Con la firma de Eric Striker, el portal español de noticias alertadigital.com actualiza la grave situación por la que atraviesa la ciudad sueca de Malmö, la tercera más habitada, como consecuencia de una oleada de crímenes y violencia en sus calles.

Dice el analista que Suecia tiene fama de ser un país de cuento de hadas. La policía es amigable, contenida y durante años ha observado a rajatabla la larga lista de derechos humanos cuya aplicación ha sido sagrada en el país escandinavo. Cuando un numeroso grupo de personas de origen africano se rebeló en Estocolmo en 2012, se les ofrecieron iPads para contentarlos. El sistema de justicia sueco ha sido conocido en todo el mundo por su énfasis en la rehabilitación del condenado en lugar del castigo.

Pero las cosas han cambiado, dice Striker. La presencia masiva de extranjeros ha alterado las idílicas reglas de juego. Suecia es hoy uno de los países del mundo con un mayor porcentaje de violaciones, y ciudades como Malmö reflejan el clamoroso fracaso de la convivencia multicultural. La benignidad de las autoridades suecas con los inmigrantes se convierte en ofensiva beligerante contra cualquier ciudadano del país que ose cuestionar las políticas de acogida de “refugiados”. El caso se podría extrapolar a países vecinos como Noruega y Finlandia. Por ejemplo, cuando el Movimiento de Resistencia Nórdica critica el estado ce caos en el que vive el país, el Estado responde con la misma brutalidad de cualquier dictadura del tercer mundo.

La posición del gobierno sueco

Naturalmente, el Gobierno sueco ha asumido la premisa de que los malos son siempre los originarios del país. Los somalíes no pueden ser reformados ni se puede pretender su integración, ya que ello iría en contra del discurso “buenista” que ha imperado en el país durante décadas. Los dirigentes suecos piden una y otra vez a la población que se arme de paciencia y contemple los robos, las violaciones y las apelaciones de algunos clérigos musulmanes a la yihad como el necesario “diezmo” que hay que pagar en favor de la multiculturalidad. Algunos identitarios suecos han expresado su hartazgo ante la doble moral del Estado. Uno de ellos incluso se atrevió a señalar que el coeficiente intelectual de los somalíes era de 68, y que aunque dicha circunstancia no siempre se relaciona con la criminalidad, sí constituye un problema.

“Los somalíes y otros grupos son intelectualmente incapaces de funcionar independientemente en una sociedad avanzada y el Gobierno sueco carece de respuestas para hacer frente al problema”, señaló. Las autoridades han respondido como suele ser habitual: la xenofobia de algunos suecos nativos, y no la insoportable tasa de criminalidad ni el fracaso de la integración, amenaza con destruir el país.

Piden al ejército que actúe

En declaraciones al diario Expressen, el líder de la oposición en Malmö, Magnus Olsson, cree que ha llegado el momento de llamar al ejército para que detenga “la oleada de crímenes violentos que están arrasando la ciudad”. Lamenta también el número de muertos registrado en la ciudad como consecuencia del pavoroso número de delitos que se producen cada año.

Para Olsson, el problema no es sólo la falta de policías sino la dificultad que tienen sus agentes de hacer frente a estas nuevas modalidades de violencia para las que no han sido preparados. Por esta razón, considera necesario que policías y militares actúen conjuntamente para restablecer el orden en las calles del país. “Nosotros no defendemos que los militares hagan el trabajo de los policías, pero sí que en las actuales circunstancias extremas, los militares contribuyan al mantenimiento del orden absolutamente colaborando con la policía y aportándoles apoyo logístico y el equipamiento necesario para combatir el crimen organizado”.

La violencia en Malmö aumenta cada año. Sólo el pasado verano, más de 70 vehículos fueron quemados. Fue la respuesta de los delincuentes a la detención policial de algunos miembros del crimen organizado. Las autoridades, entre tanto, prefieren mirar para otro lado antes que enfrentarse a un problema que ellos mismos han creado.

La tendencia de encender vehículos no parece haber decrecido en lo que llevamos de año. Otros tres turismos fueron pasto de las llamas el pasado miércoles en la ciudad, han confirmado funcionarios locales.

Una ciudad sin ley

De ser considerada una de las ciudades más prósperas y seguras en la década de los años 60, Malmö ha sido descrita en la actualidad como una “ciudad sin ley” y un permanente “campo de batalla”.

En la víspera de Año Nuevo, bandas de inmigrantes se dedficaron a lanzar fuegos artificiales a la multitud y a reivindicar la “yihad” ante los agentes policiales.

El portavoz de la policía, NilsNorling, protagonizó un gesto insólito al admitir días más tarde que los cuerpos de seguridad eran ya incapaces de garantizar la seguridad de las personas. De ahí que cada vez surjan más voces partidarias de la intervención de los militares en una ciudad donde la policía es también acusada de no “reprimir” el creciente comercio de armas.

Esta es la realidad que por desgracia se vive en amplias zonas europeas. Los políticos, mientras, seguirán ignorando el problema parapetados en sus urbanizaciones de lujo y siendo sobornados por los petroestados arábigos a cambio de que abran la mano a la entrada de inmigrantes musulmanes. De hecho, la mayoría de los parlamentarios suecos no cree en el multiculturalismo (el “altruismo patológico” es un mito), aunque lo apoyan al ser política y económicamente rentable (para ellos) y también porque sus consecuencias no les alcanzan. Ni a ellos ni a sus familias y amigos.

Estoy seguro, y ellos también, que la anarquía en Suecia seguirá aumentando a medida que la población no blanca continúe creciendo exponencialmente, afirma finalmente Eric Striker.