La plaza Pringles, tradicional paseo rosarino, amaneció este domingo con la calma y cierta soledad que le son propios en este día de descanso, con la presencia de más de cien motos y sus conductores, que eligieron el lugar para dar inicio a lo que ya empieza a ser tan clásico en Rosario como las legendarias Harley: la Motocaravana Solidaria que todos los años se realiza en el mes de agosto,  y que tiene como propósito distribuir juguetes, golosinas entre niños de sectores de escasos recursos en adhesión al Día del Niño.

Alrededor de las 9 fueron llegando las primeras máquinas de todas las marcas y diversas cilindradas, desde las más sofisticadas dos ruedas de alta gama, hasta los más simples scooter que cotidianamente surcan las calles rosarinas. Es que en el mundo de los moteros lo que importa es otra cosa, lo que une no son las marcas, ni la potencia de los motores, sino la pasión por ellos y por un principio que es regla de oro entre los moteros: la solidaridad.

2Montar una moto significa ser solidario -dice uno de los organizadores del evento- quien va en una moto y sabe todo lo que eso significa, entiende y acepta que la solidaridad es un pilar básico en este mundo. Nosotros vamos por la ruta -agrega- y si vemos a otro motero parado en la banquina nos detenemos y preguntamos si necesita algo. Si nos cruzamos con otro grupo nos hacemos señas de luces y nos saludamos con señas que nos son propias. Y esa solidaridad, aquí y en muchas partes del mundo, forma parte de nuestro modo se sentir y de vivir”. 3

Esta semana, decenas de moteros rosarinos se han movilizado para distribuir juguetes que mucha gente de noble corazón, instituciones y ellos mismos han donado. Ya lo hicieron a docentes del barrio La Tablada que festejarán el Día del Niño con chicos de la zona pobres, y hoy domingo lo harán en el sector pediátrico del Hospital Centenario y en el barrio Cabín 9, otra zona de la ciudad en donde la pobreza y la injusticia social se hace sentir fuertemente.

“Durante la semana estaremos entregando a Mamás del Corazón, una organización de Funes que trabaja con chicos pobres y en una asociación de calle Viamonte al 1.400 que hace una fiesta para chicos excluidos” -dicen desde la organización- y añaden: “Queremos agradecer profundamente a toda esa gente maravillosa que se plegó a esta movida donando juguetes, golosinas y hasta ropa. Hemos superado las expectativas que teníamos, de modo que seguiremos entregando juguetes a los chicos. Sabemos muy bien que esto no remedia el problema de fondo que padecen, pero al menos llevamos una pizca de alegría de un instante, con la esperanza de que aquellos que tienen la responsabilidad de mejorar esta injusta situación lo hagan de una vez y para siempre”.

Entre bocinazos, arengas y alegría, los moteros dejaron atrás la Plaza Pringles para empezar a rodar llevando entre sus motores la pasión por las dos ruedas, gran cantidad de juguetes y mucho amor.

En el Hospital Centenario

La caravana de cientos de motos hizo su arribo al Hospital Centenario para entregar juguetes en el sector de oncología y pediatría infantil. Se vivieron momentos emotivos entre médicos, enfermeros, mamás y moteros y “moteras” que disfrazados de payaso repartieron juguetes, alegría y sinceros sentimientos de afecto a los chicos.

Mientras tanto, en el barrio Cabín 9 docentes, padres y por supuesto niños esperaron a la gran cantidad de moteros que a su llegada recorrieron la ciudad distribuyendo además de juguetes un poco de esperanza.