por Florencia Vizzi

Algunas historias parecen salidas de una película de Hollywood, sin embargo está demostrado que la apuesta por la acción colectiva, generosa y desinteresada, no es parte de una ficción lacrimógena, sino que conforma el paisaje cotidiano y se conjuga para conjurar dolores.

Esta es una de esas historias, en la que la solidaridad de un grupo de vecinos de barrio San Francisquito, de Villa Gobernador Gálvez, logró salvar la vida de un caballo enfermo y con claros signos de maltratos y abusos, que había sido abandonado en una zanja y  a su suerte.

Según relató Pamela, habitante del barrio, el equino apareció el sábado a la mañana a media cuadra de su casa. La mujer contó que: «El animal estaba en muy mal estado, muerto de hambre y frío. Tenía todo el lomo lastimado, en la zona dónde va la silla de montar, estaba en carne viva y latigazos en todo el cuerpo. Además, tenía todas las patas lastimadas y con gusanos».

«Primero tratamos de darle algo de agua y comida. Estaba muy mal herido», narró la vecina. «Llamamos a todo el mundo, y no tuvimos respuesta. La municipalidad y la policía no nos dieron ningún tipo de respuesta,  y  los bomberos, al principio tampoco, porque decían que ellos no estaban capacitados. Pero después nos ayudaron muchísimo».

La mujer relató como, a pesar de la indiferencia de las autoridades, la solidaridad se convirtió en cadena, y a medida que los vecinos se iban enterando, comenzaron a establecer un tipo de red cuyos eslabones, que incluyó el facebook, las llamadas telefónicas y el boca a boca, encendieron una luz de esperanza para el animal.

Pamela se contactó con la organización Basta de Tracción a Sangre de Rosario, que colaboraron con la cadena, y una vecina consiguió que un veterinario de Pueblo Ester se movilizara hasta su ciudad, sabiendo que no podría cobrar la consulta en ese momento, para asistir al equino, que evidenciaba escasas posibilidades de vida.

«Ahora estamos haciendo una colecta para poder pagarle al profesional. Cuando el hombre vino, lo revisó bien y vio quel tenía todas las patas lastimadas y llenas de gusanos. Estaba desnutrido y deshidratado, y tenía heridas en carne viva por todo el cuerpo. Nos explicó que no podía mover la parte trasera, así que nos dio las indicaciones necesarias para moverlo sin hacerle daño e intentar lograr que se pare», refirió Pamela, visiblemente conmovida por toda la situación.

Según el relato de los vecinos, Pecas, tal como fue bautizado, fue abandonado en una zanja y estuvo allí por dos días, debajo de la lluvia y padeciendo las bajas temperaturas. La gente del barrio explicó que el animal era explotado en un «pisadero», como se les llama a los lugares donde preparan el barro para fabricar ladrillos, lo cual le provocó el desprendimiento parcial de las pezuñas y el agusanamiento de las patas. Y luego de las extenuantes jornadas, lo obligaban a pasar largas horas tirando de un carro.

«Además -explicó Pamela- se comentaba que lo iban a «carnear» para comerlo, por eso nos turnamos para pasar la noche cuidándolo. No podíamos dejarlo morir, todos los vecinos nos movimos para que eso no pase…»

Finalmente, la cadena solidaria derivó en un contacto con una organización de Buenos Aires, el Centro de Rehabilitación y Recuperación Equina, quienes viajaron a Rosario, con ayuda del Grupo de Rescate Equino Independiente,  a fin de colaborar para salvar la vida de Pecas.

El relato de Pamela eriza la piel, y el tono de su voz se vuelve más intenso cuando explica que lo importante era lograr que el animal se pusiera en pie. Si eso no ocurría, no había esperanzas de trasladarlo y salvarlo.

Así, entre todos, con una gran ayuda del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Villa Gobernador Gálvez, que, sin darse por vencidos, acudieron en repetidas ocasiones al lugar para intentar que el equino se incorporara,  y luego de muchas horas de esfuerzo conjunto, lograron tornar en posible lo que parecía imposible, que Pecas resurgiera del dolor del maltrato y el abuso, y se pusiera de pie.

Lo que depara el futuro

Pecas fue trasladado a Buenos Aires, y según se informa en el sitio que el Centro de Recuperación y Rehabilitación Equino administra en Facebook, el animal se encuentra internado y con pronóstico reservado, pero continúan haciendo lo posible para salvarlo. Según ellos mismos explican: «Pecas no sabía lo que era una caricia, una buena comida, todo su cuerpo,su comportamiento y su expresión es reflejo del sufrimiento que vivió».

Pero aún está dando batalla y es muy probable que consiga salir adelante. Tal como dijo Pamela: «Hizo un gran esfuerzo por comer, y después para poder pararse, se le notaban las ganas de vivir».

He aquí la contracara de una historia llena de cureldad, cuyas cartas ya estaban hechadas…  y sin embargo, la solidaridad, el compromiso y el empeño desinteresado de un grupo de personas que no fueron indiferentes ante el dolor,  y aunaron esfuerzos para combatirlo, lograron revertirla y preparar la baraja para dar de nuevo.

Para colaborar y obtener más información:

Centro de Rescate y Rehabilitación Equino

Basta de Tracción a Sangre Rosario