El Tribunal Internacional para la Antigua Yugoslavia (TPIY) condenó hoy a 40 años de cárcel al ex líder serbobosnio Radovan Karadzic, más conocido como el «carnicero» de Sarajevo, por el genocidio cometido en el pueblo de Srebrenica y otros nueve crímenes de guerra y lesa humanidad durante la guerra en Bosnia.

En su veredicto, el TPIY declaró culpable a Karadzic de un cargo de genocidio, cinco crímenes de lesa humanidad -persecución, exterminio, asesinato, deportación y actos inhumanos- y cuatro crímenes de guerra -asesinato, terror, ataques ilegales a civiles y toma de rehenes- durante el conflicto que devastó ese país entre 1992 y 1995.

El abogado del ex jerarca militar serbiobosnio ya adelantó que su cliente apelará la sentencia de hoy.

En cuanto a la masacre de Srebrenica, el veredicto del alto tribunal de la ONU sostuvo que entre el 11 de julio y el 1 de noviembre de 1995 Karadzic participó en una «organización criminal conjunta» para matar a miles de hombres bosnios musulmanes y desplazar forzosamente a mujeres, ancianos y niños de esa misma comunidad religiosa.

Karadzic lideró a los serbios de Bosnia cuando esa ciudad fue tomada por las fuerzas del general Ratko Mladic, que ejecutaron a 8.000 bosnios musulmanes, la mayor masacre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

Además, las tropas serbobosnias mantuvieron bajo asedio a la ciudad de Sarajevo, sometida a bombardeos y fuego de francotiradores, durante tres años y medio.
Un total de 11.541 sarajevitas, entre ellos mil niños, murieron durante ese asedio.

Karadzic también fue condenado por el TPIY por su responsabilidad como autoridad militar ya que «sabía o tenía razones para saber que estos crímenes se iban a cometer o se estaban cometiendo por fuerzas bajo su control efectivo, no previniéndolos ni castigando a sus perpetradores».

Durante el juicio, el veterano jerarca militar en ningún momento se mostró arrepentido de lo que hizo o de los «ideales» que defendió durante la guerra en los años 90.
Para él, la conspiración entre el Vaticano, Estados Unidos, Alemania y Austria, que le impidió lograr la creación de la Gran Serbia, continúa intacta, mientras él sigue defendiendo su «guerra contra los musulmanes», una comunidad a la que en reiteradas ocasiones calificó de «retrógrada».

Karadzic sostiene que las más de 100.000 personas muertas o desplazadas por la guerra civil en Bosnia-Herzegovina no fueron más que «lamentables efectos colaterales» en la cruzada para alcanzar la «meta sagrada»: reunificar en un sólo Estado a todos los serbios de la fragmentada ex Yugoslavia.