Por Gisela Gentile

El movimiento feminista pisa fuerte en todos los ámbitos, la maternidad sin lugar a dudas es uno de ellos. Los mandatos en torno a este tema son muchos, parecería que todas las mujeres deberían mantenerse espléndidas los nueve meses de embarazo, sufrir en el parto, recomponerse física y mentalmente en 15 días y dar de mamar rápido.

Cuanta información, órdenes, decretos que muchas mujeres tienen como oficiales  y calan hondo en sus vidas aportando muchas veces miedos y frustraciones. La desconstrucción no es sencilla, pero el movimiento está llevándose puesto más de un precepto impuesto por una sociedad patriarcal.

 Conclusión dialogó con la puericultora y estimuladora temprana, Ana Marcela Toloza, quien todos los días en un hospital de la ciudad trata de brindar información y apoyo a mujeres que acaban de dar a luz y comienzan el puerperio.

“Hoy sin lugar a dudas amamantar es empoderarse, porque las mujeres debemos luchar con un  montón de imposiciones sociales que han persistido a través de los años. Pareciera que se han elaborado diferentes situaciones para que nos quejemos de la lactancia, pero hoy en día con información tratamos de volver  a la esencia, que va más allá de lo nutricional abarcando lo afectivo y vincular”, enfatizó la puericultora.

Para una lactancia feliz y duradera hay que considerar algunos puntos y factores que influyen en la misma, “además de información, necesitamos paciencia, amor, descanso y confiar en la sabiduría de nuestro cuerpo y en la de nuestro bebé. Resulta fundamental estar acompañadas, aprender a pedir ayuda cuando lo necesitamos, consultar si hay dudas y sentir ese apoyo, ya que hay momentos difíciles. Lograr una buena técnica ayuda, saber que a mayor succión, mayor producción de leche”.

Los últimos años las mujeres hemos librado batallas en diferentes territorios con el fin de ganar espacios y quebrar esos viejos mandatos culturales. “Hoy están mucho más informadas que antes, quizás no todas sepan que existen personas que pueden ayudarlas y apoyarlas como las puericultoras o asesoras en lactancia. Durante el embarazo, no sólo hay que saber y preparase para el parto, sino también para el después, siendo justamente la etapa de posparto donde aparecen las primeras dificultades”.

Es trascendental que el bebé recién nacido reciba el calostro, algunos lo nombran como el oro líquido por las propiedades que el mismo contiene. “Está especialmente desarrollado para este momento, sale en mínimas cantidades, es pesado, y de distintos colores según cada mujer, demostrando una vez más que el cuerpo sabe lo que cada cría necesita. Por el mismo se pasa toda la inmunidad que esa mamá haya adquirido a lo largo de su vida, sería como la primera vacuna inmunológica”.

El calostro es adecuado y óptimo pese a que socialmente se escuchan cosas como, “sale poquito”, “se queda con hambre”, lo cual no es cierto, ya que es alto en nutrientes, proteínas y anticuerpos. Pero lamentablemente esta es una presión más sobre una madre que acaba de parir y que ingresa al puerperio.

“Hay que tener en cuenta que el bebé recién nacido tiene una capacidad gástrica de 7 a 9 ml, comparable con una cucharita de café, y que se va a ir expandiendo con el correr de los días, es decir que con poco se sacia. El bebé va estar mucho tiempo prendido para reconocer el pecho materno, aprender a succionar y porque necesita ese contacto con la mamá”, dijo Toloza.

Los mitos en torno a la lactancia son muchos y su construcción a través de los años hace que derribarlos no sea una tarea sencilla. “Resuenan frases como mi mamá no pudo dar la teta yo tampoco podré, de repente me quedé sin leche, tu leche no sirve o no engorda, solo teta tres o seis meses, y muchas más. En realidad esto se cae por su propio peso cuando conocemos la maravilla que es capaz de crear nuestro cuerpo. SI bien hay mamás que por cuestiones médicas no pueden llevarla a cabo, es la minoría. La mayoría de las trabas radican en lo emocional y en lograr la confianza en que somos capaces de producir el alimento de nuestros hijos”, sostuvo Ana.

“La leche materna está en constante cambio durante todo el proceso de lactancia. La misma se modifica durante la toma y se transforma según las necesidades de crecimiento y desarrollo de cada bebé. Es más, si nuestro hijo está enfermo, el pezón reconoce mediante su saliva y va identificando y desarrollando una leche más rica en determinados anticuerpos para que el bebé la transite de mejor manera”, agregó.

Muchas son las preguntas que surgen en esta etapa y una de las más recurrentes es hasta cuando debo darle pecho. “Decimos que la OMS (Organización Mundial de la Salud) indica lactancia exclusiva hasta los seis meses, y luego de la introducción de la alimentación hasta por lo menos los dos años de vida. Más allá del año, la leche materna sigue alimentando el cuerpo, el desarrollo y el alma de ese niño. Luego será cada mamá y bebé quienes decidan cuanto tiempo lo harán. Tiene que ser algo placentero para ambos y que se disfrute, lamentablemente se ve mal que el niño lacte más allá del año, pero según cada realidad podría seguirse mucho más tiempo”, indicó la estimuladora temprana.

Las mujeres estamos recuperando voz y voto sobre nuestros cuerpos, y sobre nuestros hijos. “Hay que disfrutar de los momentos con nuestros niños y dejar de lado frases como “tenes que dejarlo llorar” o “no hay que alzarlo tanto”. Pasa muy rápido y realmente es un momento maravilloso. El bebé no es manipulador, necesita estar cerca del pecho y alimento constante. El recién nacido necesita recrear todo el bienestar que tenía en el útero pero en el exterior, no es capricho y contenerlo no es malcriarlo, es satisfacer su demanda de amor”, concluyó.