El partido conservador CSU, aliado ineludible de la canciller alemana Angela Merkel, registró este domingo un fuerte retroceso en las elecciones regionales en Baviera, al perder su mayoría absoluta frente al auge de los Verdes y la extrema derecha, según sondeos de las cadenas televisivas públicas ARD y ZDF.

La Unión Cristiana Social (CSU) del jefe de gobierno del Lander, Markus Soeder, llega en primera posición, pero sólo con 35,5% de los sufragios, es decir, con una pérdida de 12 puntos respecto a 2013, y alcanza su nivel más bajo desde los años 1950.

El otro aliado de la canciller a nivel nacional, el SPD, obtuvo cerca del 10% de los votos, y se vio superado por los Verdes (18- 19%) y el partido antiinmigración Alternativa para Alemania (AfD), con 11%.

El quinto sitio en el recuento de votos, de acuerdo con las proyecciones, es para los liberales del FDP con 5%. Los resultados, anticipados en los sondeos de los últimos dias, refuerzan el riesgo de una crisis dentro de la CSU, cuyo presidente es el ministro de Interior, Horst Seehofer, y que podría tener repercusiones en el frágil gobierno central.

Además, las elecciones en la región de Hesse dentro de dos semanas también se anuncian muy reñidas, esta vez para el partido de centro-derecha de Angela Merkel, la Unión Cristiano-Demócrata (CDU), que gobierna en el Land con los ecologistas.

Los dos comicios «afectarán a la política nacional y, en consecuencia, a la reputación de la canciller», advirtió el presidente de la Cámara de diputados, Wolfgang Schäuble, fiel compañero de filas de Merkel.
 
 Gobierno debilitado

En el poder de la primera economía europea desde hace 13 años, la posición de la canciller en su país se debilitó desde las legislativas federales del 24 de septiembre de 2017, en las que el partido de ultraderecha Alternativa por Alemania (AfD) registró un ascenso fulgurante.

El auge de esa formación se vio favorecido por la llegada de más de un millón de refugiados entre 2015 y 2016, pese a que la política migratoria alemana se haya endurecido desde entonces.

Merkel necesitó seis meses para formar gobierno, con un SPD en plena crisis y reticente a integrar una nueva gran coalición. Un sondeo nacional publicado el domingo por el diario Bild otorga a la dupla CDU/CSU un magro 26% de simpatías, mientras el socialdemócrata SPFD vegeta en el 17%, el mismo nivel que los verdes y apenas por delante de la ultraderecha con 15%.

En la católica Baviera, el 35% de la CSU está muy por debajo de los casi 48 puntos porcentuales que logró en 2013. El partido ha intentado captar a parte del electorado de la ultraderecha, llegando a imitar la retórica agresiva contra los refugiados, pero sin éxito aparente.

Horst Seehofer llevó al gobierno central al borde de la ruptura al exigir que se endureciera más la política migratoria y al apoyar sin ambages al jefe de los servicios de inteligencia interior, sospechoso de colusión con la ultraderecha. Sin embargo, el partido que más pone contra las cuerdas al CSU no es el AfD, sino los Verdes, que lograron el respaldo de casi uno de cada cinco votantes.

«Por fin habrá democracia en Baviera. La hegemonía tocará fin», habia tuiteado antes del escrutinio uno de los líderes de la formación ecologista. Una cosa parece cierta: la CSU tendrá que buscar uno o varios socios para formar coalición.

Por el momento, el jefe del gobierno regional, Markus Söder, ha descartado aliarse con los ecologistas, aunque tampoco se sabe si conservará su puesto.