen año tras año a muchos interesados. Los mismos tienen un cupo limitado que se completa a pocos días de iniciarse la inscripción en febrero. Mediante la danza, el cuerpo en movimiento, el dibujo, la escritura, la fotografía, la música y el teatro, este invalorable reducto atrae y apasiona a niños, adolescentes y adultos.

La gratuidad de las proyecciones sabatinas trae aparejado un sacrificio notable a la hora de buscar títulos que no posean un elevado costo. En esto las gestiones con embajadas de diferentes países para contar con películas de ese origen son fundamental.

Es de suma importancia el trabajo de inclusión al que está enfocado el Centro Cultural, tal es así que los carnavales y las vacaciones de invierno reúnen a vecinos de todos los extractos sociales para que puedan disfrutar de espectáculos de calidad.

Con la vieja esencia barrial, sumada al esfuerzo e ideas de un grupo de trabajo importante, el Lumiere sigue siendo un punto de encuentro para aquellos que entienden que la cultura es el arma predilecta para generar una sociedad despierta.